Llama a prostituta y acude su hija
Leí ayer dos casos en los que un sujeto decide contratar los servicios de una prostituta y cuando acude ‘la profesional’ resulta que es su hija. No voy a entrar en detalles escabrosos, así que si eran las expectativas que generó el titular recomiendo abandonar la lectura aquí.
El primer caso es de Zimbabue, el ’señor’ Titus Ncube llama desde su habitación de hotel para que acudiese una «señorita de compañía» y acude su hija. ¿Reacción? La esperable: un patatús. Y luego:
Me arrepiento de lo que hice. Ya hablé con mi esposa y con mi hija. He pedido perdón, quiero a mi familia.
No culpo a mi hija por lo sucedido y por lo que estaba haciendo.
Ya lo ha dejado, e irá a la escuela el año que viene.
En fin, incalificable. Bueno, miento, tengo muchos calificativos pero no quedan bien escritos.
El segundo caso en Israel, hace ya años. Madurito casado, 48 años, que se va de «formación de la empresa» a otra ciudad unos días y decide echar una canita al aire. Cuando llega la sorpresa, pues sorpresón: era su hija. Como en el caso anterior patatús, pero en este caso patatús con un ataque al corazón al que pudo sobrevivir.
Casi podríamos convertir las dos anécdotas reales, o no, en cuento con moraleja. Porque ponen de manifiesto la intrínseca maldad de unos hechos en un contexto de pura «moral natural». Un dolor inmenso ante las consecuencias de unos actos que tienen como finalidad la satisfacción personal a costa de la dignidad de otras personas. Porque tanto la prostitución como la pornografía suponen una cosificación del otro. Aunque ese otro –normalmente ‘otra’– lo entiendan como un negocio libre.
No exagero si afirmo que es una experiencia compartida encontrarse con personas que justifican el aprovechamiento sexual de los demás para satisfacción propia. Pero tampoco exagero si digo que, casi en su totalidad, reaccionarían con igual patatús si el objetivo de los demás fuesen su hija, su esposa o su madre.
Sé que no está de moda hablar de castidad, que es una virtud constantemente denostada, pero incluso en su aspecto negativo, el de respeto a la otra persona, está profundamente enraizada en el corazón de cada individuo. Hay que machacar en demasía la conciencia para llegar a negarlo. Otro tema es la debilidad humana, esa ha estado siempre. Lo que es novedoso es el intento de autojustificación.
De los aspectos positivos hablaré otro día, porque la castidad es una gozosa manifestación de amor. Desgraciadamente algunos la confunden con mojigatería y otros con simple continencia, pero es virtud positiva.
27 comentarios
Como que a alguien que le pasa eso lo va a ir contando a la prensa.
¿Nada que comentar sobre la moraleja por su parte? Me lo esperaba.
Si se trata de una leyenda urbana, es más que probable que esté basada en hechos reales. Es más, tengo la certeza de que esto ha ocurrido al menos alguna vez en el mundo.
Deberías ser menos delicado la próxima vez.
En cuanto a la moraleja, lo de siempre. Si la castidad es tan estupenda ¿para qué imponerla? Deja que los demás decidan como has hecho tú si les conviene o no. ¿O vale más tu opinión (o la de Ratzinger) que la de los demás?
Victor:
Sí es posible que haya ocurrido. Lo que es improbable es que alguien vaya con nombres y apellidos contándolo a la prensa.
En la empresa que trabajaba mi esposa, con una plantilla entonces de miles de mujeres, se dió el caso de que una le enseñó a otra una foto de su novio. Al verla dijo: "¡Pero si es mi marido!" Huelga decir la que se armó; las tuvieron que separar porque no se dejaban ni un pelo en la cabeza.
Y otra cosa, ¿quién impone la castidad o la moral a nadie?
No olvidemos que la mayoría de los casos de abusos de menores se producen dentro de la propia familia.
"leyendas urbanas"). Además de la inmoralidad de estos personajes en el terreno de lo sexual, está la inmoralidad en el cumplimiento de sus obligaciones parentales.
Off topic: la capacidad del qwerty para distorsionar los temas e irse a los cerros de Úbeda con sus razonamientos es casi surrealista. Y si cree en lo que escribe, su moral parece próxima al cero absoluto.
Respecto a tu pseudo-argumento (que alguien vaya con nombres y apellidos contándolo a la prensa):
1.- Muestra que has visto poco los programas de sobremesa de España o Latinoamérica. Te quedarías pasmado de lo que es capaz de contar la gente con nombre, apellidos cara y los afectados delante. Que no te suenen esos programas, aunque habla muy bien de ti, habla también de tu desconocimiento del ser humano y de lo bajo que llega.
2.- Tu mismo asombro de que alguien fuese capaz de hacer eso (hablar a la prensa de semejante suceso) refuerza mi argumentación. Lo que en el fondo habla muy bien de ti. No se tiene vergüenza o miedo a hablar de cosas buenas.
Padre Elías, puff, en estos temas siempre hay que ser delicado.
Germán, gracias por el comentario. Desgraciadamente hay varias zonas. Por cierto, te pediré ayuda para redactar algo sobre el tema. La labor que desarrollas es fabulosa: http://agendum-contra.blogspot.com/
Maricruz, eres una buena amiga. Muchas gracias. Estaba LF para corregir al "tragaletras"
Trajano, he truncado su mensaje, creo que podría decir lo mismo de un modo un poco menos agresivo. Supongo que no le importará.
Percival. Sí, tienes toda la razón del mundo (también en no derivar la intención del post).
Este tema merece un tratamiento más pausado. Yo creo que unos padres lo harán por dejadez, pero otros por malformación. Los hay que creen que sus hijos van a los mismos sitios que ellos cuando eran jóvenes. Yo suelo aconsejar salir un día por los sitios que frecuentan nuestros hijos. Más de uno se caerá de espanto.
Galsuinda, eres inmisericorde, qué memoria. Es el ejemplo que buscaba para ilustrar el caso de la pornografía. Gracias.
Ihering, terrorífico. Es una lástima que no haya estudios más serios de la situación española: perfil del abusador, profesión, ideología.
Como menos escandalosa es la pornografía que ahora abunda "gratis" en la red, que no es más que otra forma de prostitución, pero que se paga con clics en lugar de con euros. Habrán muchísimos casos de padres que descubren a sus hijas "posando" en Internet que no llegan a las noticias sólo porque se borran con un simple altF4.
Julián
"¿O vale más tu opinión (o la de Ratzinger) que la de los demás?"
Respuesta: SI, vale más.
Yo creo que la inmoralidad sexual hace a los seres humanos más débiles y más egoístas. Y eso tiene mucha relevancia social. El chaval que sale a divertirse pensando que esa noche "va a triunfar" no sólo pone como meta de su diversión su propio envanecimiento (que grande soy que lo he conseguido) sino que acaba por ver a la chica como esa Copa triunfal obtenida por su pericia, su labia y su enorme atractivo. Es su objeto de placer, como lo son las prostitutas de los clientes, un instrumento para pasárselo bien.
Traslada ese esquema al trabajo y comprenderás muchas cosas.
Juanjo habla también de debilidad. Es cierto que muchos hombres (más que las mujeres) "usan" del sexo porque sienten impulsos que no son capaces de controlar. ¿Qué futuro espera a un ser humano incapaz de controlar sus instintos? ¿Es posible un Estado social solidario lleno de gente egoísta o floja? Unos no querrán ser solidarios, otros no podrán y otros no sabrán serlo.
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