El sombrero de Chesterton
Hay que distiguir. Porque, efectivamente, una cosa es quitarse el sombrero como respeto ante la Iglesia, el santo padre, el obispo y hasta si quieren el señor cura, la educación que no falte, y otra muy distinta la sumisión servil de quien se siente obligado a decir amén a todo pensando que otra cosa es ir contra la Iglesia y contra el papa.
Les contaba el otro día que colocar una foto de la plaza de San Pedro escasísima de fieles dutrante el Ángelus y afirmar en el Bollettino que allí estaban congregadas doce mil personas era una tomadura de pelo. Los datos son los datos y la foto es la foto. Esto lo ve cualquiera. O no, porque hay que ver los comentarios en el blog y los correos recibidos. Incluso hay quien me dice que a ver si voy yo a saber más que el Bollettino. Esto es nuevo. Ahora va a resultar que el Bollettino goza del privilegio de la infalibilidad incluso contando peregrinos en san Pedro.


Seamos claros. En la Iglesia son hemos pensado que existían dos partes bien diferenciadas, o si quieren tres. Una de ellas, la formamos los cristianos viejos especialmente de Europa. Ya saben, los de siempre. Luego podemos hablar de Norteamérica, que son poderosos porque tienen medios materiales, como Alemania. Finalmente, los países de misión, Hispanoamérica y ya, a la cola de la catolicidad, los negritos de África. Pues miren por dónde los negritos, y con todo el cariño utilizo la palabra, nos han salido respondones y nos están dando sopas con honda.
Siempre me he sentido muy libre. Hay quien me dice que demasiado libre, lo que viene a ser un tienes razón pero hay cosas que no se pueden decir.
Eso de “el respetable” lo aprendió un servidor del mundo taurino. Cuando un torero se refiere a los espectadores del espectáculo siempre lo hace hablando “del respetable", porque todos esos que ocupan los tendidos y las gradas han accedido pagando su entrada y se merecen un respeto. Punto.