Rastrillos y mercadillos
¿Cuántas parroquias en estas fechas no andamos de mercado y mercadillo, venta y rastrillo? Coincidiendo con el final de curso parece que es el momento de organizar algún tipo de evento recaudatorio para apoyar la vida y las actividades de la parroquia. ¿Tienen sentido, sirven para algo, merece la pena un método más para sacar dinero a la gente cuando andan las cosas así?
Pobres de nosotros si nos planteamos un mercadillo, rastrillo o festival únicamente como algo recaudatorio. Es verdad que la parroquia no se mantiene del aire, que posiblemente tengamos que pagar el crédito que se firmó para la construcción y que en Cáritas estén las arcas tiritando. Con todo y eso, que el dinero no sea la parte principal.

Miguel y yo fuimos compañeros de escuela de pueblo. Escuela unitaria, se decía, donde en una única clase nos juntábamos cincuenta chavalotes de distintas edades, bajo el mando y la vara de un maestro, mientras la estufa, alimentada por tomillos que cogíamos a la salida, nos obsequiaba periódicamente con una nube de humo capaz de impregnar nuestra ropa para una semana y hacernos llorar como si hubiérmaoa perdido todas las bolas del guá.
La pastoral juvenil es una tarea extremadamente complicada y demasiadas veces con frutos escasos. Por eso cualquier iniciativa de anunciar a Jesucristo entre los jóvenes no solo debe ser mirada con muchísimo respeto, sino apoyada con todas las fuerzas, especialmente cuando son los mismos jóvenes los protagonistas. Por eso me ha causado especial tristeza un