20.02.23

Tres misas en el miércoles de ceniza

Ayer lo anuncié en los tres pueblos. Pasado mañana es miércoles de ceniza y tendremos misa con imposición de ceniza a las 17 h. en La Serna, a las 18 h. en Piñuécar y a las 19 h. en Braojos. ¿Y acudirá gente? No lo sé. Mi obligación es celebrar y que vayan o no ya no es cosa mía. Yo doy la oportunidad.

Una vez más la pregunta de si merece la pena.

Llevamos años hablando de la opción por los pobres, la Iglesia en salida, la pastoral de los últimos, las periferias y demás gaitas. Mi periferia, mi opción por los últimos es que Juana, por ejemplo, que muy posiblemente sea la única feligresa de La Serna en la misa del miércoles, pueda celebrar el miércoles de ceniza con el mismo derecho y la misma liturgia cuidada que los fieles que vayan a la catedral de Santiago de Compostela, los feligreses de la Basílica de la Concepción de Madrid o las personas que acudan a cualquier parroquia de campanillas. 

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17.02.23

Los laicos se tienen que echar a perder

Hace mucho tiempo que vengo hablando, en estos complejos tiempos eclesiales que corren, de mantener una triple actitud: fidelidad, sacralidad y espíritu de martirio. Hace no mucho, precisamente, escribí un post sobre el particular. Toca resistir. 

Mis amabilísimos lectores llevan una temporada que me dicen que sí, que eso está muy bien, pero que no basta. Lo que opinan es que especialmente desde la muerte de Benedicto XVI las cosas se aceleran, va todo muy rápido y que aquí muy bien la fidelidad, perfecto lo de la sacralidad y que vale, que habrá que estar preparados para el martirio, pero que con eso arreglamos poco. En definitiva, que hay que pasar de la resistencia pasiva, no nos moverán, a la resistencia activa: nos movemos, reivindicamos y exigimos. No andan escasos de razón.

Ayer ya les decía que servidor se está echando a perder. Muchos sacerdotes e incluso algún obispo me han agradecido el artículo y me dicen que se apuntan a ese echarse a perder en fidelidad a la Iglesia del Vaticano II que es la Iglesia de Cristo, de Nicea, Constantinopla, Éfeso … Trento y Vaticano I. No se hacen idea de cuántos me han respondido simplemente diciendo que ellos también se están echando a perder. 

Me temo que llega la hora en que toca a los laicos echarse a perder en la exigencia de fidelidad, en la denuncia de los abusos que contemplen en cuestiones de fe, liturgia o moral, en reivindicar una Iglesia que se rija por el derecho canónico y no por el capricho del primer dictadorzuelo de turno por más que sea sacerdote común, párroco, arcipreste o de ahí para arriba.

Voy con ejemplos. Resistir es conseguir comulgar en la boca y de rodillas. Lucha es exigir reclinatorio. Resistir es acudir a una iglesia de confianza. Lucha es hacer que mi parroquia, la mía, se convierta en parroquia de confianza. Resistir es aguantar la última barbaridad litúrgica. Lucha denunciarla al obispo o publicar en las redes.

Son ejemplos, pero insuficientes. Estamos en la misma trinchera y toca resistir y luchar. Yo hoy quisiera pedir a mis siempre amables lectores, a mis respetables comentaristas, sus sugerencias para el combate. Que piensen cómo pasar del me aguanto pero yo a lo de siempre, al hasta aquí hemos llegado y pido, exijo y me muevo en esta dirección. Es decir, pido que unos a otros nos hagamos sugerencias para no caer en la lucha y seguir peleando por la defensa de la fe como la hemos recibido y vivido sustentados en la doctrina de la Iglesia.

Y una última cosa. No caigan en la fácil tentación de reivindicar la misa por el llamado modo extraordinario como única solución. Es lo que están deseando, tachar a cualquier persona que pide fidelidad, de lefevrista y en oposición al papa. Para nada. La fidelidad al concilio Vaticano II, en pura hermeneútica de continuidad con todo lo anterior, es lo único que hay que pedir. Y si vamos a la eucaristía, el problema no es el misal de Pablo VI, sino celebrarla con toda dignidad. 

Todos esperamos los comentarios de todos. Ya saben: pues yo hago, pues a mí se me ocurre, yo exigiría, en mi familia hemos decidido. ¡GRACIAS!

16.02.23

Me estoy echando a perder

Y no saben mis amables lectores hasta qué punto. El problema es que según voy explicando y releyendo los documentos de la Iglesia que explico a mis seguidores cada jueves a las 20 h., me voy dando cuenta de que mis celebraciones litúrgicas necesitaban ser mucho más conciliares, que me estaba pasando un poco, y además necesitaban crecer en creatividad, variedad y capacidad de explorar todas sus posibilidades.

Les cuento cosas.

Quizá, la primera, que seguimos utilizando el latín en ocasiones, con gran respuesta de los fieles. Kyries, sanctus y agnus de la misa de angelis no tienen secretos para mis fieles. Tantum ergo y Salve Regina, ni les cuento. 

Para que vean cómo me echo a perder, confieso que, además de la plegaria eucarística II, hay veces que proclamo otras, incluyendo el canon romano. 

Imbuído no del espíritu, sino de la letra expresa del Vaticano II, ni se me ocurre, añadir, quitar o modificar nada en la liturgia, lo que hace que esté atento al misal y a las rúbricas cada vez con más detenimiento. 

Convencido de la libertad de los hijos de Dios para comulgar como deseen, hasta voy teniendo algún reclinatorio para los que quieran comulgar de rodillas.

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15.02.23

Un sínodo muy particular

Es lo que pita. No hay programa de televisión, serie, película, tertulia o show en el que no aparezca, por lo menos, una pareja homosexual sea de hombres o mujeres. No hay programa de televisión, serie, película, tertulia o show donde no se ridiculice a lo que, con sumo desprecio, llaman la familia tradicional, que no es otra cosa que una pareja estable de hombre y mujer que tienen sus hijos. Si además están casados por la Iglesia, que se preparen.

Dicen que hay un lobby gay que manda mucho. Será. Me da igual que manden lo que quieran. Lo que pasa es que una cosa es el peso del mundillo homosexual en todos los medios y otra muy diferente que tengamos que bendecir lo que de siempre ha ido frontalmente contra la doctrina de la Iglesia.

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13.02.23

Qué difícil es ser católico en pueblos tan pequeños

No es fácil ser cura rural. Pero es mucho más duro ser cristiano, ser feligrés en estos pueblos pequeños. 

Me lo han dicho muchas veces: “para ustedes entendemos que no es fácil decir la misa para dos o tres, convocar y nada, intentar y estar solos, pero piensen en nosotros, en los de siempre, en Rafaela, en el señor Manolo, en Laura y sus dos hijos pequeños". Tienen muchísima razón, y más en los casos en los que un día decidieron dejar la gran ciudad y marchar a vivir al pueblo.

Qué difícil es vivir la fe en un pueblo pequeño. Apenas misa el domingo y muy poquito más. No encuentran apoyo para la formación de los jóvenes, en muchos casos ni catequesis de niños y grupos de formación no pueden hacerse simplemente por falta de personal.

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