2.11.23

Tres, tres y otras tres

Casi parece el trabalenguas de los tres tristes tigres tragando trigo en el trigal. Es mucho más sencillo. Es el resumen de la solemnidad de todos los santos y el día de difuntos en mis pueblos.

La jornada de ayer dio principio con las misas en los tres pueblos. En La Serna creo que tuve cuatro asistentes, unos pocos más en Piñuécar y Braojos. La tarde, para el responso en los cementerios y la bendición de sepulturas, una por una, en cada uno de ellos. Esta tarde misas de difuntos en las tres parroquias. 

La primera pregunta es la de siempre, que si merece la pena celebrar en La Serna ayer para cuatro personas y posiblemente hoy menos. Un compañero me lo decía hace unos días: ¿te merece la pena celebrar para tres o cuatro? Respondí primero con los números en la mano, porque si en La Serna, con cien empadronados, van cuatro, eso quiere decir que es el 4 % de la población. ¿Cuántos feligreses tiene tu parroquia? Me dice: cerca de diez mil. Perfecto. ¿Y si te van cuatrocientos, los dejas sin misa porque apenas llegan al 4 %? Pero es que aunque no fuera màs que Juana… ¿acaso ella no puede asistir a misa el día de difuntos porque su pueblo es pequeño?

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29.10.23

Ayer fue el rosario de hombres en Braojos. Un gran día

Para empezar, vayan el minuto 22. La Salve Regina pone los vellos de punta. 

Al menos así lo vivimos los asistentes. 

La cosa tenía sus dificultades: finales de octubre, mañana medio lluviosa, una ermita en medio del campo, sin luz eléctrica siquiera, y la cita a las diez de la mañana a 80 km. de Madrid. Habida cuenta de que Braojos anda por los doscientos empadronados…  

La primera vez que tuvimos la ocurrencia de convocar un rosario para hombres ya tuvimos que soportar las bromas de la gente “más sensata". ¿Hombres? ¿Rosario para hombres? Pero si los hombres no van a estas cosas… Ayer fue la cuarta edición. 

¿Y hubo asistentes? Yo creo que nos aproximamos a los cuarenta. Habida cuenta de que en la primera edición apenas llegamos a veinte, hay que decir que quedamos muy satisfechos.

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26.10.23

El cachondeo del caso Rupnik

Tenemos suerte de que la mayoría de los católicos no se entera demasiado de las cosas. Lo triste es que hay católicos que sí. Antes las cosas podían pasar desapercibidas. Hoy se sabe casi todo, y el problema no es que se cuenten las cosas, sino que sucedan.

Lo de Rupnik no sabe uno muy bien si es para reír, llorar, carcajearse o mandar al personal a hacer puñetas. O quizá todo a la vez. 

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23.10.23

Agridulce sabor de la nueva primavera

Misa ayer en La Serna del Monte. Tres feligresas. Juana, que ya conocen, una sobrina suya y una religiosa que a veces nos acompaña. Tres y ninguna joven. El parroco, tampoco. Jornadas del DOMUND.

La religiosa con todo su entusiasmo decide entonar como canto de entrada una canción que dice así:

“Nos envías por el mundo
a anunciar la Buena Nueva. 

Mil antorchas encendidas
y una nueva primavera…”

Muy dulce fijarse en la fe de esas tres mujeres. Juana, camino de los ochenta y nueve, y que no falla, una sobrina de ella que hace lo que puede, y la religiosa, también con sus años, pero que no descansa con su coche de ir de un pueblo a otro tratando de animar y acompañar. Servidor, tampoco un niño, celebrando la eucaristía.

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20.10.23

Parroquias personales de facto

Hoy las ciencias adelantan qe es una barbaridad, que dirían don Sebastián y don Hilarión. Las redes sociales, los medios de transporte nos han abierto caminos y ventanas. 

Las parroquias eran lo que eran. Cada cual tenía la suya y a ella acudía para todo lo referente a su vida cristiana: catequesis, sacramentos, formación, piedad. En los pueblos, por supuesto, porque no había otra ni resultaba sencillo el desplazamiento. En las ciudades ya se sabía que cada cual a su parroquia, y esto todos los teníamos claro, y, además, los sacerdotes, entre nosotros, respetábamos el territorio y hasta con reproches si hiciera falta. La gente ya sabía dónde acudir. A su parroquia y punto.

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