Te cobran merluza y te dan dos sardinas pasadas
Algunos lectores y comentaristas me plantean la cuestión de hasta qué punto es bueno sacar a relucir en el blog supuestos errores de unos o poner en evidencia las contradicciones de otros. Se preguntan si la misión del blog no estaría más en la línea de proponer cosas, reflexionar y no en la de denunciar o sacar a la luz lo que uno entiende que tiene su peligro.
Necesitamos repasar las obras de misericordia. Las espirituales, entre otras, comprenden lo de “enseñar al que no sabe” y “dar buen consejo al que lo necesita”. El mundo está lleno de gente de buena voluntad a la que se engaña con toda facilidad. Pero si yo observo que en la carnicería del barrio a María le venden como solomillo de ternera y a precio de solomillo de ternera, pescuezo de burro, mal amigo soy si no se lo digo. Y si a Juan, en la pescadería de la esquina de su casa, para él de toda confianza, le dan, a precio de merluza de pincho del Cantábrico, fletán descongelado procedente de Somalia, y yo lo veo y me callo, mal amigo soy.

Ironía “on”: ¿Que no se lo creen, eh? Pues si, lo tengo, quizá sea solo el borrador, pero ya verán como cuando salga el mensaje definitivo va a ser muy parecido. Y es que tenemos gente metida en todas partes. Ironía “off”.
Lo de aprender a rezar por ciencia infusa me temo esté reservado a unos muy pocos. Los demás necesitamos que alguien nos enseñe. Por lo que cuenta el evangelio, Juan enseñaba a rezar a los discípulos, y por eso mismo los apóstoles pidieron a Jesús que hiciera lo propio con ellos. De aquella petición nació el Padrenuestro, que cualquier día nos contarán que no era de Jesús sino una vieja tradición oriental pasada por cualquier filtro pseudognóstico. Y si no, al tiempo.





