Las seis casullas blancas de la parroquia de Rafaela
El día de San José acudió al pueblo de la señora Rafaela un sacerdote desconocido. En el pueblo de al lado se juntaron la misa y, casualidades de la vida, dos entierros. Así que el párroco buscó un curita amigo que pudiera acercarse a celebrar misa en el pueblito de Rafaela. Ya le dijo que tranquilo, que posiblemente no irían a misa más de docena o docena y media de personas, pero no se iban a quedar sin celebración precisamente el día de San José.
La sacristana de siempre estaba de médicos en Madrid. Así que pidió a Rafaela que abriera la iglesia y preparara todo para la misa, y más habida cuenta de que iba un sacerdote nuevo y tendría que encender luces, micrófono y colocar y explicar absolutamente todo.
Buen sacerdote ese curita. Amable, simpático, cariñoso con ella y con los cuatro que estaba en misa. Cuando llegó el momento de revestirse Rafaela le abrió el armario y le preguntó: ¿qué casulla va aponerse? La blanca, respondió el sacerdote. Ya, ¿pero cuál de ellas? Es que tenemos seis.

Antes de nada decir que reconozco que en esto de los niños pequeños en misa hay curas y curas, pero también hay niños y niños, y sobre todo hay padres y padres.
Hace unas semanas me llegó la invitación para participar en uno de los programas de “Cuarto milenio”, que emite la “Cuatro” y que se dedica al ocultismo, los enigmas y las cosas raras. La razón es que querían hablar de unas supuestas brujas de mi pueblo, Miraflores de la Sierra, sobre las cuales un servidor había publicado alguna cosa. Evidentemente que dije que no. Soy poco dado a medios de comunicación y si encima es para hablar de ocultismo, sacar la inquisición, explotar el morbo y vivir de montar enigmas pues más a mi favor.