La misa te da sorpresas, sorpresas te la la misa, ay Dios
No, no me refiero a misas con rosquillas y calimocho, versos de Tagore y la hermana Veneranda repartiendo gominolas. Eso se supone que ya lo deberíamos tener superado.
La misma celebración de la eucaristía, la fetén, la que es fiel a la liturgia y al misal, la mismísima misa del domingo, la que no tiene nada que reprocharse en lo litúrgico, lo pastoral o doctrinal, no cabe duda de que se hace diferente según quién sea el celebrante. Porque D. Manuel es de misa rezada, homilía de cinco minutos, y en poco más de media horita podéis ir en paz. D. Justo no sabe entenderse sin predicar por debajo de los quince o veinte minutos y los tiempos de silencio los alarga, alarga, alarga… El P. Senén es de cantos personales: kiries, gloria, diálogo del prefacio, prefacio, palabras de la consagración, aclamaciones, sanctus, agnus… Y al P. Juan le encanta que se cante en cada momento y si no tiene coro se lo hace él mismo.