Seguir los dictados de Gandhi
Rafaela se sentó en la primera fila. Habían organizado un par de charlas de formación para voluntarios de Cáritas abiertas a cristianos de toda la zona y pensó que podía ser una buena oportunidad de conocer cómo estaban las cosas y ver qué podía hacerse. El ponente, de campanillas: de la escuela de Cáritas, profesor, muchos títulos, muchas conferencias. La cosa prometía.
Bastantes oyentes, lo cual no estaba mal. Anunció que hablaría de la situación actual, de las causas y de posibles acciones. Al principio fue ofreciendo datos que quedaban un poco lejos: que si la India, que si número de ricos y pobres en el planeta, que si unos índices un poco raros… Rafaela hubiera preferido más bien datos de España, de Madrid o de los pueblos.