La señora Rafaela y el nuevo papa
No estaba la tarde para paseos, así que decidieron que mejor se quedaban en casa con el café y las cartas. Un buen julepe entretiene y a 5 céntimos nunca se gana o se pierde demasiado.
Salió lo del papa, y todo fueron comentarios y deseos. Carmen muy interesada, con la lista de los cardenales y además marcando en cada nombre los que según ella eran más modernos y por consiguiente más adecuados como papas para este mundo cambiante.
Agustina quiere un papa como los de antes, de silla gestatoria, armiño y vuelta a la tiara, que no sabe muy bien cómo se llama, pero ella quiere un gorro de esos altos como antes, con no sé cuántas coronas.

En cuatro o en ocho, pero en definitiva en no demasiado tiempo. Levantar una parroquia es tarea ardua y que lleva su tiempo. Cargársela lo hace cualquiera y en un santiamén. Les doy unas pistas – consejos a sacerdotes que quieran acabar con una parroquia medio normal, que seguro que mis lectores completarán con sus propias experiencias.
Todavía te encuentras con algún católico de buena voluntad que ante el desencanto con la política en general, y con los dos partidos mayoritarios en particular, te dice que se está planteando para las próximas votar a Unión, progreso y democracia, el partido de Rosa Díez.
Dos semanas desde que abrimos en la parroquia la capilla de adoración perpetua. Gente hay que me pregunta qué tal van las cosas, si se cubren los turnos, si hay ambiente de oración, si lo vemos posible.





