Historias del economato: un matrimonio honrado
Manuel anda por los cuarenta y cinco años. María, su esposa, alguno menos. Dos chavales y el drama del paro que los tiene agarrados desde hace dos años. Desde hace seis meses, usuarios del economato.
Hace unos días han venido a verme. Todo muy sencillito:
- Que venimos a entregar la tarjeta del economato. Estamos muy agradecidos, pero es que, verá usted, a mi señora le ha salido una casita para echar horas, y aunque yo sigo en paro, con eso nos podemos apañar y hemos pensado que otras familias estarán peor y que mejor la tarjeta para ellos.
- Pero bueno, con solo unas horitas no os alcanzará, seguid con la tarjeta al menos este trimestre y luego ya vamos viendo.
Lo tenían más que claro. Pobres ellos mismos, saben perfectamente lo que es vivir en la nada y prefieren que otros disfruten de esa pequeña ayuda. Ya se sabe. La gente, cuanto más pobre, más generosa, más desprendida, más solidaria, más piensa en los demás que en ellos mismos.