Los demonios y la literatura (II): 12 relatos sobre pactos infernales

                           «Fausto y Mefistófeles». Eugènesia Siberdt (1851-1931).
   

    

 

«Me he entregado al presente espíritu enviado, que se llama Mefistófeles, servidor del Príncipe infernal de Oriente (…). Yo prometo y me sujeto con él para que, a los veinticuatro años desde la fecha de esta carta, él pueda a su guisa y modo hacer conmigo lo que le plazca, y regirme, dominarme y tenerme en su poder, en todo, sea cuerpo, alma, carne y sangre y bienes, y eso para la eternidad».

Fausto (1587). Johann Spiess

 

 

El tratamiento que la literatura ha dado a Luzbel y a sus demonios, sin dejar de ser lúdico o estético, ha sido, en la mayoría de los casos, eminentemente pedagógico e incluso evangélico. Ya sea para impartir una enseñanza moral, para emitir una advertencia cautelar o para ilustrar el deplorable efecto que el Insidioso y sus secuaces pueden causar en el hombre, la literatura ha venido empleado a los ángeles caídos como personajes de ficción.

Una de las fórmulas más comunes de expresar esta relación ha sido la del pacto: la seducción llevada a cabo por el Maligno a través de la mentira, aprovechando la debilidad humana surgida del orgullo, y por derivación, de la ambición desmedida de poder, saber y placer (libido dominandi, sciendi et sintiendi), plasmada en un acuerdo cuyo precio suele ser el alma humana. El origen de dicho convenio radica en el hombre en una inicial cupiditas (deseo desordenado por un bien caduco), pero puede derivar –como lo desea el tentador– en una superbia que entraña una aversión deliberada a Dios. Y, dado que el fin que se pretende alcanzar mediante ese pacto es insano y pecaminoso, el resultado del mismo es, casi siempre, un justo castigo.

Les hablo de pasiones desordenadas, de ambición y de deseos desmedidos.

Aquino concibe esa desmedida ambición como el vicio opuesto a la virtud de la magnanimidad. Él define la ambición como un deseo de honor. Aunque este deseo no siempre es negativo. Puede ser producto del pecado de orgullo –cuando la ambición yerra en su objeto o se torna desmedida–, pero también puede ser el impulso que conduce a la realización de grandes obras. En este último caso, la virtud de la magnanimidad que resulta, implica que el deseo de honor ha sido moderado por una evaluación precisa de las propias capacidades y del beneficio potencial que tal honor proporcionará al bien común o al prójimo. En el primer caso, la ambición, al derivar en vicio, pone el énfasis en el honor a alcanzar y en el beneficio personal de quien lo busca y recibe. Y esto último es precisamente lo que buscan alimentar estos pactos demoníacos. Por ello, no es de extrañar que los viciosos puedan acabar entre el crujir de dientes y un acre olor a azufre.

No obstante, para que tenga lugar el encuentro demoníaco que precede al pacto, es preciso que medie invocación. Aunque, es verdad que no es necesario mucho esfuerzo y formalidad: Satán y sus secuaces acuden prestos ante cualquier llamada o indicio de debilidad, por pequeño que sea, incluso per accidens. Así, el Mefistófeles de Christopher Marlowe le dice a su Fausto:

«Pues si alguien escarnece el nombre de Dios,
de las escrituras y de Cristo abjura,
acudimos por si obtenemos un alma;
no venimos si no usa medios tales que con la eterna condena peligre.
Así que el más breve de los conjuros
cabe en que de la Trinidad se abjure
y se rece al príncipe del Infierno».

Hay numerosos cuentos que tratan estas cuestiones. Unos muy famosos, otros no tanto. Hoy voy a relacionar algunos de entre todos ellos.

Y, voy a empezar con los escritos en lengua española, donde la tradición de este tipo de historias es larga. Como escribe Mario Sanz Elorza:

«El pacto satánico ha dado lugar a innumerables leyendas, desde los primeros tiempos del cristianismo. Por ejemplo, la vida de San Cipriano de Antioquia, que antes de mártir fue nigromante, inspiró a Calderón de la Barca en “El Mágico Prodigioso". En la comedia de Lope de Vega “La gran columna fogosa", parecen vislumbrarse algunos episodios de la vida de San Basilio Magno, iniciado en la religión a partir del ejemplo de los eremitas de Siria y Arabia en la superación de las tentaciones del maligno. En “Milagros de Nuestra Señora", Gonzalo de Berceo ejemplifica la intercesión de la Virgen María para salvar a un pecador, de nombre Teófilo, del pacto satánico».

Sobre estas raíces nuestros literatos han construido cientos de cuentos con demonios como protagonistas y pactos demoníacos como argumento. Les presento los siguientes:

Uno de los primeros relatos de los que tenemos registro es el que nos transmite el Conde Lucanor, en su Exemplum XLV, «De lo que contesçió a un omne que se fizo amigo e vasallo del Diablo», en el que el diablo pacta con un pobre asegurándole que, cada vez que lo detengan por robar, lo salvará si lo llama «don Martín». Como consecuencia de haberse fiado del padre de la mentira, «perdió aquel omne el cuerpo e el ama, creyendo al Diablo e fiando dél».

En pleno Romanticismo, Gustavo Adolfo Bécquer escribió La cruz del diablo, (que forma parte de sus famosas Leyendas), donde nos narra la historia de un señor feudal depravado y ruín que, tras su muerte, hace un pacto con el diablo para poder seguir rondando sus tierras a fin de sembrar en ellas el terror y la muerte. Más, la intervención de un santo ermitaño, actuando bajo la intercesión de san Bartolomé, y «el esfuerzo de los campesinos, la fe, las oraciones y el agua bendita consiguieron, por último, vencer al espíritu infernal».

La segunda vez es el título de un cuento fantástico escrito por Miguel Ramos y Carrión, que trata de la predestinación y de la tendencia, tan humana, a tropezar dos veces con la misma piedra. Ramos y Carrión nos cuenta la historia de un anciano que desea vivir de nuevo su vida para no cometer los mismos errores. Esto le lleva a pactar con el demonio, pero acaba cayendo nuevamente en las mismas faltas, razón por la cual termina perdiendo el alma.

En Cuento inmoral, doña Emilia Pardo Bazán nos presenta una modernización del clásico pacto: el diablo ya no exige el compromiso expreso de vender el alma, puesto que la proliferación y el incremento de intensidad de las meras tentaciones le bastan para hacer sucumbir a muchas almas. El diablo le dice a Desiderio, el protagonista de la historia, lo siguiente:

«Hace cinco siglos, yo te haría firmar con tu sangre un pacto donde declarases que me vendías tu alma por los bienes de la tierra. Hoy todo ha progresado, hasta la fórmula de los pactos diabólicos. ¿A qué comprar almas que ya se entregan? El contrato es libre, eres dueño de romperlo a cada instante. Quedas en posesión de tu albedrío».

¿Podrá Desiderio resistirse a las tentaciones del mundo, o habría hecho mejor el diablo arrancándole un pacto expreso?

En el relato que lleva por título, Nuevo contrato, Leopoldo Alas Clarín reproduce un diálogo entre Fausto y Mefistófeles. Fausto, inquieto por las cuestiones filosóficas de su tiempo, se enfrenta a la propuesta del diablo, quien le ofrece un nuevo tipo de contrato en el que, a diferencia del clásico pacto luciferino, no se vende el alma a cambio de una plena sabiduría, sino el corazón. Fausto acepta y adquiere el saber total, descubriendo que el secreto de la realidad —el primer motor del mundo— es el amor. Sin embargo, ya no puede amar, pues su corazón le ha sido arrebatado.

Por último, Juan José Arreola, con un título inequívoco, Un pacto con el diablo, nos lleva a un cine de barrio para presentarnos, en un escenario inédito, una nueva artimaña estafadora de un demonio, y contarnos cómo el protagonista lidia con ella.

En otras lenguas hay también abundancia de relatos:

La apuesta del diablo, de William Makepeace Thackeray, nos presenta la historia de Sir Roger de Rollo, un caballero medieval disoluto y pecador. Una noche, el diablo se le aparece y le propone una apuesta: si puede encontrar a alguien que ore por su alma en las siguientes veinticuatro horas, el diablo no se lo llevará al infierno. En caso contrario, perderá su alma. El cuento mantiene el tono humorístico característico de Thackeray, pero también encierra una crítica mordaz a la falsa piedad y a la idea de que la redención puede ser comprada.

El diablo y Tom Walker, de Washington Irving, es una alegoría moral contra la avaricia y la búsqueda de ganancias terrenales, conductas siempre pecaminosas que deben ser castigadas, aun cuando el castigo pueda llegar a sorprender al propio pecador, como sucede en el caso de Tom.

El Diablo en la Botella, de Robert Louis Stevenson, es un relato en el que el autor escocés demuestra su conocida maestría narrativa, urdiendo una historia que invita a la reflexión sobre la naturaleza del deseo humano y sus consecuencias, y en la que la avaricia, la culpa y la lucha de la razón contra las pasiones se entrecruzan, dando lugar a un desenlace inquietante.

El jugador generoso, de Charles Baudelaire, es otro cuento estimable. Incluido en su obra El Spleen de Paris, relata el encuentro y el pacto entre el protagonista y un diablo diletante, apacible y locuaz, que nos revela un secreto a voces: que, de sus numerosas trampas, la más lograda es persuadiros de que no existe, tal y como comprobamos hoy, día sí, día también. El pacto alude a ese tedio (seguramente acedía) que acosaba tanto al autor como a muchos otros de su tiempo y del nuestro. Así, el diablo, a cambio del alma, le ofrece al protagonista el mejor bien que éste puede desear en ese momento:

«… la posibilidad de aliviar y vencer, durante toda vuestra vida, esa extraña afección del hastío, fuente de todas vuestras enfermedades y de todos vuestros miserables progresos».

Lo que no pienso decirles es en qué acabó todo ello.

También los literatos rusos han frecuentado el asunto. Así, Nicolás Gógol, por supuesto, está en la lista, con El retrato (Портрет) en el que el maestro ruso nos presenta a un joven pintor llamado Chartkov que hace un pacto con el diablo para obtener fama y éxito en su arte. Sin embargo, el precio de este éxito resulta ser más alto de lo que esperaba el protagonista, y su vida se ve envuelta en tragedia y ruina moral. Al parecer, lo que Gógol pretendía con este cuento era presentarnos el retrato pictórico como lo opuesto al icono: el diablo se hace presente a través del retrato, de la misma manera que los santos lo hacen a través de los iconos.

Por supuesto, en un listado ruso no podían faltar León Tolstoi, de quien les propongo uno de sus más famosos cuentos, de título, ¿Cuanta tierra necesita un hombre?, un relato corto en el que un campesino llamado Pahóm hace un pacto con el diablo para obtener tierras y prosperidad.

«El diablo se había sentado detrás de la estufa y lo había escuchado todo. Se había alegrado mucho de que la mujer del campesino hubiera inducido a su marido a alabarse (…)
—De acuerdo —pensó el diablo—. Haremos una apuesta tú y yo: te daré mucha tierra y, gracias a ella, te tendré en mi poder.»

El trato que le ofrece el demonio es el siguiente: será suya toda la tierra que pueda recorrer en un día, pero si no regresa al punto de partida antes de que el sol se ponga, perderá su alma. De nuevo, el refranero popular puesto en acción: «la avaricia rompe el saco», y como corolario de ello, también hace perder el alma.

Espero que esta selección sea de su gusto y del de sus hijos. Pero, en todo caso, aun enfrascados en su lectura, no olviden nunca aquello de lo que nos advierte Heinrich Heine en los siguientes versos:

«Mortal, no te burles del Diablo,
La vida es corta y pronto acabará,
Mas, el “fuego eterno”
No es un vano cuento de hadas».

13 comentarios

  
José Ángel Antonio
El Diablo en la Botella, de Robert Louis Stevenson, es un cuento magnífico, que hace pensar mucho, en la creatividad para el bien y para el mal, y en que los recursos son limitados, pero con ingenio puedes ganar un poco más de tiempo para mejorar.
07/02/25 9:42 AM
  
JSP
1. Más allá de la literatura ficción, voy a ceñirme a la literatura real eclesial y del Exorcismo, de pactos y derechos de los demonios que le concede el hombre caído.
2. Primero, ¿puede pactar el hombre con el diablo y sus demonios? Si, por estar vacío de Dios, en estado de Desgracia: vida de pecador, rencor y/u ocultismo; y por actividad espiritual voluntaria y consciente.
3. ¿Existen pactos reales con el diablo y sus demonios? Si, de ello da fe el Sacerdote exorcista como notario de la realidad angelical caída. Por ej. un budista tibetano, un hinduista, un masón especulativo, un brujo, un new age, un jugador de ouija, ...
4. Un masón, por poder, poseer y placer mundano, tiene literatura de pacto con Lucifer en cada grado del rito escocés, por ej. y específico en grado 29-30 de rechazar, odiar y pisar la Cruz de Cristo ante la estatua de Befomet (representación de Lucifer). Tal es el pacto de Lucifer y el masón de la logia con el número 666 de los Rockefeller que da origen a la ONU.
07/02/25 11:10 AM
  
Auriga Virtutum
JSP

en estado de Desgracia

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Desgracia en mayusculas ?? Interesante, XD

¿ Qué nos puede decir del numero 666? Expláyese, caballero

07/02/25 11:25 AM
  
Salmantino
Siento ser reiterativo, pero sus artículos son extraordinarios.
07/02/25 12:03 PM
  
JSP
1. La literatura ficción católica acerca de los ángeles caídos es un buen instrumento pedagógico cristiano, si tiene trasfondo real transcendente sobre la Doctrina y Moral católica, advirtiendo del peligro de segunda muerte por el engaño a la libre disposicion del pacto con el Diablo.
2. Pues, la visión cristiana de la magia (prácticas de adivinación, curaciones, encantamientos, ...) y obtención de otros poderes, posesiones y placeres, tuvo como principal precursor a San Agustín de Hipona. En sus dos obras, De civitate Dei y De trinitate denuncia que la magia es un arte bárbaro, fuera de las tradiciones romanas, y que tienen como principal motor al Diablo y los dioses paganos (demonios), convirtiéndola en una manifestación que va en contra del verdadero y único Dios, puesto que estas prácticas iban destinadas a engañar a los hombres y desviarlos del culto cristiano.
3. La Iglesia debe procurar que esas prácticas sean desmanteladas y desacreditadas por el Bien Común eterno y el bien común temporal, bien atacándolas directamente en forma de condena eclesial y civil, excomunión pública y esfuerzo legislativo. Aquí podemos darnos cuenta del inmenso daño del Liberalismo político desde la Rev. Francesa y la Masonería por separar Iglesia-Estado en materia de Fe y Moral, de las democracias liberales actuales, por la que tantas almas se han perdido y se pierden. Sólo baste ver el botón de muestra del tarot televisivo, la exaltación de las logias masónicas como estructuras de pecado que invaden la ONU, la Unión Europea y la mayoría de los gobiernos liberales y totalitarios del mundo.
4. San Agustín muestra a las artes mágicas como un engaño o falacia del Diablo, para así controlar a los hombres. Este es el germen del Canon Episcopi, un texto de origen carolingio, pero editado en los siglos X y XI por Regino de Prum y Burgardo de Worms, cuyo mensaje claro especifica que los poderes de los demonios no van más allá de producir ilusiones y fantasías.
5. Así en forma doblemente efectiva se desacredita estas prácticas, y por otro, se pone en su lugar real al diablo por debajo de la Autoridad de Dios:

“El Diablo, en efecto, se transforma en toda clase de figuras y apariencias humanas, y, engañando en sueños al alma que tiene cautiva, tan pronto le muestra acontecimientos felices, como desgracias o personajes desconocidos. Así es como el Diablo conduce al alma por caminos aberrantes. El alma es inducida, pero el espíritu cree que todos esos fantasmas son reales y no imaginarios. ¿Quién, si no en sueños y en las pesadillas nocturnas, es sacado de sí mismo y ve mientras duerme lo que jamás ha visto despierto? ¿Quién puede ser tan tonto y estúpido para imaginar que tales fantasmas, fruto de la imaginación, se presentan corporalmente?”

6. Guillermo de Auvernia también habla de otros dos tipos de magia: la ilusoria, y la demoníaca. Dos ejes importantes son los que guían su teoría de las operaciones demoníacas, y del pacto con el Diablo:

- prodigios (milagro preternatural) que son obra de demonios (malignorum spiritum ministerium), y que no se deben confundir con los de la Ciencia natural, porque el Diablo, a pesar de ser también una creación divina, se ha separado del orden natural por su invisibilidad en el lado de la ‘no-existencia’: “Estas maravillas son hechas por la naturaleza, a través de los poderes que le ha dado el Creador, los hombres de esta ciencia creen que son los demonios quienes las realizan, y por esa razón les atribuyen no solo un poder grande y admirable, sino uno total, y esto es una doble injuria a Dios.”

- el encantamiento y las palabras, como parte de la magia. Siguiendo las ideas de San Agustín, confiere a los signos no un significado propio, sino aquel que el hombre le da, por lo que no considera que las palabras tengan poderes por sí mismas. Esta creencia es catalogada como una de las diez formas de idolatría existentes, pues el mago es un idólatra que cree dominar el mundo a través de sus prácticas, puesto que la única Palabra que tiene poder es la de Dios. Por lo tanto, ¿Cuál es el rol del pacto dentro de la magia demoníaca? Guillermo establece un paralelismo con las liturgias y sacramentos cristianos, y tanto como unos como otros revelan un poder: sobrenatural, de Dios; o preternatural, del diablo.
7. La eficacia de las prácticas mágicas no reside en las palabras, sino en el culto que se presta al poder demoníaco; esa relación de culto se cristaliza en el establecimiento de un pacto, en el que el mago pide prodigios a cambio de someterse a la voluntad del Diablo: “(…) del mismo modo que estos magos obtienen cosas que los hombres admiran, no por el poder de las palabras que pronuncian o escriben, sino por la reverencia que muestran a los demonios mediante sus plegarias de forma oral o escrita”.
07/02/25 12:27 PM
  
JSP
1. Auriga Virtutum, Desgracia en mayúscula por medicinal, porque es Segunda Muerte: vida eterna sin Caridad en Dios. Del 666 que calcule el inteligente.
2. Señor nick del Catecismo Mayor dinámico, así es: "El mayor triunfo del enemigo ha sido convencer al mundo de que no existe". Aunque me parece que lo tiene encantado con el animalismo del PACMA contrario al mandato divino del Génesis.
07/02/25 12:36 PM
  
JSP
"Ya sabemos que para usted el Catecismo MAyor de San Juan Pablo II es papel mojado."

1. Le reitero, señor nick del CCC dinámico, que acepto absolutamente el Catecismo Mayor actual, excepto en lo opinable, en lo que no es materia de Fe y Moral.
2. Y me parece que está encantado porque interpreta mal.
3. ¿Cree usted que es pecado mortal lo que hace el torero y su cuadrilla, empresario y demás, y los que pagan la entrada? Para mi no lo es.
4. Y las tórtolas son para comerlas supongo. Usted sí que hace muchos juicios ideologizados: cazador, pescador, torero, ... Reflexione si no está engañado por la ideología animalista y lea el Génesis. Por supuesto, maltratar a un animal o matarlo sin sentido atenta contra la Creación y es pecado. Pero, no meto en ese saco ni al pescador, cazador, torero, ...
07/02/25 1:07 PM
  
Teresa Lodones
"El maestro y Margarita" escrita por Mijael Bulgákov que narra la visita del diablo a la Unión Soviética.
Merece la pena de leer.
Teresa
07/02/25 2:31 PM
  
JSP
1. Señor nick del CCC dinámico, en especial de tradición idolátrica animalista ideologizada de marxismo, me parece que su ignorancia le lleva a un juicio injusto de la tauromaquia, atribuyéndole incluso origen demoníaco y sustituyendo a Dios en Su Juicio, estableciendo en el mal moral y de pecadores a los hombres relacionados con la misma. Pero, parte de su gran ignorancia por lo que escribe.
2. Le puedo asegurar que hay más católicos en una corrida de toros que en partido de fútbol.
3. Para romper su ignorancia, en el Coliseo de la Roma pagana podía usted tener razón por lo que se hacía con los hombres y el uso de los animales. Pero, precisamente fue en el Circo de la Roma cristiana donde desapareció lo indigno con el hombre (gladiadores, cristianos devorados y quemados, etc.) y devino la Tauromaquia como arte, festejo, valentía, nobleza y negocio, que como ya le comenté es con sentido el uso del animal desde su crianza hasta su matanza o arado (buey, que también se come).
4. Le reitero que su odio si que puede ser por encantamiento demoníaco. Gástese los eurillos en el abono de una temporada e intente entender la tauromaquia, antes de mal juzgar, que la gente no va a lo que usted dice, porque lo que hace es literatura ficción en favor del demonio desde la ideología inmanentista de idolatría de los animales. La caza y pesca deportiva tampoco es pecado, como no lo es la tauromaquia.
07/02/25 7:07 PM
  
JSP
1. Guillermo de Auvernia define el encantamiento como una señal dirigida a los demonios, como parte de ese pacto diabólico. Esta interpretación tendrá un papel importante en la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino.
2. El doctor angélico, el Aquinate, recoge varios apartados dedicados al conjuro demoníaco, sortilegios y adivinación (pacto con el Diablo y sus demonios).
3. Sobre el conjuro afirma que: “Quien conjura a una persona, por este solo hecho forma sociedad con ella. Pero, con los demonios no se puede hacer sociedad ninguna, según las palabras de San Pablo: No quiero que estéis en comunión con los demonios. Por consiguiente, no es lícito conjurar a los demonios”. Cuando Santo Tomás habla de formar sociedad, se refiere a establecer una alianza en términos de asociación (pacto), lo cual también fue enunciado por Guillermo de Auvernia: el mago obtiene beneficios, creyendo que domina a los demonios, pero en realidad, es el Diablo quien le controla. Ante esta situación, la respuesta del teólogo escolástico es contundente: “Hay dos modos de conjurar, el primero bajo forma de oración o de persuasión a cambio de cualquier cosa sagrada; el otro por el contrario bajo forma de imposición. Ahora bien, conjurar a los demonios de la primera forma no es lícito [para el cristiano], porque este modo presupone cierta benevolencia o amistad, que no se puede tener para los demonios. Por el contrario, el segundo modo de conjurar, el de la imposición, es lícito para algunas cosas e ilícito para otras (…) Podemos ahuyentar a los demonios enemigos, conjurándolos en razón del Nombre de Dios, para que no nos hagan mal, no espiritual ni físico, mediante el poder que nos dio Cristo (…) Pero no es lícito conjurar para aprender u obtener de ellos alguna cosa; porque eso entrañaría cierta comunicación con ellos”.
4. Santo Tomás de Aquino, especifica el trato que se puede tener con el Diablo y seguidores, pero además es mucho más preciso a la hora de hablar del pacto. Se puede dar de dos formas, una tácita, que se produce como consecuencia de entablar comunicación con ellos, como se ha dicho anteriormente, y otra explícita, cuando el mago, consciente y libre, establece una alianza de culto y servicio al Diablo. La idea de que el mago es libre para actuar, es otra de las cuestiones que había planteado Guillermo de Auvernia, pero es Santo Tomás quien la deja más clara, el mago escoge ser un siervo del Diablo, aceptando sus condiciones (¿el pacto de Fausto?). La magia había dejado de ser una ilusión, como aseguraba el Canon Episcopi, ahora no solo era una realidad, sino que se situaba a sus practicantes como enemigos de la Fe y de la Iglesia Católica.
07/02/25 7:29 PM
  
JSP
1. Señor nick del CCC dinámico, no dedico más tiempo, y menos a lectura de tanto disparate concatenado, a su vana defensa antitaurina, pues es literatura ficción demoníaca.
2. Lea el Génesis para que compruebe que va contra la Palabra de Dios en su alegato antitaurino.
3. Por sufrimiento animal puede irse a Holanda, y visitar un silo-granja, donde meten al becerro pequeño en una celda de los mínimos metros cuadrados necesarios a su máximo tamaño, no puede darse la vuelta, hasta su momento de muerte por shock eléctrico. El animal sufre toda su vida. Pero, Dios lo creó para alimento del hombre.
4. El toro sufre unos 10' desde que nace hasta su lidia, el que es lidiado. Y el que es lidiado es por negocio lícito para un católico. Lo que no tengo claro si el buey sufre tirando de un carro o arado hasta que se inventó el tractor y en las romerías. Por favor, reflexione y elija bien su pensamiento y palabra en católico, porque bajo su dirección vendría mucha miseria moral y ruina material. Fin.
07/02/25 10:02 PM
  
JSP
1. En los SXIII y SXIV la Iglesia combate el pacto con el Diablo a través de la Inquisición, hoy Dicasterio Doctrina de la Fe, con tratamiento de herejes: IV Concilio de Letrán, Summa de officio inquisiciones y Juan XXII, Super Illius (pena excomunión). Pero, también con las artes visuales de las imágenes y la literatura.
2. En todo tiempo de Iglesia se da el verdadero milagro obrado por Dios -la muestra del poder divino en el mundo de los hombres, es un hecho recurrente en la historiografía cristiana- y, en estos siglos, se hace especial hincapié en los milagros por intercesión de la Virgen María.
3. En la literatura, como bien apunta el señor Sanmartín, encontramos Los Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo, y las Cantigas de Santa Maria de Alfonso X el Sabio. La expresión literaria del milagro mariano se da para romper el pacto con el Diablo. La trama argumental, así como los personajes apenas se han visto alterados: Teófilo es un monje que vive en la localidad oriental de Adana. En un momento de fracaso personal, busca los servicios de un mago judío para invocar al Diablo, y poder establecer un pacto con él. Una vez formalizada la alianza, Teófilo se ve colmado de riquezas y prestigio en su comunidad. Aún así, se da cuenta del gran error que ha cometido, e implora a la Virgen que le ayude. Ésta se le aparece e intercede por él ante Cristo, para después luchar contra el Diablo, y recuperar el pacto que Teófilo había firmado. Al comprobar el milagro, el monje se dirige al obispo para comunicarle lo ocurrido y destruir en público el pergamino que la Virgen había recuperado
4. En esta historia se recogen los puntos clave, que he citado antes de Guillermo de Auvernia y Santo Tomás de Aquino: por un lado conjurar al Diablo para conseguir prodigios, y por otro, la existencia de un pacto explícito, que en este caso además, se recoge por escrito. Por ello, está muy bien esta serie de artículos del señor Sanmartín para que no pensemos los católicos que los pactos con el Diablo son fantasias literarias y ficticias. No, el pacto demoníaco es tan real como la vida misma en el SXXI: masoneria, magia, brujo, tarot, horóscopo, etc. Ojo para el peligro de muerte para el alma.
08/02/25 9:29 AM
  
Redemptoris Missio nº86 = Dios Prepara la Gran Primavera en la Iglesia
Interesante
09/02/25 10:57 PM

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