Los demonios y la literatura (I)
«San Agustín y el Diablo». Obra de Michael Pacher (1435-1498). |
«¡Qué hacer! Nos lleva un demonio
dando tumbos por el campo.
¿Cuántos son? ¿Adónde corren?
¿Por qué cantan con tal pena?
¿Van al entierro de un duende
o a casar a una hechicera?»Alexander Pushkin
Hoy se habla, con poco rigor o manifiesta mala fe, de la inexistencia del Infierno o de su vacío; y ello, a pesar de las claras y repetidas alusiones a ese lugar por parte del mismo Cristo. Pero no voy a navegar por esas aguas. Me centraré más bien en aquellos que, sin ningún género de duda, estarán allí.
De igual manera que cuando hablamos del infierno, hoy son legión quienes, dentro y fuera de la Iglesia, niegan la existencia de su más insigne habitante y sus adláteres: Lucifer y sus demonios. Los negadores de Satanás sostienen que el pecado y la maldad del hombre son suficientes por sí mismos, y que, por ello, no necesitamos a Satán ni a sus legiones.
Además, muy ufanos, argumentan que cuando se habla del Demonio, ni la Sagrada Escritura lo entiende como una entidad real y concreta, sino solo como una abstracción: el concepto del mal. La identificación es, por lo demás, fácil: existe el mal, y nadie duda de esto, y decir que es a este mal a lo que llamamos demonio es fácil de hacer, y hasta de creer, en nuestro mundo de hoy; así, con satisfecha ignorancia, cierran el asunto afirmando que el demonio es únicamente una personificación del mal, una cara –por supuesto ficticia– que ponemos al mal para hacerlo más comprensible. Algo, por lo demás, muy humano.
Pero algunos sabemos que no es así. Alguien en quien confiamos más que en nadie nos lo ha dicho.
De entrada, la cuestión de Lucifer y sus demonios no puede separarse de la doctrina de los ángeles. Aquí vemos que, si bien el origen del mal hay que buscarlo en la libre decisión de seres libres y personales, esto no significa que esa voluntad libre a la que nos referimos sea únicamente la del hombre. La doctrina cristiana sobre el origen del mal parte de la convicción de que la oposición a Dios precede a la historia de la libertad humana. Antes estaba la serpiente. Antes estaban Lucifer y los demás ángeles. Esta enseñanza se establece en los decretos del Cuarto Concilio de Letrán y es sencilla:
«Porque el diablo y demás demonios, por Dios ciertamente fueron creados buenos por naturaleza; más ellos, por sí mismos, se hicieron malos».
Así se enseña que Lucifer y los otros demonios son criaturas espirituales creadas por Dios en un estado de inocencia, y que se convirtieron en malvados por su propio acto voluntario. Se añade que el hombre peca por la sugerencia del Diablo, y que, tras la muerte, los malvados sufrirán un castigo perpetuo junto con él y sus huestes infernales. No obstante, para quienes se interesen, discurren sobre el tema Agustín, Dionisio el Aeropagita, Tomás de Aquino, o Anselmo de Canterbury, entre otros.
Los nombres de estos seres infernales son innumerables, siendo su jefe conocido para nosotros como Luzbel (que en hebreo significa literalmente “brillante” y metafóricamente, “estrella de la mañana”), o Lucifer (traducción latina de la palabra, que literalmente significa “portador de luz”), o Satanás (de insidiar, perseguir), o Samael (en hebreo “veneno de Dios”), o Beelzebub (en hebreo “señor de las moscas”), o Iblis, o el Padre de la Mentira, o el Príncipe de la Oscuridad, o…
Dante le da un nombre muy gráfico y poético a la vez, en su Divina Comedia, cuando llega al Infierno:
«El Emperador del reino doloroso […].
Bien puede proceder de él toda tribulación».
En todo caso, Álvaro Cunqueiro, que de estas cosas sabía mucho, nos cuenta lo siguiente:
«Nos dice San Alberto Magno que los ángeles fueron creados por Dios en la perfección de su naturaleza, como espíritus puros, pero los teólogos estiman, con sensatez, que, aun habiendo recibido vida sobrenatural, debían ser probados. Cuál fuera la prueba no lo sabemos, pero sí que algunos fallaron por cierta clase de soberbia, la soberbia frente a Dios, como vemos en Job 14,18: «y halló culpa hasta en sus ángeles». Se sabe que uno de ellos era el jefe de todos: «el diablo y sus ángeles», leemos en Mateo 25,4; o «el dragón y sus ángeles», en Apocalipsis 12,7. Su nombre es Satán o Satanás, palabra hebrea que unos traducen por «Adversario» y otros por «Acusador», y que viene a ser aproximadamente el sentido de la palabra griega diablos, de la que procede la nuestra de Diablo. Estrictamente hablando, pues, solo existe un Diablo o Satanás, el Princeps demoniarum, y el resto son demonios».
Este resto, los demonios, sus siervos o huestes, tienen también sus propios nombres, entre los cuales los más conocidos son Mefistófeles, Azazel, Belial, Abbadon, Mammon, Astarot, Furfur, Asmodeo, o Lilith. Pero hay muchos más, aunque, según Aquino, sea menor el número de los caídos que el de los no caídos, en razón de la primacía del bien sobre el mal. Cuestión esta, la del número (tema sobre el que hay literatura abundante), en la que me perdonarán ustedes que no me detenga.
Y para hablar de los demonios (comenzando por Satán mismo), sea para denostar su maldad, sea para preconizarla, la literatura es un buen lugar.
He de comenzar con un recuerdo. En mi infancia, mi fértil imaginación se vio sacudida por el cuadro que encabeza esta entrada. La visión de una lámina reproduciendo dicha obra en una vieja enciclopedia hizo viva la presencia personal del Engañador en aquella mente infantil altamente impresionable. Pero, al mismo tiempo que la representación repulsiva e inquietante del ser infernal me impresionó fuertemente, no menos fuertemente me conmovió la serenidad y la confiada fuerza que dejaba traslucir la firme figura del santo. Y estas impresiones no me han abandonado: un sano temor y una firme esperanza.
Como hace decir al diablo Fernando Pessoa, en su disolvente y corrosiva La hora del Diablo:
«Me han insultado y me han calumniado desde el principio del mundo. Los propios poetas (amigos míos por naturaleza), que me defienden, no han sabido defenderme bien. Uno de ellos (un inglés llamado Milton) me hizo perder una batalla indefinida que nunca llegó a realizarse. Otro (un alemán llamado Goethe) me dio el papel de alcahuete en una tragedia de medio pelo».
¿Es así? No, claro que no.
Lord Byron, en cierto modo un alumno trágico de Satán, lo describía de este modo en uno de sus versos:
«Cerrando esta espectacular comitiva
Un espíritu de aspecto diferente agitaba
Sus alas como nubarrones sobre una costa
Cuya árida playa se cubre con naufragios.
Su frente era como el piélago agitado
Con la tempestad; pensamientos
Feroces e insondables tallaban
Una cólera eterna sobre su rostro
Inmortal y donde él miraba
La niebla invadía el espacio».
Aun así, podemos preguntarnos: ¿De qué sirve hablar o leer sobre el Demonio y sus legiones? No pueden ser ejemplo de nada. Primero, porque son espíritus perdidos para siempre, que no hacen otra cosa que el mal; segundo, porque, como he dicho, son espíritus, y difícilmente los podríamos imitar, pues no somos espíritus puros, al estar hechos de cuerpo y alma. Por tanto, hablamos de seres espirituales, cuya verdadera condición y naturaleza apenas somos capaces de vislumbrar, y a poco, siquiera comprender.
A pesar de ello, los espíritus infernales han sido tema constante en el discurrir humano, y en concreto en esa forma de expresión artística que es la literatura, como fuente de temor y fascinación para el hombre. Algunas de las grandes obras de la literatura los tienen como protagonistas: El Infierno, de La Divina Comedia de Dante; El paraíso perdido, de John Milton; los Fausto de Goethe y Christopher Marlow; El mágico prodigioso, de Calderón de la Barca; o El diablo cojuelo, de Luis Vélez de Guevara, por dar algunos ejemplos.
Pero no voy a centrarme en ninguna de esas grandiosas obras. Me decantaré, siguiendo la estela del relato corto que inicié hace unos meses, por los cuentos. Y lo haré recomendándoles algunos en la próxima entrada.
26 comentarios
Hay que tener cuidado porque hay obras que tratan del demonio y lo afrontan de tal manera que deforman la doctrina Católica sobre el demonio y sus ángeles:
"Doctor Faustus" – Christopher Marlowe (1592)
🔹 Cómo deforma la doctrina:
El demonio Mefistófeles no es solo un ser maligno sino un personaje melancólico y resignado a su destino, lo que contrasta con la visión católica del demonio como un ser sin remordimientos. Es de Fe que los demonios no se arrepienten de su estado; fue un rechazo radical y consciente sin posibilidad de arrepentimiento.
El libro de los demonios" – Clive Barker (1985)
🔹 Cómo deforma la doctrina:
Barker presenta a los demonios como entidades que no son del todo malignas, sino seres de otra dimensión con sus propias reglas y motivaciones, desdibujando la línea entre ángeles y demonios.
"El Diablo enamorado" – Jacques Cazotte (1772)
🔹 Cómo deforma la doctrina:
El demonio, Biondetta, toma la forma de una mujer hermosa y seductora para enamorar al protagonista. A diferencia de la concepción cristiana del demonio como un ser destructivo, aquí se presenta como alguien capaz de amar y sufrir.
"Memnoch el Diablo" – Anne Rice (1995)
🔹 Cómo deforma la doctrina:
Aquí Satanás, bajo el nombre de Memnoch, se presenta a sí mismo como un ser malinterpretado, que lucha contra un Dios cruel. Según la novela, Memnoch desafía la visión cristiana del bien y del mal, argumentando que su papel es compasivo y que el Infierno es una especie de purgatorio más que un castigo eterno.
2. Los libros de apóstatas, herejes, cismáticos y de cualquier escritor que defienda la herejía o el cisma, o que de cualquier modo trastorne los fundamentos mismos de la religión, están absolutamente prohibidos
Papa León XIII – Officiorum ac Munerum (1897), sobre libros peligrosos
2. Lucifer el primer ángel creado y más poderoso en la Luz. Pero, en las tinieblas es Satanás.
3. ¿El tiempo de Cuaresma para qué?
4. El Infierno, al menos el rico epulón que sepamos, no está vacío de hombres tampoco.
La Iglesia Católica nunca ha asegurado oficialmente que haya personas humanas en el infierno. Ha afirmado con certeza la existencia del infierno y que los condenados estarán allí por toda la eternidad, que es el destino eterno de los demonios, pero no ha declarado con seguridad que haya almas humanas concretas en él.
Cartas del diablo a su sobrino (C.S.Lewis)
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Correcto! Además recomiendo los breves pero contundentes comentarios de Mons Munilla a las 31 cartas
https://www.enticonfio.org/categoria/pildoras/cartas-diablo-sobrino/
1. "Epulón no es una persona real, sino el arquetipo de todos aquellos que, como él, viven en la opulencia sin mirar al prójimo y acaban en la condenación eterna." ¿En la condenación eterna acaban personas reales, históricas, o sus arquetipos idealizados?
2. Luego, la Parábola del Cielo en el que está el pobre Lázaro y del Infierno en el que está el rico epulón deben ser personas reales, históricas.
3. Pues, aquellos fariseos debían conocer quien era aquél hombre judío rico y epulón que vestía de púrpura y de lino, con 5 hermanos, que en el portal de su casa se apostaba un mendigo llamado Lázaro, con llagas en su cuerpo que lamiaban los perros, y que no le daba ni las sobras de su mesa. Es una descripción muy concreta de un antepasado de los fariseos: ¿seguro no es un personaje histórico? ¿Para qué es necesario decir que tenía 5 hermanos si se trata de un arquetipo?
4. ¿La Iglesia Católica nunca ha asegurado oficialmente que haya personas humanas en el infierno? Esto es de traca, blasfemia, contra la Palabra de Dios.
5. Veamos, en la Última Cena qué dice Nuestro Señor Jesús: “… este es el cáliz de mi Sangre… que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados…”
6. ¿Es oficial o no que los que no son los Apóstoles ni son de los muchos, están en el Infierno? ¿Es una afirmación con certeza de Dios de que hay hombres en el Infierno? Porque si no hubiese dicho el Señor en la Última Cena "por todos". Es más en el Misal romano de Pablo VI se puso "por todos" y se rectificó "por muchos". Más claro, agua.
7. El rico y el pobre son llamados a la misma vocación de santidad. O, el mal rico, ¿no fue llamado a la misma vocación que Lázaro? En el Evangelio vemos que esos dos hombres han sido igualmente llamados por Dios. No seamos ingenuos, porque cuando Dios creó a los ángeles en el Cielo y los estableció en su Gracia, parecía que nunca iban a apartarse de Ella y sin embargo Lucifer se rebeló. ¿Qué humano no temerá, excepto el Cordero sin pecado? De qué arquetipo me habla, ¿acaso hay alguna vocación que pueda estar exenta del peligro de pecar?
El Rico (Epulón) representa a los que viven en el egoísmo y la indiferencia hacia los pobres.
Lázaro simboliza a los pobres y sufrientes que confían en Dios.
👉 Conclusión tomista: Dado que el relato tiene una estructura parabólica y un mensaje moral universal, su propósito es enseñar una verdad sobre la justicia divina y la recompensa final, no relatar hechos históricos concretos.
Por otro lado:
🔹 Palabras de Cristo en la Última Cena:
En la consagración del cáliz, la Iglesia usa las palabras de Jesús en la Última Cena:
📖 “Este es el cáliz de mi sangre, sangre de la nueva y eterna alianza, que será derramada por vosotros y por muchos (pro multis) para el perdón de los pecados” (Mateo 26:28, Marcos 14:24).
✦ Importante: “Pro multis” no se opone a “pro omnibus” (por todos). La redención de Cristo es objetivamente universal (redemptio universalis), pero su aplicación subjetiva depende de la libre aceptación de la gracia (redemptio applicata).
Sigue usted interpretando la doctrina a su manera y al margen de la Iglesia Católica !!
Señor nick del Catecismo Mayor actual
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Estimado JSP; no sólo del Catecismo actual, sino de la doctrina de Trento, ya que el numeral que copio más abajo dice esencialmente lo mismo que el segundo párrafo del punto 83 del Catecismo de San Juan PAblo II, señal inequívoca de que ambos vienen de Dios. Esto es algo que a los filolefebvristas les hace enloquecer.
El Concilio de Trento declara expresamente: “En la administración de los sacramentos, salvando siempre su esencia, la Iglesia siempre ha tenido potestad, de establecer y cambiar cuanto ha considerado conveniente para la utilidad de aquellos que los reciben o para la veneración de estos
sacramentos, según las distintas circunstancias, tiempos y lugares” (Dz 1728).
2. Ya que me ha tachado de filolefebvrista, sin serlo, le objeto que no nos corresponde a nosotros, la Iglesia, interpretar y/o cambiar la fórmula, la forma, ni la materia de un Sacramento.
3. De ahí que mantengamos una disciplica, aunque algunos se lo salten a la torera. La tilde se la dejo a su elección.
4. Así lo rectificó Benedicto XVI en carta enviada a las Conferencias Episcopales, aclarando que Cristo muere por todos en la Cruz, pero que la fórmula es "por muchos, no por todos" como tradujeron en Alemania, Italia, España, ... La última en rectificar fue Italia. Así que olvídese de Pro multis” no se opone a “pro omnibus” y quédese con la Tradición que tanto exalta. Efectivamente, la esencia del Sacramento no se cambia como le recuerda el Concilio de Trento. Pero, tampoco sea que se bailen jotas para administrar el Sacramento, como el negocio de Mercadona.
5. Con respecto a la Parábola del pobre Lázaro y el rico epulón, más allá de la narrativa de un suceso fingido del que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral, parece que tiene un fondo histórico.
6. Pues, se describen elementos innecesarios para una parábola. Al menos, es propio y exclusivo del Evangelio de Lucas (16,19-31) y éste evangelista suele apoyarse más en el rigor histórico o es el Evangelio más histórico, cuando las demás parábolas se repiten en más de un Evangelio. Que no quiere decir que no sea histórico el que Jesús las predique, sino que no se acompaña de datos tan concretos de una persona histórica: epulón, que viste de morado y de lino, con 5 hermanos, judío, rico, un mendigo apostado al portal de su casa, etc.
7. Por cierto, un epulón católico es aquél que denuncia la indisciplina en la administración del Sacramento, en especial del Sacrificio nuevo y eterno.
2. El primero Judas Iscariote. La interpretación abrumadoramente común a lo largo del tiempo es que Judas ha estado, está y siempre estará entre los condenados. San Juan Crisóstomo, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, San Alfonso... la lista podría seguir y seguir: Judas está claramente en el infierno.
3. El segundo la excomunión. Santo Tomás Becket muere por excomulgar a unos nobles. ¿Qué significa morir excomulgado por la Iglesia?
4. El tercero Fátima. En una de las visiones a los pastorcillos la Virgen María les muestra el Infierno, en el que llueven personas, incluso Obispos. Aprobado por el Papa, oficial.
Tiene delito que usted confunda la Fe de la Iglesia con sus propias interpretaciones y las revelaciones privadas. Quien no distingue confunde y ested vive permanentemente confundido; Dios sabrá si su ignorancia es culpable o no; pero desde luego es el último comentario que le dedico.
Al hablar de filolefebvristas lo hice en general y no me refería a usted.
2. No es legítimo en la Iglesia afirmar que la excomunión no es una institución evangélica: el Señor Jesús (Mt 18,17) establece la posibilidad de que la Iglesia expulse de su seno a quienes cometen pecados especialmente graves.
3. Los primeros cristianos ya la practicaron. Sí, la Iglesia primitiva.
4. San Pedro (Hch 8,21) expulsó de la Iglesia a Simón el Mago, por pretender comprar el poder de administrar el Sacramento de la confirmación: cometió el delito de simonía, que por este episodio tiene tal nombre. San Pablo (I Cor 5,4-5) también expulsó de la Iglesia a un delincuente, en este caso a un incestuoso. En esta ocasión, además, el texto de la epístola deja claro que la finalidad de la pena es medicinal: a fin de que el espíritu se salve en el día del Señor. Sin rodeos San Pablo exige a los corintios que apliquen la pena: “¡echad de entre vosotros al malvado!” (I Cor 5, 13). Pero, si muere malvado, excomulgado, muere fuera del seno de la Iglesia: bautizado y sin fe, con la puerta cerrada al Cielo.
https://www.vatican.va/archive/cod-iuris-canonici/esp/documents/cic_libro6_cann1378-1389_sp.html
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¿ Pero no se da usted cuenta, alma de cántaro, que ni siquiera S Pedro podría afirmar la condenación eterna de nadie, ni de simón el mago ni cualquier otro ? Sólo Dios sabe si en el último instante de vida tuvo un atisbo de arrepentimiento.
Está claro que usted está muy interesado en que aparte de demonios el infierno esté atestado de Almas humanas. Que le aproveche; pero LA FE DE LA IGLESIA NO ES SU OPINIÓN DEFORMADA.
"De lo interno ni la Iglesia"
2. Me doy cuenta que sin Papa no hay Iglesia y sin Iglesia, Sacramento universal de salvación, no hay Gracia de Dios.
3. Por lo que, lo que atare Pedro quedará atado en el Cielo.
4. San Pablo no condena a nadie cierto, pero nos advierte que quien comulga en pecado, come y bebe su propia condenación. Por lo que, si quien comulga en pecado mortal muere esa noche, dígame si no hay condenación eterna. La Palabra de Dios es clara: quien creyere y se bautice se salvará, quien no crea seconderará. Y ya le comenté que más difícil era que un Ángel fuera al Infierno, y hay miriadas.
Y ya le comenté que más difícil era que un Ángel fuera al Infierno, y hay miriadas.
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Para condenarse eternamente se necesita rechazar consciente y de forma radicalmente soberbia la Gracia de Dios hasta el final (algo que según BXVI no puede ser fácil); soberbia contumaz 100% diabolica; tan contumaz como su costumbre de negar la doctrina, marear la perdiz, confundir a los no formados.
Falso, es más difícil que un hombre se condene eternamente.
¿Es más difícil pecar para los ángeles que para los hombres?
Los santos y teólogos han reflexionado profundamente sobre la naturaleza del pecado angélico y humano. Aunque a primera vista podría parecer que pecar es más difícil para los ángeles por su naturaleza superior, varios santos explican que su caída fue rápida y absoluta, mientras que los humanos tienen la oportunidad del arrepentimiento.
📖 1. Santo Tomás de Aquino (Suma Teológica, I, q. 63, a. 6)
"El pecado de los ángeles fue instantáneo y definitivo, porque su intelecto es puro y su elección inmutable. En cambio, el hombre peca con ignorancia y debilidad, y por ello tiene la posibilidad del arrepentimiento."
📌 Explicación:
Los ángeles, al tener una inteligencia superior y un conocimiento pleno, no pueden alegar ignorancia ni error al elegir el mal.
Su decisión fue inmediata e irrevocable.
En cambio, los hombres pueden pecar por debilidad o ignorancia y luego arrepentirse.
📖 2. San Agustín de Hipona (Ciudad de Dios, XI, 13)
"El pecado del ángel no tuvo remedio porque fue cometido con plena luz de la verdad. Los hombres, en cambio, pecan en la penumbra y por ello pueden ser rescatados."
📌 Explicación:
Los ángeles no tienen excusas para pecar, ya que su conocimiento es directo e inmediato.
El hombre, al vivir en el tiempo y en el cuerpo, lucha contra pasiones y debilidades, por lo que Dios le concede la posibilidad del arrepentimiento.
📖 3. San Juan Damasceno (De Fide Orthodoxa, II, 4)
"Los demonios fueron creados en la bondad, pero por el orgullo cayeron de inmediato. No fue una caída lenta como la del hombre, sino un salto voluntario y definitivo en la oscuridad."
📌 Explicación:
El pecado de los ángeles fue voluntario y absoluto, sin proceso de tentación ni debilidad.
En los hombres, el pecado muchas veces es progresivo, influenciado por el entorno y la ignorancia.
📖 4. San Gregorio Magno (Moralia in Job, IV, 4)
"A los ángeles se les dio el libre albedrío en la plenitud de su ser. Por eso, su pecado fue absoluto y su castigo inmediato. En cambio, el hombre cae poco a poco, y la misericordia de Dios lo llama al arrepentimiento."
📌 Explicación:
Los ángeles pecan con un solo acto de voluntad, sin la posibilidad de retractarse.
Los hombres pueden aprender de sus errores y corregir su camino con la gracia de Dios.
📖 5. San Bernardo de Claraval
"Lucifer cayó por orgullo, sin lucha ni tentación externa, sino por su propia voluntad. En cambio, el hombre cae muchas veces por debilidad, y Dios en su misericordia le concede la gracia de levantarse."
📌 Explicación:
Los ángeles no son tentados desde fuera como los hombres, sino que su pecado es completamente interno.
El hombre es tentado por el mundo, la carne y el diablo, lo que lo hace más susceptible al error, pero también más digno de misericordia.
🔎 Conclusión: ¿Es más difícil pecar para los ángeles que para los hombres?
📌 No, no es más difícil para los ángeles pecar, sino que su pecado es más grave y definitivo.
✅ Los ángeles pecan con plena conciencia y sin tentaciones externas, lo que hace su pecado más terrible.
✅ Lucifer y los demonios eligieron su destino con pleno conocimiento, sin posibilidad de cambiarlo.
2. La afirmación: "Falso, es más difícil que un hombre se condene eternamente." Ciertamente el Ángel puede tener un solo libre fiat, pues no hay tiempo en él. Pero, ¿cuántos engaños y sugestiones recibe? Cero. Luego, el Ángel está más firmemente establecido en la gracia divina, lo que hace que sea más difícil apartarse de Ella.
3. El Ángel es espíritu puro, nadie le tienta y sugestiona a hacer el mal, cuando ve la película hasta el final del Proyecto de Dios.
4. El hombre por ser también materia está en el tiempo, pero tiene más elementos en contra que le hacen más fácilmente pecar: de entrada muerto sin Gracia por el pecado original, naturaleza caída, no puede ver la película del Proyecto de Dios hasta el final, no sabe cuánto va a vivir, tiene también un solo libre fiat, puede ser tentado por el demonio o por el hombre caído, el don de arrepentimiento es Gracia de Dios, etc. ¿Se da cuenta que el hombre está menos firmemente establecido en la Gracia y que existen muchos más factores que lo pueden apartar de Ella?
5. Esto es, que el hombre puede perder más fácilmente el estado de Gracia que un Ángel. Esto le dije, no que el Ángel una vez que no da su fiat es malo por siempre en comparación con el posible arrepentimiento humano. Pero, si lo piensa bien, el hombre caído se arrepiente una sola vez y ese es su fiat a Dios.
6. Le reitero que residir en el espíritu del Concilio del Infierno está vacío de hombres o, dicho de otra forma, que "no es de Fe que la Iglesia haya afirmado oficialmente que alguien en concreto esté en el infierno, únicamente afirma con certeza la existencia del infierno y la posibilidad de condenación eterna si se persiste en la contumacia e impenitencia hasta el final" es herejía y quien lo afirma hereje, por muchos brincos de cabra catequéticos que se den.
7. Pues, la Iglesia tiene la Tradición y la Sagrada Escritura, y el Magisterio oficial ha aprobado el Libro del Apocalipsis, y por lo menos en mi Biblia pone, desconozca en la suya, porque la Fe de la Iglesia no es su opinión deformada modernista, personalista y subjetiva, que el Dragón rojo, los demonios, y la Bestia del mar, hombres, Bestia de la tierra, hombres, y el Anticristo, un hombre, serán arrojados definitivamente al fuego eterno. Esto es, el Infierno no está vacío de hombres, oficialmente por la Iglesia. Así que, por favor, déjese de estulticias y lea su Biblia.
No tergiverse.
2. Una eternidad sin nadie que se haya condenado es una eternidad frívola, no valdría la pena luchar por evitarla, ¿no le parece?
3. Me parece que los Mandamientos y el Evangelio quien los transgrede tienen un nombre y apellidos concreto. ¿O ya los herejes no van al Infierno como herejes? ¿Acaso el Credo que reza en la Misa no expresa concretamente quienes van al Infierno?
4. Para que no le quepa duda a nadie de la oficialidad de que el Infierno no está vacío: el IV Concilio de Toledo ordenó en el año 633: La autoridad de muchos concilios y los decretos sinodales de los santos Pontífices romanos prescriben que el Libro del Apocalipsis es de Juan el Evangelista, y determinaron que debe ser recibido entre los Libros divinos, pero muchos son los que no aceptan su autoridad y tienen a menos predicarlo en la Iglesia de Dios. Si alguno, desde hoy en adelante, o no lo reconociera, o no lo predicara en la Iglesia durante el tiempo de las Misas, desde Pascua a Pentecostés, tendrá sentencia de excomunión.
5. La Fe católica afirma sin ambages que hay condenados en el Infierno y que no fue destruido por Jesucristo. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, citando enseñanzas anteriores del Magisterio de la Iglesia: “Jesús no bajó a los infiernos para liberar de allí a los condenados ni para destruir el infierno de la condenación, sino para liberar a los justos que le habían precedido”.
6. Lo cierto es que el Infierno existe y que allí hay y habrá condenados, y los que tienen un mínimo de sentido común deducen: “Y yo puedo ser uno de ellos. Pondré todos los medios para evitarlo”.
7. Ciertamente que la Iglesia no tiene poder para declarar quienes son los que se han condenado, pues Dios es el Juez único y justo. La Iglesia canoniza santos, pero no tiene poder a la inversa. Más aún, la incapacidad que tiene la Iglesia para señalar quien está en el infierno, es salvífica. En la Iglesia, nadie tiene poder para destruir, sino sólo para construir: “...conforme al poder que me dio el Señor para edificación nuestra y no para destruir” (cf. 2 Cor. 13,10).
1. Señor del nick del Catecismo Mayor dinámico, al menos admitirá al Anticristo,
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JSP, ya sabemos que usted reniega y desprecia públicamente del Catecismo Mayor de San Juan PAblo II, ya que de lo contrario sabría que el antiCristo es:
675.La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).
676 Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico
¿O la Iglesia no ha realizado excomuniones y anatemas?
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Que una persona haya sido excomulgada no quita que en los últimos momentos de su vida se haya movido al arrepentimiento.
Que ganas tiene usted de mandar a personas humanas al infierno eterno!
Aquellos que niegan partes de Fe desarrolladas en el Catecismo MAyor están objetivamente fuera de la Iglesia aunque no se haya decretado oficialmente una excomunion. A los ojos de Dios alguien que rechaza culpablemente partes del Catecismo no está en comunión y usted lo hace repetidamente.
2. Dice usted: "JSP, ya sabemos que usted reniega y desprecia públicamente del Catecismo Mayor de San Juan PAblo II, ya que de lo contrario sabría que el antiCristo es: 675 y 676." Puedo estar en desacuerdo en algún matiz opinable que no es materia de fe y moral, pero no lo que usted dice.
3. La excomunión es salvífica, pues es el pecador con nombre y apellidos, y no la Iglesia, quien rompe la Comunión de los santos (Credo). La Iglesia, como Madre y Maestra, debe advertir sobre la seriedad de los males mortales para el alma y las consecuencias, con el propósito de atraer al pecador al arrepentimiento y el retorno a la comunión con Cristo y Su Iglesia. Pero si este se obstina en el pecado, la excomunión le sirve para entender claramente su situación de ir al Infierno. En casos de pecado grave y público, la Iglesia tiene además la obligación de proteger a sus fieles del escándalo que ocurre cuando se aparenta que el pecado grave es compatible con la práctica de la fe. El arrepentimiento hace posible la absolución de la excomunión (cf. CCC 1463). La excomunión es medicinal para darnos cuenta y no dañar al prójimo de ciertos pecados particularmente graves que están sancionados con la pena eclesiástica más severa.
4. Por el Sacramento del Bautismo nos unimos a Cristo y a Su Iglesia, en la que El vive y se nos comunica, por lo que no puede haber cosa peor que perder esa unidad. Los pecados veniales no rompen la comunión con Dios, aunque si la debilitan. Los pecados graves si nos quitan la Gracia, muertos, en el Infierno, mata la vida de Dios en nuestras almas. La persona en pecado mortal es sarmiento seco, que aunque unido al Cuerpo místico de Cristo, la Vid, la Iglesia, no tiene vida, es cortado por Dios y echado al fuego eterno.
5. Quien está excomulgado es por pecado grave: cismático, hereje o apóstata; sólo por medio del arrepentimiento y el Sacramento de la Confesión, el pecador puede volver a la plenitud de la vida en la Iglesia. Cito en honor a su nick el Catecismo n. 1463: Ciertos pecados particularmente graves están sancionados con la excomunión, la pena eclesiástica más severa, que impide la recepción de los sacramentos y el ejercicio de ciertos actos eclesiásticos, y cuya absolución, por consiguiente, sólo puede ser concedida, según el derecho de la Iglesia, por el Papa, por el Obispo del lugar, o por Sacerdotes autorizados por ellos. En caso de peligro de muerte, todo Sacerdote, incluso privado de la facultad de oír confesiones, puede absolver de cualquier pecado y de toda excomunión.
6. Pues, más allá de la pérdida de la Gracia, la excomunión implica una ruptura con los vínculos que nos unen a Cristo por medio de Su Iglesia. La excomunión no pone a la persona fuera de la Iglesia pero si la separa de la participación de su comunión. Además, es posible también la auto-excomunión, cuando la persona rompe los vínculos de comunión con la Iglesia. La excomunión automática o latae sententiae incurre ipso facto en ella quien comete el delito. Se trata de delitos sumamente graves: apostasía, herejía o cisma. (Canon 1364); la violación directa del Sacramento de la confesión por un Sacerdote (Canon 1388); el procurar o participar en un aborto o la cooperación necesaria para que un aborto se lleve a cabo (CIC 2272; Ley Canónica 1398). En otros casos la excomunión ocurre por un proceso formal (ferendae sententiae) (Cánones 1314, 1341).
7. El efecto de la excomunión es la exclusión de la recepción o administración de los Sacramentos, incluso de la Confesión, ya que no puede haber reconciliación de algunos pecados mientras no hay arrepentimiento de uno que sea mortal. (cf. Canon 1331.1.2). Por falta de disciplina, para mayor Desgracia, con frecuencia personas que han incurrido en excomunión automática continúan recibiendo los Sacramentos sin arrepentirse, comen y beben su propia condenación. Ademas, cometen sacrilegio y quien les aconseja a continuar en el error los está encerrando en el Infierno por mantenerse en el pecado mortal. Ya ve que no son mis ganas, sino las ganas del mundillo arcoíris, Comunión a los adúlteros, sacerdocio femenino, protestantes, progresismo, etc. de autoexcluirse del Cielo.
2. Esto es, no en el sentido anticristiano que designa la actitud hostil y opuesta a Dios y Su Cristo de los hombres de todos los tiempos.
3. Sino a un hombre concreto, personaje histórico real, cuya cifra es el 666 (Ap 13,18).
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