San Valentín y cinco consejos matrimoniales de McCoy
Me ha gustado mucho el post de S. McCoy (Alberto Artero), director de Cotizalia. Recomiendo leerlo y llevar sus consejos a la práctica. Eso es gratis, ¿no?
Y ahora que se acerca San Valentín, para casados y en «vías de», no está de más volver al punto cero. Siento no poder contar experiencias personales, como es una historia compartida el pudor me obliga.
¿Menuda cursilada? Pues sí, pero como escribió Marquina: «¡España y yo somos así, señora!», qué le vamos a hacer. Al fin y al cabo, San Valentín no es sólo flores y bombones, que también. Es una vida heroica, de amor de Dios hasta el fin. Los madrileños tenemos la suerte de poder honrar sus reliquias en la Iglesia de San Antón, se conserva la calavera, un par de tibias y algún hueso más, en una urna rococó a los pies de Jesús y su Madre, donde están todos los amores. Allí fueron a parar en el XVIII de las catacumbas romanas. ¡Qué mal funciona en marketing hispano!
Que me enrollo, doy paso a McCoy. Os copio una parte de su artículo.
[…] Las cinco ideas fuerza de hace un año, adornadas por la letra de la canción de Nacho Cano Vivimos siempre juntos que para nosotros es más que simple música y texto, les dejo. Buen fin de semana a todos.
- Mi mujer sigue siendo mi mejor amiga; lo era antes de casarme con ella y lo sigue siendo una década después. Es un sentimiento recíproco. Nunca he tenido la necesidad de contarle algo a otra persona antes que a ella. Es verdad que el amor conyugal va más allá de la mera amistad pero gran parte de los matrimonios se hunden por la falta de comunicación, incluido el aspecto sexual. No hay que olvidar que la confesión, hablar, es previa a la comunión, actuar. Es el primer test que hay que realizar. Las cosas se complican si el afecto se limita a los momentos de pasión.
- Siempre hemos pensado que el secreto del amor perdurable radica en ensalzar lo bueno de la pareja y aceptar lo malo. Exactamente lo contrario a lo que ocurre en muchos matrimonios, especialmente conforme va pasando el tiempo. No está mal pararse a reflexionar sobre las virtudes y defectos del cónyuge, una vez transcurrido el periodo de EMT, enajenación mental transitoria. Sabiendo el terreno que se pisa, es más difícil caer en una zanja. Y, de partida, el hombre y la mujer, caso que nos ocupa, son esencialmente distintos en sus motivaciones, afectivas unas y racionales otros, y en las formas en las que se manifiestan. Cosas de la naturaleza. Llenamos el caldero de risas y salero, con trajes de caricias rellenamos el ropero.
- Una de las máximas que nos impusimos desde prácticamente el inicio de la relación es no irnos a la cama disgustados el uno con el otro. Se trata de un campo de batalla demasiado pequeño como para salir bien parado: la victoria es ínfima y, sin embargo, la derrota demasiado dolorosa. Saber pedir perdón con independencia de que la razón esté o no de tu parte es clave. El amor se sublima en la donación pero se alimenta con la renuncia. Y el perdón es una puerta de entrada inmensa a la reconciliación. Lo contrario termina conduciendo a la falta de respeto, algo que hay que cortar de raíz ya que sólo va a más y nunca a menos, resultado muchas veces de una frustración no comentada a tiempo. Subimos la montaña de riñas y batallas, vencimos al orgullo sopesando las palabras. Pasamos por los puentes de celos y de historias, prohibimos a la mente confundirse con memorias.
- Las grandes cimas se conquistan paso a paso. Lo mismo ocurre con el amor matrimonial. Es un jardín que hay que regar todos los días. Los atracones son pan para hoy y hambre para mañana. Se trata de cuidar los pequeños detalles que no han de derivar en mercantilizar la relación. Cuidado con esto. No son muchas veces cosas las que hacen falta sino gestos, caricias, abrazos, compañía; sensación de sentirse querido, de ser la prioridad. Que en el trade off familia-trabajo la primera tenga la sensación de que vence, aunque sea por la mínima, por poner un ejemplo de aplicación colectiva que servidor también ha de poner en práctica más a menudo, abducido, como está, por esta columna diaria. Nadamos por las olas de la inercia y la rutina con ayuda del amor.
- Por encima del afecto a nuestros hijos (hicimos el aliño de sueños y de niños, pintamos en el cielo la bandera del cariño), en nuestro matrimonio prima el amor que sentimos recíprocamente como pareja. Al final los hijos han llegado para irse de nuestro lado, antes o después. Es ley de vida. Les dedicamos nuestros mejores años para que ellos a su vez, llegado el momento, dediquen lo mejor de su vida a sus propios chicos. Nuestros cinco vástagos -Nacho 8, Javier 7, Borja 5, María 2 y Pablo 9 meses- son siempre lo segundo en nuestro árbol de decisión, a mucha distancia de lo que conviene a la estabilidad de nuestra unión. Esa vorágine en la que ha entrado el mundo moderno en el que no hay espacio para los cónyuges por la plétora de actividades de la progenie es absurda. Hay que tener presente que todo lo que no se cuida, se pierde, salvo los propios hijos que, aun llenos de atenciones, terminarán por partir en busca de su propio destino. Nos hemos casado con nuestro marido/mujer, no con los frutos de ese matrimonio que no pueden convertirse en refugio de la propia infelicidad. No te sueltes la mano, que el viaje es infinito y yo cuido que el viento no despeine tu flequillo. Y llegará el momento en que las almas se confundan en un mismo corazón. Ojalá…
21 comentarios
Eso es esencial, porque es de todo punto imposible que con el paso de los años no surjan situaciones que sólo pueden ser solucionadas vía perdón.
Pero cuando leo este tipo de cosas, experiencia de buenos hombres y mujeres casados, yo -como soltera- logro afianzar mi convicción del significado y sentido del matrimonio como reflejo de la Alianza entre Dios y su pueblo.
Les agradezco en verdad que existan, que con su testimonio de vida confirmen mi convicción.
Dios les acreciente día a día su gracia para vivir su vocación de esta manera.
Creo, que para los que tenemos hijos, que vean que nos perdonamos es la mejor escuela.
Te agradezco mucho el comentario, no es frecuente contemplarlo como "vocación", creo que sin este aspecto es difícil entender el amor, tampoco el matrimonial.
Los consejos de McCoy son muy buenos, desde el punto de vista humano son muy completos. Pero también el matrimonio es un sacramento, y la ayuda de la gracia y nuestra correspondencia han de estar presentes, por eso metí a capón a San Valentín, de otro modo se quedaría cojo. Aunque sea tan subliminalmente ;-)
Sigo a Mac en sus comentarios de Cotizalia,y,es un tío muy agudo y de ideas claras, tal como se percibe en su pentálogo matrimonial.
De todas maneras creo que, como se indica, el sacramento, es tanto soporte como plataforma de lanzamiento (en términos ingenieriles estático-dinámico), si se tiene en cuenta que los ministros del sacramento del matrimonio son los contrayentes.
Me parece que una reforma del rito es imprescindible y que como el Papa ha encargado, los novios sepan a dónde y a qué van.
Me decía alguien, con conocimiento de causa, que la mayoría de los matrimonios, católicos, son canónicamente nulos.
Por otra parte, muchos padres, pero sobre todos madres, se siente mal con el punto cinco. Y no deberían: las cosas son justmente así. A los hijs los educamos qpar que se vayan de nuestro lado y hagan lo mism uqe nosotros hicimos con ellos en sus propias familias. Cultivar la maternidad/paternidad a costa de la pareja es suicida.
1)El padre renuncia a su responsabilidad de padre y exige la misma atención de la madre, el mismo ritmo de vida, terminando en algunos casos por abandonar a su propia familia (mujer e hijos) porque quiere seguir siendo el niño pequeño y mimado y no puede ceder espacio a sus hijos.
2) Parejas que delegan en los abuelos la crianza de sus hijos porque quieren mantener sus actividades y su círculo de amigos tal y como estaban sin hijos, salir tres noches por semana, irse de vacaciones, etc.
Creo que cuando una pareja acepta la responsabilidad de ser padres, acepta que buena parte de su tiempo se va a dedicar a sus hijos y quizá, cuando se han dormido por la noche, en vez ed ponerse a ver el fútbol o la teleserie de turno, deberían dedicarse a hablar y compartir. Quizá ese tiempo es el que deberían utilizar en lugar de robarles el que escasamente tienen para sus hijos, teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos trabajan ambos y tienen a penas una hora por la tarde para dedicar a sus hijos (que la dedican a bañarlos y cenar mientras discuten con ellos) y los fines de semana se los encasquetan a los abuelos para vivir una relación de pareja excluyente.
Cuando estudiaba las leyes de la herencia, que provienen del derecho romano, nos enseñaban que era así porque el cariño, primero baja, a los hijos, después sube, hacia los padres, y por último se reparte a los lados, cónyuge, tios y primos.
Por otro lado, el vocabulario popular lo ratifica, a los hijos se los suele llamar "prenda" como apelativo cariñoso, porque se sobreentiende que precisamene los hijos son prenda del amor de los padres.
PEro qcreo que lo que señala el punto 5 no es eso. Vamos, yo no he entendido así. De hecho, fíjate que dice: "les dedicamos nuestros mejores años para que ellos a su vez, llegado el momento, dediquen lo mejor de su vida a sus propios chicos"
Salir tres noches por semana e irse de vacaciones solos no es dedicarles los mejores años, creo. A lo que s refiere el punto 5 es a no descuidar las relación de pareja por los hijos. Ellos e irán, los educamos, además, justamente para que se puedan ir. Si, cuando se van, tu marido es ya un extraño, mala vejez tendremos... so lo vi en mi suegra: se hundió al casarse su último hijo, su niño pequeño y a partir de ese momemento su vida dejó de tener sentido.
Saludos y feliz fin de semana.
Vamos, que el punto 5 es un consejo estupendo para UN TIPO CONCRETO DE RELACIÓN que no es la mayoritaria en mi entorno.
y luego he pasado a contar qué es lo mayoritario en mi entorno y poner algunos ejemplos de cómo cuidar la relación con el cónyuge (menos tele y más diálogo)
Ah, supongo que además de los consejos, flores y/o bombones como dices, fenómenal.
Tengo 5 años 5 meses de matrimonio... necesito paciencia conmigo mismo, se que mi esposo me ama lo siento, como yo a el.. pero mi caracter es fuerte, despues que digo las cosas me arrepiento, sin saber nada dudo de el..
Tenemos dos niños Indira de 3 años y Jorgito de 2 meses... Ayudeme
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