No puedo aceptar ser papa
Era momento de cónclave. Por la televisión había contemplado el desfile de los cardenales entrando majestuosamente en la capilla Sixtina. Una liturgia impecable, la solemnidad del momento. Observó cómo se cerraba la puerta tras el “extra omnes”.
Ciento quince cardenales dispuestos a elegir a un nuevo sumo pontífice de la iglesia universal. Uno de entre ellos. Aunque ¿quién sabe? La única condición para ser para es ser varón y bautizado.
¿Qué pasará ahí dentro? ¿Quiénes serán los candidatos más votados? ¿Habrá una lucha de poder entre italianos, curiales, hispanoamericanos…? ¿Y si no encuentran un candidato de consenso…?

¿A qué sacerdote no le han llegado en varias ocasiones propuestas de celebrar una primera comunión en el jardín del chalet, un bautizo en medio del campo o una boda en lo alto del pico Picacho? La inmensa mayoría decimos simplemente no, cosa que cuesta bastante trabajo comprender a algunas personas.
En las antiguas cartillas militares existía un epígrafe que rellenar sobre el valor del titular de la misma. La respuesta era siempre la misma: “Valor: se le supone”. Por principio creo que lo normal es suponer la buena voluntad de las personas y creer que la gente hace las cosas como debe de hacerlas mientras no se demuestre lo contrario.





