Paquistán: 43 metros de Cruz «a prueba de balas» erguida en medio de la persecución
El año pasado Miguel Vidal me contaba tras su viaje a Paquistán cómo vivían allá los cristianos. Pobreza, mucha, alegría, más; persecución, casas de adobe (no adobe photosop, ladrillos de barro y paja) y por encima de todo, mucha fe. Sus humildes hogares, en algunos casos arrasados por turbas islámicas, estaban engalanados por una cruz pintada en la fachada. Como decía recientemente Mireille Al Farah, «en la persecución, [proclamar] ser cristianos es algo que nos da fuerza».
Por eso no me ha sorprendido la noticia de que después cuatro años, el empresario paquistaní Parvez Henry Gill esté terminando la cruz más alta de Asia. Era su respuesta a lo que el Señor le preguntaba en un sueño: «qué puedo hacer para protegerles»
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