Cuando parece que falta la Belleza
Antes que nada debo mencionar que ante la Belleza de la Basílica de La Sagrada Familia quedé deslumbrada. Mis ojos no podían creer la luz, la altura, los materiales, al Papa sentado allí en medio de sus Obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas y Pueblo de Dios. El conjunto fue, sencillamente, deslumbrante.
Semejante Belleza, de frente a varios asuntos que me mantuvieron alejada del ordenador así como el trabajo en el invernadero, me hizo caer en la cuenta de que durante la semana le permití a las circunstancias arrebatarme capacidad o disposición para verla y apreciarla.
La Belleza esta semana parecía haberse alejado de mi, ya no era ella gozo, ni búsqueda, ni deleite. Me la dejé arrebatar por las circunstancias así porque así.
El primer robo fue el que permití a una señora católica con la que intercambié correos el domingo antepasado y que se dio a la tarea de llamarme de todo lo que se le cruzó por la cabeza.
El segundo robo fue el que permití a una noticia que recibí sobre cuestión de finanzas, a la que -por un pelito- estuve a punto de dar la importancia que no tiene ni tendrá, como si Dios no se encargara de alimentar a los pájaros y vestir a los lirios del campo.
El tercer robo fue el que le permití perpetrar a tanta gente grosera que en España se organizaba para echar fealdad sobre la visita del Papa. ¡Qué mal me puso todo eso! La verdad que les permití arrebatarme buena parte de mi alegría y no debí hacerlo.
El cuarto robo fue el que -mi debilidad por los descarriados- permite que éstos realicen incursiones molestas sobre mi espacio privado.
El quinto robo fue el de la muerte de más de dos decenas de mis compatriotas víctimas de un aluvión.
El sexto robo fue el pésimo clima que tenemos por causa del huracán Tomás: bajísimas temperaturas, intensas lluvias, dificultades para la horticultura, resfríos y toses. Se podrán imaginar.
En fin, que como habrán podido apreciar y -aunque no fue para menos- la Belleza dejó de ser algo de lo que disfrutara la semana pasada.
Habiéndola superado les digo: hemos que recuperar nuestro anhelo por la Belleza, hemos que evitar a toda costa que las circunstancias nos arrebaten el gusto por ella, nuestra necesidad de ella, el deleite que en ella hallamos y el consuelo que nos entrega.
No se qué harán ustedes, pero yo estoy tomando algunas medidas:
Ayer por la tarde, por ejemplo, que -por razón del mal clima el deterioro de un puente me impide ir con facilidad a misa al templo donde la celebración es como debe ser- debí ir a misa en mi parroquia (en la cual la Belleza es algo prácticamente desconocido), no obstante, hice acopio de mis recuerdos de La Sagrada Familia y del Papa en ese lugar.
Jeje, claro, pasé casi toda la misa mirando al suelo, hasta llegué a considerar que la música charanguera era un ritmo experimental de los coros angelicales, lo cual me parece es válido con tal de que el alma y la razón no dejen de ver y apreciar lo que es verdaderamente importante: que en esa misa, tal y como fue, mi encuentro no era con el sacerdote, ni con la música, ni siquiera con mis vecinos (aunque me alegré mucho de verlos) sino con el Señor.
Cuando parece que falta la Belleza lo que nos queda es abrazar la realidad, este gesto tan simple y a la vez tan humano, es expresión misma de la Belleza.
Me hizo caer de ello en la cuenta La Sagrada Familia con Benedetto incorporado.
¡Dichosos ustedes!
3 comentarios
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Ana, gracias por tu fiel visita, tus consejos y buenos deseos. Así será.
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Gracias a ti, Tineo.Lo de fuerte, no se, lo de la fe si que lo se :)
Sobre los robos... creo que la Divina Providencia es sabia y nos sabe restituir esas pedacitos de nosotros que nos dejamos por el camino. Lo formidable, es que los pedacitos que nos devuelve son mejores que los que hemos "perdido".
Saludos :)
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