Te cobran merluza y te dan dos sardinas pasadas
Algunos lectores y comentaristas me plantean la cuestión de hasta qué punto es bueno sacar a relucir en el blog supuestos errores de unos o poner en evidencia las contradicciones de otros. Se preguntan si la misión del blog no estaría más en la línea de proponer cosas, reflexionar y no en la de denunciar o sacar a la luz lo que uno entiende que tiene su peligro.
Necesitamos repasar las obras de misericordia. Las espirituales, entre otras, comprenden lo de “enseñar al que no sabe” y “dar buen consejo al que lo necesita”. El mundo está lleno de gente de buena voluntad a la que se engaña con toda facilidad. Pero si yo observo que en la carnicería del barrio a María le venden como solomillo de ternera y a precio de solomillo de ternera, pescuezo de burro, mal amigo soy si no se lo digo. Y si a Juan, en la pescadería de la esquina de su casa, para él de toda confianza, le dan, a precio de merluza de pincho del Cantábrico, fletán descongelado procedente de Somalia, y yo lo veo y me callo, mal amigo soy.