Don Camilo y el colegio de los salesianos de Mérida
Estoy enamorado de don Camilo, el peculiar cura de pueblo italiano creado por Guareschi, y que me parece un cura de una vez. Porque don Camilo es más tierno de lo que parece, hombre de oración profunda, un cura muy cura, que celebra, enseña, se preocupa por los pobres, sabe cuidar de su iglesia, de la fe y de la gente, y sabe hacer que le respeten y se respeten las cosas de Dios.

Tengo ganas de que alguien me lo diga. O que me pidan que les enseñe a rezar, me pregunten por un buen centro de formación o una tanda de ejercicios espirituales que merezcan la pena.
Llevo tiempo diciéndolo, al principio sotto voce y cada vez más abiertamente. Hay que estar preparados para ser mártires. No sólo porque moralmente estemos sintiendo ataques que no podemos comprender, sino porque las agresiones físicas van apareciendo de cuando en cuando.
(Dedicado a mi amigo Emilio, con el que he compartido un magnífico viaje por Armenia y a quien le ha comenzado a picar la cosa de empezar un blog)