Por qué hago el lavabo en misa
Fui ordenado sacerdote a finales de 1979. El momento eclesial era el que era y como es natural uno era hijo de su tiempo. Me formaron en el postconcilio más radical y en consecuencia todos los tópicos doctrinales y celebrativos de los años ochenta tuvieron en mí un ferviente seguidor.
Con el paso del tiempo vas evaluando cosas y te das cuenta de que aquello no llevaba a sitio alguno. Lo que acabas descubriendo es que lo que se había presentado como la quintaesencia de la fidelidad, lo auténtico, lo más evangélico y fiel al hombre no era más que un conjunto de nada envuelto en buena voluntad.

Son las cuatro de la mañana. Llevo en la capilla de la adoración perpetua desde las tres. Es mi turno de cada domingo: de tres a seis de la madrugada. Feliz turno. Mi compañero y yo nos habíamos ofrecido una noche cada uno y finalmente sólo ha sido necesario pasar una noche entre los dos.