¿Entrada automática al cielo? Con anécdota final
No conozco la nueva teoría, pero pudiera ser que a servidor la teología de siempre se le haya quedado obsoleta y que el Catecismo haya sufrido alguna corrección fundamental que esté replanteando algunas cosas. Puede ser.
Pero a mí eso de que uno se muera, y que independientemente que sea católico, evangélico, budista, musulmán, animista, ateo reconocido, anti teo recalcitrante, adúltero, defraudador de hacienda, mata niños, genocida, blasfemo, asesino o violador se vaya derechito a cielo como que se me hace un poco fuerte, qué quieren que les diga.

Hacía tiempo que no me emocionaba en la acogida de Cáritas. Pero la historia de Manoli me superó. Llegó a España de allende los mares ilusionada con un nuevo Dorado esta vez en el camino inverso. El principio no fue malo a pesar de no tener “papeles”. Todavía atrapó los últimos coletazos de tiempos buenos, pero pronto se torció todo.
Pues es algo que me vengo preguntando desde hace tiempo. Porque de cuando en cuando aparecen por ahí escritos y reflexiones que saca una autodenominada “iglesia de base” protestando por todo y quejándose de todo. Sea por lo que sea. ¿Se acuerdan aún de lo que pasó con la JMJ de Madrid? Gritos, lamentaciones y rasgamiento de vestiduras. Es como si todos fuéramos por el camino errado excepto un pequeño resto de Israel, investidos de especial pureza de visión y conciencia, constituidos a sí mismos como nuevos profetas del Reino de Dios, que se autoproclaman la iglesia de base y nos hacen el gran regalo de iluminar nuestras mentes pecadoras con sus sesudas y meditadas reflexiones.
Mucha gente se me queja de lo pesaditas que suelen ser las homilías en las misas dominicales. Pesaditas y lo que es peor: sobre todo inútiles.
El dato objetivo es este: la fundación Amancio Ortega dona veinte millones de euros a Cáritas. Punto. Y agradecidos.





