No hace falta robar alimentos. La gente los da... a Caritas
Nueve carros de comida. Nueve. De un supermercado y por las bravas. Para eso necesitaron nada menos que treinta personas, violencia y montar el numerito. Consiguieron salir en la tele eso sí y, una vez más, soltar el demagógico discurso de los ricos, los pobres, el capital y la opresión proclamado, qué cosas, por la izquierda más rancia y más enemiga de la libertad.
Quisieron donar el fruto de la rapiña a un banco de alimentos que, como es natural, lo rechazó, ya que no se nutre del expolio, sino de la caridad, la buena fe y las ganas de ayudar a los demás.
Para conseguir alimentos gratis no hace falta montar este numerito. Yo sé lo que es acudir a un hipermercado en nombre de Caritas y solicitar colaboración para dar de comer al hambriento. En el último año hemos tenido que hacerlo dos veces. Entre las dos, más de siete toneladas de alimentos que la gente, sin violencia, desinteresadamente, con alegría, fue regalando por que sí. Ni amenazas, ni malas caras, ni televisión, ni demagogia ni gaitas celestiales o terrenales. Con un dato curioso: el de un alto dirigente sindical que recibió la información de Caritas y no dejó ni un kilo de arroz. Generosidad del sindicalismo actual.