Sordomudos
Mucho bien me hizo el evangelio de ayer, el de la curación del sordomudo: “Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.» Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad".
Pueblo de sordomudos.
Nos hemos acostumbrado a no escuchar.
No escuchamos la realidad, porque no nos interesa. Y la realidad de nuestra Iglesia es triste. Los datos son tercos y nos confirman que el edificio sufre graves deterioros. Bautizos en disminución, bodas ya ni cuento. La pertenencia a la Iglesia se desploma, y no me atrevo a preguntar cuántos de los hoy practicantes aceptan la fe de la Iglesia en su totalidad y sus presupuestos morales.