Cristo ha de ser el protagonista
Fue interesantísima la dinámica que se desarrolló y supongo que continuará en la anterior entrada a este blog sobre el tema de la reevangelización de España.
Agradezco enormemente sus aportes y a los lectores que las habrán seguido.
Quisiera destacar varias cosas:
1- Agradezco a quienes respondieron y en particular a uno que me hizo llegar su comentario de forma privada cuyo nick es Jacintonio.
2- Agradezco de las respuestas aquellas que fueron puntuales tal y como se los pedí.
3- Únicamente pocos comentaristas respondieron las preguntas y no todas, particularmente no respondieron la que requería una respuesta en primera persona: ¿Tú, a quién escucharías? sobre la que tenía gran interés.
Ahora bien, tres respuestas llamaron mi atención, como ya dije, la de Jacintonio, la de Camino y la última que leí que fue la de José Ángel Antonio.
Me llamaron la atención por varios motivos:
1- Valoraron las preguntas que hice puesto que las respondieron casi tal y como lo pedí.
2- Tuvieron caridad en sus palabras, en la forma en que estructuraron sus respuestas y en la manera en que involucraron más de un aspecto de la doctrina, el Evangelio así como su vida de fe comunitaria y personal.
3- Respondieron además con fe y con esperanza.
De seguido coloco un fragmento de la respuesta privada que me ofreció gentilmente Jacintonio y me gustaría que luego releyeran la de Camino y la de José Ángel Antonio y notaran en sus textos los tres puntos que señalé: caridad, fe y esperanza.
Con fines meramente pedagógicos, he traído al principio lo que Jacintonio me ha dejado dicho hacia el final de su comentario, es lo siguiente:
“A veces termina uno asustado leyendo comentarios en los blogs, pues en algunos se trasluce un cierto tufillo anticristiano, y no sabe uno qué buscan; eso, aparte del lamentable espectáculo de disputas y rencores provocados entre muchos intervinientes, que no pueden hacerles bien, ni a ellos, ni a los que, leyéndolos, se ven empujados a seguir por ese camino. Muchos lectores ven un mal ejemplo, y los malos ejemplos manchan. No sólo leen un blog los que intervienen con comentarios, también mucha gente en muchos países, que se limitan solo a la lectura. Veo también, con frecuencia, una total falta de caridad para con gentes y sacerdotes que obran con muy buena voluntad, por motivos de escasa o nula importancia: da la impresión de que lo que se busca es echar por tierra su labor. Y comprendo que haya blogs que no admitan comentarios. Con todo, dejo a su criterio el comentar o publicar lo que considere oportuno, libremente y sin reservas".
A continuación el fragmento de Jacintonio que seleccioné:
“…si hablamos de re-evangelización. Uno piensa que para muchos alejados “llueve sobre mojado” o “están de vuelta de todo”. Los alejados de la fe que otrora la vivieron, o que la conocen sólo por referencias culturales o históricas que consideran superadas, no son niños que los padres traen a la catequesis. Por eso son dos los colectivos más importantes a tener en cuenta, los cuales requieren tratamientos distintos: la catequesis es algo que se busca intencionalmente por el que la recibe, es para los que vienen a la fe traídos por sus padres junto con sus padres, o vienen a la fe por iniciativa propia; pero los que perdieron la fe en Dios, en Jesucristo, en la Iglesia, en los sacerdotes, el papa, los cristianos… requieren ser “re-evangelizados”, cosa imposible si no hay voluntad por parte de ellos. (Aunque Dios, que lo puede todo, puede ablandarles el corazón. La oración puede hacer mucho).
1º. Hay que tener en cuenta que la fe es una gracia que Dios da y por eso hay que pedirla: la oración es lo primero, tanto en el evangelizador, que mira a la conversión de todos, como en el catequista, que mira a la formación de muchos. El catecúmeno reza, pero el increyente, normalmente no, por eso hay que rezar por él.
2º Todos, pero sobre todo el que ha perdido la fe, no se fijará tanto en las palabras como en las obras, por lo tanto es importante no defraudarles, y eso puede ser heroico por parte del buen cristiano, por eso, nos hace falta que recemos por nosotros mismos, al mismo tiempo que actuemos según nuestra fe. Rezar unos por otros agrada mucho al Señor, pues se resalta nuestro carácter de familia cristiana, de hermanos en Cristo: la Comunión de los Santos.
3º Los misterios de nuestra fe se transmiten viviéndolos: “Éste es el misterio de nuestra fe”, pregona el sacerdote tras la consagración de la misa, y todos contestamos:
“Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven Señor Jesús!”. Cualquiera de las aclamaciones posteriores inmediatas a la consagración es un buen lema a seguir una catequesis.
3º No perdamos la esperanza viendo los resultados, pues bien sabe Dios dónde hacer fructificar nuestros desvelos: nosotros somos el arado y Dios rotura la tierra, siembra, hace llover y crecer y, finalmente, recoge. El día que nos llame a su presencia, veremos que el primer fruto logrado es nuestra propia santificación. Después, veremos la cosecha, que podrá ser distinta a lo que nosotros buscábamos pero, sin duda, muy superior en valor pues habrá sido la obra del mismo Dios con nosotros. Además, junto con los sudores, no nos faltarán los consuelos frecuentes, si de verdad queremos servir a Dios trayéndole nuevas almas. Pienso que el Señor se retrae de que veamos frutos, porque no somos como María, pues nos gloriamos en nosotros mismos, no en el Señor.
4º No perdamos de vista que la fe es un don de Dios, y que el increyente observa de continuo el comportamiento del cristiano. La gran dificultad está en las obras. La fe ha de ser operativa, eficaz: “muéstrame tu fe sin obras, y yo por las obras te mostraré mi fe” (Santiago, 2, 18). Y estas obras han de surgir de nuestra fidelidad a la Iglesia, recorriendo los caminos que la Iglesia, como Madre, nos proporciona: son obras mostradas a todos los que nos observan, como parte de nuestra predicación “callada”, y no tan callada cuando otros nos pidan explicación de nuestra conducta.
5º Es muy positivo que el catequista, paralelamente a su trabajo de catequesis, y según las circunstancias lo permitan, (capacidad, salud, tiempo disponible, vocación, etc., etc. …) lleve a cabo o asista a una actividad caritativa, a fin de dar un ejemplo práctico y explícito a quien recibe algún tipo de catequesis o enseñanza cristiana.
6º Y, finalmente, sentido común, mucho sentido común y cordura. Y no buscarnos a nosotros mismos sino, como San Juan, buscar mermar para que Cristo crezca. Cristo ha de ser el protagonista.
Todo esto es lo que se me ocurre decirle, pero estoy seguro de que se podrían decir muchas cosas más.
Gracias por acoger mi respuesta.
Saludos, y que Dios nos bendiga.
Por último, si a mi -como Latinoamericana- me preguntaran: “Cuando de reevangelización se trata ¿Tú, a quién escucharías?” respondería que de seguro a ellos tres. Por qué? Porque es clarísimo para mi que para responder han hecho un ejercicio de introspección, han leído los signos de los tiempos y que para ellos Cristo es el protagonista de la Evangelización, es decir, con ellos mi encuentro ha sido con un ser humano diferente de la mayoría..
1 comentario
Un saludo.
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Pablo,
Jacintonio, si hubiera habido premio para mejor respuesta, se lo hubiera llevado.
Gracias,
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