24.03.14

Misas dominicales pesadísimas. El problema es el ritmo

Parte por la interesantísima entrada de Raúl del Toro de ayer mismo, parte porque servidor se alargó un poco más de la cuenta en su misa del tercer domingo de cuaresma, se me ha ocurrido dejar algunas reflexiones sobre la duración de la misa dominical. Otra cosa son las eucaristías de los días laborables que creo deben ser más medidas. Ya hablaremos del asunto.

Después de mucho pensar y mucho hablar con la gente, al final uno llega a la conclusión de que el mayor problema de las misas dominicales no son tanto los minutos cuanto la falta de ritmo en la celebración. Todos hemos asistido a celebraciones que podríamos considerar largas (más de una hora) o muy largas (esas que ya se pasan de hora y media) y nos hemos sentido tan a gusto en ellas. También nos ha pasado asistir a una misa dominical de poco más de cuarenta minutos y acabar como si nos hubieran dado una paliza.

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22.03.14

La gente nos quiere porque nunca hemos intentado convertir a nadie

Creo que necesitamos hacer en la Iglesia una seria reflexión sobre cuál debe ser nuestro papel en países islámicos. Creo que las posibilidades se reducen bastante: atender la fe de los pocos cristianos que en ellos viven, dedicarnos a obras de caridad, anunciar explícitamente el evangelio.

Las tres cosas. Si a un país musulmán acude una comunidad religiosa, unos sacerdotes creo que una misión es sostener y fortalecer la fe de los católicos que en ellos viven, que entiendo no debe ser fácil. Pero ineludiblemente vamos para anunciar explícitamente el evangelio y tratar de convertir a la gente a Cristo cumpliendo el mandato del Señor de “id por todo el mundo y haced discípulos” según nos recuerda el decreto “Ad gentes” del concilio Vaticano II: “La razón de esta actividad misional se basa en la voluntad de Dios, que “quiere que todos los hombres sean salvos y vengas al conocimiento de la verdad. Porque uno es Dios, uno también el mediador entre Dios y los hombres, el Hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para redención de todos”, “y en ningún otro hay salvación”. Es, pues, necesario que todos se conviertan a Él, una vez conocido por la predicación del Evangelio, y a Él y a la Iglesia, que es su Cuerpo, se incorporen por el bautismo”. “Pues aunque el Señor puede conducir por caminos que El sabe a los hombres, que ignoran el Evangelio inculpablemente, a la fe, sin la cual es imposible agradarle, la Iglesia tiene el deber, a la par que el derecho sagrado de evangelizar, y, por tanto, la actividad misional conserva íntegra, hoy como siempre, su eficacia y su necesidad”.

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21.03.14

Razones para asistir a una parroquia u otra

Cuando uno vive en un pueblo sin más que su parroquia, no lo tiene fácil para poder elegir alternativas. En las ciudades la cosa es muy diferente. Aunque vivas en el extrarradio, como es nuestro caso, caminando encuentras una parroquia a pocos minutos de tu domicilio. En el centro, entre parroquias, iglesias abiertas al culto, conventos… donde quieras y como quieras.

Cada parroquia tiene adjudicado un territorio concreto al que no queda más remedio que atenerse para algunas cuestiones que tocan lo administrativo. Para otras, sobre todo asistencia a misa, confesiones, formación… cada cual es libre de ir donde le plazca.

¿Las razones? Supongo que cada cual tiene las suyas. Pero si me atrevería a preguntar, por la cosa de ir mejorando lo que se pueda, qué cosas son las que más valoramos a la hora de asistir a una parroquia u otra.

Las que sean, aunque parezcan una bobada, aunque creamos que son nimiedades. Les agradecería mucho sus respuestas. A veces los curas y los consejos parroquiales andamos pensando en liturgias solemnes con dieciocho moniciones y a lo mejor lo que buscan es algo tan simple como puntualidad tanto para empezar como para terminar las misas.

20.03.14

En la muerte de Emilio, un adulto con discapacidad intelectual

En Ajalvir, un pueblito cercano a Madrid, existe un milagro patente que se llama centro Miguel Montalvo, y que es básicamente un centro para adultos con discapacidad intelectual. Digo milagro porque todo fue posible gracias a Mari Carmen y a un grupo de familias que decidieron embarcarse en un proyecto que diera vida y esperanza a lo que yo llamo “niños grandes”. Adultos, hombres y mujeres de una vez, pero con unas mentes que decidieron mantener la inocencia de la niñez toda su vida. Aproximadamente sesenta internos a los que se añaden los que acuden al centro de día que brinda ocupación y entretenimiento.

Tuve la suerte, casualidades de la vida, de celebrar la misa de inauguración del centro y desde entonces paso por ahí de vez en cuando para estar un rato con los chicos, hablarles de Dios, rezar juntos o celebrarles la misa. Una maravilla.

Hace unos días falleció Emilio, uno de ellos, al que cariñosamente llamaban “el abuelo”, ya que fue el primero en ingresar en el centro. Me pidieron celebrar una misa por su eterno descanso en el centro. Cómo no.

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19.03.14

Sor Lucía Caram: yo también te quiero

Los progres no opinan: pontifican. Los progres no expresan su pensamiento: dictan axiomas. Y ya se sabe que un axioma es una verdad por sí misma que no necesita ser demostrada ni explicada. Las cosas son así porque las digo yo y punto. Y si te atreves a decir que no estás de acuerdo es que eres un fascista, un retrógrado, cavernícola, con, neocon, ultramontano e infocatólico.

Los progres mantienen siempre un doble discurso. Una cosa es de cara a la galería, donde entran medios como prensa, radio, televisión, blogs, escritos… y otra la intimidad. Si se trata de la galería ofrecen una cara amable, buena, santa y transfigurada donde hay un discurso recurrente en el que jamás faltarán palabras como opción por los pobres, tolerancia, moderación, acogida, respeto y sobre todo, sobre todos los todos, que no hay que juzgar. Pero ay amigo… osa rozar levemente sus falsos axiomas, rasca la superficie de su discurso buenista lleno de compasión para los débiles, atrévete a decir que sus palabras son humo y nada y descubrirás bajo ese cuidado disfraz de corderito inocente un lobo feroz dispuesto a lo que sea para tratar de destrozar al enemigo.

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