El cabreo de Secundina
De repente echas en falta a Secundina. ¿Sabéis algo de Secundina? Es que hace tiempo que no viene por la iglesia. ¿Está enferma? No. Enferma no está porque uno mismo la ha visto por la calle alguna vez y porque así me lo corroboran las vecinas. Pues ya no viene.
En las grande ciudades estas cosas pasan. Predica mejor el párroco de san Venancio y, además, en mi parroquia no celebran bien y en las homilías se les desliza alguna inexactitud. No es el caso de las parroquias rurales.
Los curas de pueblo no solemos destacar en demasía. No tenemos la profundidad teológica de santo Tomás, tampoco predicamos como un san Juan Crisóstomo, no celebramos con la elegancia y pulcritud de un antiguo benedictino ni destacamos en una vida de oración a lo san Juan María Vianney. Dicho esto, tampoco nos metemos en charcos especialmente rompedores, así que lo de Secundina debe ser por otras cosas.

Este próximo domingo, 8 de septiembre, se celebra en Asturias la fiesta de la Virgen de Covadonga, patrona del principado, y día de la comunidad asturiana. En estas ocasiones el, llamemos, programa de fiestas, incluye como uno de los actos centrales la misa en Covadonga, presidida por su arzobispo, y a que tradicionalmente asisten las autoridades del principado. O asistían.
Somos más dados a reivindicar y protestar que a agradecer, y servidor tiene mucho que agradecer. Mucho a lo divino y a lo humano. Lo divino lo agradezco cada día en la eucaristía y en la oración.
Este verano deben tener la oficina de prensa de la Santa Sede en manos de algún becario o de alguien con pocas ganas de trabajar.
Ni me había dado cuenta. Por más que uno tenga en cada parroquia el





