28.02.23

Las rúbricas te dan sorpresas

Como todos mis lectores saben, en los libros litúrgicos existe lo que, coloquialmente, se llama la “letra colorá". Lo que viene en rojo en el misal son las rúbricas, es decir, cómo se hacen las cosas. Los sacerdotes, según pasa el tiempo, las rúbricas ya ni las repasamos, se supone que las conocemos de memoria. Los laicos, ni les cuento. 

Ya saben que servidor, en ocasiones, celebra “ad orientem", es decir, los ritos iniciales desde la sede, la liturgia de la palabra desde el ambón, y la liturgia eucarística en el altar pero vuelto hacia Dios. Por supuesto, lo hago en lengua vernácula y por supuesto con el misal de san Pablo VI. 

Lo curioso es que la celebración “ad orientem” no solo no es nada extraño, ni prohibido ni regulado, tampoco el capricho de un cura serrano que le ha dado por ahí -hace años ya celebraba una misa dominical así en la parroquia de la Beata María Ana Mogas- sino una forma habitual de celebrar prevista en el misal de san Pablo VI. 

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27.02.23

Trolas post conciliares

A lo tonto, a lo tonto… comenzamos unas sencillísimas clases de formación cuando nos encerraron los políticos en casa y muchos obispos clausuraron los templos. 

Las clases de formación se iniciaron con el compendio del catecismo y después están transcurriendo con los documentos del Concilio Vaticano II. Comenzamos hincando el diente a la liturgia: Sacrosanctum concilium, Missale romanum y Redemptionis Sacramentum. Oigan, ojipláticos. Los pelos como escarpias. Un oh que no se les caía del asombro charla tras charla. El comentario más común: “nos estamos dando cuenta de que el Vaticano II es un concilio muy preconciliar". Claro. Porque llevamos años y años sin leer los documentos y sin escuchar más que esas bobadas del espíritu del concilio que nadie sabe de dónde han salido, pero que a ver quién se atreve a contradecir a los grandes gurús del pensamiento progresista, generalmente blindados, consentidos y mimados por sus obispos respectivos. 

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25.02.23

Misa ad orientem. A ver si aprendemos a quién hay que preguntar

Ya saben, y si no se lo digo ahora, que servidor calebra de vez en cuando “ad orientem". Con el misal de Pablo VI, en español, pero “ad orientem". Cuando cuento estas cosas, siempre hay alguien que me pregunta por eso, que dicen tan superado, de qué opina la gente. Pues ahí voy.

Los hay que poco menos que se escandalizan porque dicen que eso es volver a lo antiguo, que huele a naftalina, y que es una falta de educación dar la espalda a los fieles. Como pueden imaginar, ante la solidez litúrgica, teológica e histórica de tales  razonamientos no merece la pena exponer todo un argumentario.

En estos casos, suelo decir que es curioso que gente orgullosa de la antigüedad de su templo y los retablos, que te enseña con orgullo el potro de herrar y la piedra para marcar el riego, te invita a un cocido hecho como se hacía antes y a unas rosquillas con la receta de la abuela, y por último te muestra los antiguos refajos sí, con olor a naftalina, luego se queje de que se celebra la misa “ad orientem” como antiguamente.

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24.02.23

21.02.23

Celebraciones dominicales en ausencia de presbítero

Quería preguntarles su experiencia a curas y laicos. Hace ya años y años que se ha convertido en algo habitual que en muchas parroquias, ante la ausencia de sacerdotes, las celebraciones dominicales estén a cargo de laicos o religiosas que garanticen al menos, cada domingo, la Palabra y la posibilidad de recibir la comunión.

Con el paso del tiempo, estas celebraciones, que parecieron la panacea ante la escasez de sacerdotes, están siendo cada vez más contestadas. 

Tienen una cosa buena, y es que la comunidad parroquial sigue teniendo su templo abierto cada domingo, es decir, no pierden la costumbre de acudir cada semana, y al menos escuchan la Palabra, rezan y pueden recibir la comunión. 

Las pegas son, a la vez, muchas y creo que de calado. Les cuento algunas que ve un servidor:

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