Gratitud
Lo se. Demasiado bien lo se. En demasiadísimas ocasiones últimamente las noticias, los problemas, las “precisas” del trabajo, las pequeñas discusiones, qué se yo, tantas cosas me hacen olvidar dar las gracias.
Les confieso, me gusta que el clima esté como está, nublado, gris, silencioso, misterioso, como dice mi amiga Natalia que por haber nacido y vivido en un lugar muy cercano a la costa esto de la bruma y el frío le resulta “misterioso”.
Me gusta que esté así el clima porque llama a introspección y hoy, un pequeñísimo detalle que pude apreciar en el camino a casa cuando regresaba de la tiendita donde andaba trayendo alguna cosa me metió de lleno dentro de mi misma y me encantó. Buena falta me hacía, me doy cuenta.
Tras ese detalle recordé también un pasaje hermosísimo de don Gius que leí, no se si ayer, dice así:
“Lo que caracteriza a una persona que ama el destino de las cosas, es decir, un alma libre que vive la dimensión de la libertad, es una característica humanísima que se encuentra en los sencillos de corazón, que se encuentra muy a menudo en los pobres, y cuando se encuentra en un rico o en un hombre inteligente y culto es realmente un milagro: la gratitud… ¡La gratitud! Un matiz de gratitud, como una orla de gratitud, un relieve de gratitud, un matiz de gratitud en cada acto que se lleva a cabo, en todo lo que hace… Esto es lo más bello que se puede ver en el rostro y en la actitud de una persona”. Luigi Giussani, ¿Se puede vivir así?, Ediciones Encuentro
Les decía que de camino a casa noté un detalle, la bondad de ese detalle me hizo recordar otros y todos ellos me llevaron a recordar este texto y a despertarme las ganas de venir a compartirlo con ustedes.
Pues ese pequeño detalle consiste en que, en medio de la bruma y de la llovizna persistente, vi venir hacia mí a Marta y a Melissa que, con su ropa deportiva y una sombrilla, mostraban indicios de que regresaban de su caminata diaria por los alrededores.
Estas dos mujeres son madre e hija, la madre como de cincuenta años y la hija podrá tener unos veintitrés. Verlas tan dedicadas a lo suyo, ejercitándose juntas como grandes amigas, tan valientes para caminar debajo de la lluvia y en medio de la bruma, casi de noche y con el frío, me hizo sentir gratitud, una oleada de gratitud.
Fue entonces cuando recordé que la otra tarde vi a Yamileth con su hijo paseando en bicicleta y luego recordé a Ana con José Miguel que de continuo se los ve juntos. Recordé a Anaís con la catizumba de sobrinos cuando van al río, recordé a Jota D cuando la mamita arma esos fiestones en la casa con la excusa de celebrar cualquier cosa, recordé a José Daniel y a Héctor trabajando junto a su madre en el comedor de las fiestas patronales, me vino a la memoria Jorge con sus hijos trabajando en su pequeño restaurante, recordé a Guillermo que prácticamente adoptó al hijo de Francisco para que no anduviera “destorrentado” vagando por las calles y fue cuando entonces la oleada de gratitud se convirtió en tsunami, definitivamente, un tsunami.
En cuántos poblados del mundo con menos de 3.500 habitantes habrá tantos padres de familia que hacen cosas junto a sus hijos adolescentes o adultos? Cuántos? No me parece que deba de haber muchos, no creen? De ahí la gratitud en modalidad tsunami. Lo ven?
Dice don Gius que la gratitud “es lo más bello que se puede ver en el rostro y en la actitud de una persona” y digo yo que si existe un rostro agradecido es porque ese rostro primero tuvo que alegrarse en la gratuidad del don de Dios.
Oh, Señor, ten piedad y misericordia de nosotros y ¡danos un corazón agradecido!
Bendito sea el Señor en su generosidad.
¡Deo omnis gloria!
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Días más tarde:
Le comuniqué a Melissa que la había citado en esta nota junto a su mamá y fue cuando me respondió:
“Gracias por incluirnos en el artículo, la verdad es que tienes razón Dios con pequeños detalles nos recuerda su gran amor y gratitud hacia nosotros, de ahí que es fundamental tomarnos un minuto de nuestra vida para darle gracias por amarnos tanto!!En lo personal me siento muy afortunada por tener a mi lado a mi mamá y compartir esos pequeños detalles que nos permiten disfrutar de esta vida y seguir adelante ante cualquier adversidad!!! Que dicha que te servimos de inspiración y ojala que muchas personas lean el blog porque tiene un mensaje muy provechoso!!”
Gracias a vos Meli y a tu hermosa mamá.
2 comentarios
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Ana,
Lo que me sorprendió fue caer en la cuenta que un solo detalle me llevó a recordar cuánta gente cercana a mi realiza actividades tan humanas y felices. Como dices, cosas de las que nos damos cuenta y que las disfrutamos.
La gratitud crea la conciencia de que sin eco no hay voz, y de que las notas del pájaro más solitario el pulso de otras aves sin duda las dictó. La gratitud hilvana el tejido humano con invisibles hilos de bondad. Por eso la vida se ensalza entre los que como aurora alumbran y los que emprenden su camino sin que su corazón olvide la primitiva luz virginal.
La gratitud convierte el triunfo en calma, aplaca la libertad del poder, serena el fuego del yo. El humo cálido de la gratitud humana nunca se desvanece. Descalza anda la gratitud porque no necesita ser anunciada. Su beso anuda dos almas. La gratitud es bautizo para la condición humana. Infancia sostenida a través de los años. Es un planeta arrodillado que gira alrededor de una madre. La luz inmarcesible de la gratitud sostiene en sus brazos el cuerpo de una rosa perfumada...
Un saludo cordial, amiga Maricruz
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