¿Por qué Pedro llegó a ser feliz después de haber negado al Señor tres veces?
Porque Pedro es, en este período en que la Iglesia propone la lectura de los Hechos de los Apóstoles, un personaje importante me viene estupendamente compartir lo siguiente con ustedes.
Mi actividad en facebook es tan singular e intensa que pienso que antes que blogera mi “vocación” en la web se parece más a lo que como catequista hacía cuando lo era.
Les cuento por qué lo digo.
Anoche, leyendo un texto que me resultó desde sus primeras páginas un desafío -se me ocurrió- en relación al tema colgar algunas preguntas en mi muro a las que algunos le hicieron frente.
Un joven, al responder, me dejó tan asombrada por la rapidez, lo sencillo y rotundo de su certeza por lo que esta mañana reflexionando en ello debí preguntarme qué fue lo que provocó que ese chico pudiera ofrecer esa respuesta.
La conclusión a la que llegué fue que este chico respondió de la forma en que lo hizo porque miró la realidad de frente como alguien que ante ella no tiene nada que perder.
Ahora bien, he venido no solo para contarles este hecho aparentemente insignificante acaecido el día de ayer sino para formularles la misma pregunta:
¿Por qué fue Pedro capaz llegar a ser feliz luego de haber negado al Señor tres veces?
La única sugerencia que tengo para ustedes antes de intentar responder es que consideren hacerlo en primera persona ya que “saber y creer” deben encontrarse.
18 comentarios
Esto es lo que yo siento cada vez que miro al Señor en la Cruz, que lo niego tantas y tantas veces que necesito de su constante perdón y misericordia.
pero y qué de la propia experiencia?
Qué de la primera persona?
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De acuerdo, pero aclaráme algo: ¿"Sientes" o "sabes"?
Y si sabes? Qué es lo que sabes? Sabes lo mismo que Pedro?
Y es ese mismo espíritu arrebatado el que le hace decir después: "Señor, tu lo sabes todo, tu sabes que te quiero" (Jn 21, 17).
Nosotros, definitivamente le negamos muchas mas veces que Pedro, y en situaciones menos dramáticas; sin embargo, el Señor todo el tiempo nos hace las mismas preguntas que al Apóstol. ¿Me amas? (Jn 21, 16), ¿que le respondemos? ¿que le respondo yo?
El Señor nos conoce, sabe que somos miserables, sabe que caemos, pese a eso nos ama, y de hecho "Nosotros amamos porque El nos amó primero" (1 Jn 4, 19), "nos amó hasta el extremo" (Jn 13, 1), es mas, "me amó y se entregó a si mismo por mí" (Ga 2, 20).
Perdón, Señor, que a tanto amor no correspondo; perdón, Señor, que a tanto amor, doy la espalda y me dejo llevar por mis inclinaciones y desvaríos, y no vengo a Tí, verdad suprema y suma paz.
"Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad, por tu inmensa ternura borra mi delito, lávame a fondo de mi culpa, purifícame de mi pecado" (Sal 51, 3-4). "Humillaos ante el Señor, y El os ensalzará." (St 4, 10)
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Enrique,
Qué ha de haber hecho el Señor en el instante antes de formular la pregunta a Pedro?
«Estas dos últimas semanas han sido angustiosas e intensas. La desilusión me ha sobrepasado por completo. [ ] Vamos, que mi vida estas dos semanas ha sido como una luz intermitente: alegría que va, tristeza que viene; satisfecha un momento, y dos minutos después amargada; un segundo atenta, y después perdida en mil pensamientos; convencida, y después desilusionada. Un sucederse de estados de ánimo opuestos y contradictorios, hasta que en un momento dado me he hartado de lo que sentía.
Sacudida a derecha e izquierda por estos sentimientos, ida, vagando sin meta, impotente, esclava de mis pensamientos, prisionera de mí misma, porque yo tengo una idea sobre mí, una imagen de mis deseos y de las respuestas que me quiero dar, que están completamente equivocadas. Mis innumerables intentos de concebirme y satisfacerme me engañan, me estrangulan, me reprimen, me sofocan, me hago violencia a mí misma. Yo sola no me basto, no soy suficiente para mi deseo, y tampoco puedo explicarlo. Como decía Emily Dickinson: “Para llenar un vacío, debes hacerlo con aquello que lo ha causado. Si lo llenas con otra cosa, abrirá sus fauces aún más; no se cierra un abismo con aire”. De hecho, cuanto más intentaba explicarme, más confusa estaba. Hace tres días, por la mañana, me levanté y me sorprendí con esta pregunta: en todo este caos, ¿hay alguna cosa, aunque sólo sea una, que permanezca, sea la que sea?
¿Hay algo en mí que pueda decir con certeza que permanece como un signo indeleble?
Mi cerebro empezó a elaborar un millón de cosas, la mayor parte de ellas sin sentido y las demás completamente insuficientes. [ ] Me estuve observando todo el día, intentando entender qué es lo que me movía, por qué lo hacía todo: la comida con una amiga, el estudio de una cierta manera… En cada acción había un denominador común: una búsqueda constante de algo que colmase mi nostalgia. Sólo tengo una certeza sobre mí y sobre mi vida: que mi corazón está lleno de nostalgia, está lleno de espera, de tensión, de la promesa de que la vida no está vacía, de que hay algo; si no, dejaría de buscar. Mi corazón busca, por lo tanto, afirma con certeza constante a Otro.
De pronto, sin haberlo calculado, sin ninguna fórmula ni ningún razonamiento, volvió de nuevo ese Tú. Ha irrumpido de tal forma que me ha superado, me ha invadido, me ha implicado, me ha abrazado. Estábamos este Tú y yo, y nada más. Y volví a respirar.
Una relación tan íntima y tan tierna que me deja sin palabras. ¡Qué claridad! Un relámpago en la oscuridad.
Puedo fallar, caerme, equivocarme, retroceder mil pasos después de haber avanzado sólo uno, puedo estar desilusionada, tratar mal a las personas que quiero, puedo darme cuenta de mi nada, de hasta dónde puedo llegar a caer, puedo por fin mirarme hasta el final, puedo mirar lo mezquina y pequeña que soy, porque al final no es esto lo que rige mi vida, no es esto lo que me determina, no es mi confusión, mi amargura o mi tristeza.
Hay sólo una cosa que permanece, desde la que puedo volver a empezar cada vez, y es este Tú que, consciente o inconscientemente, cada vez, cada día, en cada gesto, deseo y afirmo. Éste es un retrato mío, esto es lo que puedo decir de mí con certeza [y si no hacemos este recorrido, nunca lo podremos decir con certeza], simplemente mirándome.
No he aprendido, no lo he aprendido, no lo he decidido, no lo he querido, pero lo veo con claridad, se impone [¡éste es el punto de no retorno!]: mi sentido religioso, la certeza de Otro y la relación privilegiada que puedo vivir con Él. No sé bien Quién es, qué rostro tiene, pero está ahí mirándome y llamándome. Por primera vez en mi vida, consigo quererme. Mi dolor, la espera, la inquietud: consigo querer esa parte de mí que siempre me ha hecho insufrible. Ahora entiendo que mi nostalgia y mi vértigo son el cauce de esta relación, y siempre estoy con la respiración contenida hasta que digo “Tú”, y entonces respiro».
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Bueno, supongo que ya no hay nada más de qué hablar.
Es la misma experiencia de mi vida. He sentido el peso de mis culpas, he experimentado la nada que soy por mí mismo, pero al mismo tiempo, cuando lo miro a Él, lo que llegó a hacer por mí, la mirada que constantemente me dirige desde el Calvario, diciéndome: !es porque te amo! Lo que hace surgir de nuevo en mí la esperanza, la confianza y...el abandono.
Y cuando uno se encuentra con la mirada de su amantísimo Señor, tiene la certeza que puede ser feliz, que puede cambiar, que puede ser diferente, y, además, que aunque sea con un granito, puede contribuir a los intereses de su Reinado.
Saludos cordiales
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Me edité a mi misma porque veo que no has comprendido lo que trato deexplicar. Lo siento.
Si me dijeras tus objeciones quizá avanzaríamos.
Quién te condena? Te he condenado yo? Así lo has sentido?
La Gracia de Dios no sólo te hace sentir su perdón, sino también transforma tu vida.
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Pues no se, me puedes encontrar como Maricruz Tasies-Riba.
Ahí debería estar :)
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Qué queda demostrado, Gaby?
Para concluir quiero compartir la respuesta del joven que me sorprendido agradablemente. Noten la sencillez pero también cuánto se nota que sabe lo que sabe y que por eso cree.
Daniel Mora Arias dijo: "Tal vez, mientras Pedro lloraba amargamente por haber traicionado a Jesús recordó aquella primera mirada del Maestro, recordó sus palabras y tuvo esperanza"
Con esto doy por concluída la conversación y cierro los comentarios.
Gracias,
Dios te Bendiga!!!
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Luis
Pedro arrepentido: Está en el versículo en el cual se describe que lloró amargamente.
Cristo que lo perdona: En el versículo donde tiempo antes de la Pasión le encargó el rebaño.
Has de saber que para Dios no existe el tiempo de tal manera que el perdón de Dios puede ser previo al corazón arrepentido.
Nose si estoy bien o mal pero es mi opinion :) Dios les bendiga hnos
Que el Señor les bendiga grande, grandemente
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