12.06.15

Iglesia escuchante y dialogante

A lo más que llegó un servidor era a eso de “iglesia militante, purgante y triunfante”. Prometo que, desde mi mejor buena voluntad entendí que con eso bastaba. Ignorante. Necio. Botarate. Memo. Mostrenco. Cavernícola. Infocatólico. Ya lo ven, aquí servidor anclado en que si la purgante… Pero hombre, que todo el mundo está en el cielo y purgante ya solo suena a ricino y eso para los mayores. Ahora lo que se lleva es eso de Iglesia escuchante y dialogante. Nada menos que ambas dos.

A un servidor en principio le parecen bien estas dos cosas. ¡Cómo no estar de acuerdo en escuchar los gritos del mundo, su necesidad de pan y sobre todo su necesidad de Dios! Escuchar el lamento del pobre, el grito de auxilio del pecador, las voces calladas de los que no encuentran sentido a su vida. Pobres de nosotros si no somos capaces de comprender, emocionarnos, dolernos de tanto sufrimiento ajeno.

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10.06.15

El "Socio", perro pecador

Con mucha más claridad que algunos humanos. “Socio” tiene perfecto conocimiento de lo que puede y no puede hacer, de lo que está bien y lo que está mal. Pero… es perruno y en ocasiones es incapaz de vencer la tentación y cae.

Cuando pega un bocado a mis zapatos y se relame, ya sabe que ha obrado mal, pero comprendo que la textura y el sabor del cuero pueden tener una atracción casi irresistible. Es perfectamente consciente que lo de hacer pis, sea mucho o apenas unas gotitas para marcar territorio, es algo que se hace solamente en la calle. Pero… el pobre debe tener sus momentos no sé si de urgencia o de tentación y en alguna ocasión se le va la cosa.

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9.06.15

Forcades: fer la ... i la Ramoneta

No sé las veces que habré visto la película “Bien venido Mr. Marshall”. Rodada en Guadalix de la Sierra, donde fui párroco nueve años, no me resisto a contemplarla una y mil veces mientras recuerdo calles, plazas y, sobre todo, gentes. Una de las escenas más conocidas es aquella en la que el genial Pepe Isbert, alcalde del lugar, desde el balcón del ayuntamiento, comienza aquello de “como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a dar…”

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8.06.15

Del laberinto al 30

No conozco a nadie que haya puesto en duda esta regla jugando a “la oca”, salvo algún niño especialmente caprichoso al que directamente se le mandaba a hacer gárgaras. Niños caprichosos de esos que tiene que hacer su voluntad y que si no ganan revuelven las reglas, patalean, chillan, te montan el número y se llevan el tablero que para eso es suyo.

Niños y mayores. Es igual. Si se juega a “la oca” las reglas son más que conocidas: de oca a oca y tiro porque me toca, del laberinto al treinta y si caigo en el pozo tantos turnos sin tirar. Admitidas las normas por consenso universal.

Lo curioso de esto es que los mismos que aceptamos algo tan simple como el reglamento de la oca, el del mus, dominó, parchís o el ajedrez, luego, en las cosas que hacen referencia al alma y la vida eterna seamos tan liberales y complacientes. 

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4.06.15

De mamarracho, nunca

Por ser sacerdote, religioso o religiosa, no estamos exentos de algo que se llama buena educación. Se me entiende rapidito.

Boda de Jose María de Potorró y Mendizcuetagoiti con la distinguida señorita Nina de Fernández Muchapastez y Toma del Frasco Carrasco. Abundancia de chaqués y trajes oscuros en ellos, vestidos largos en ellas con su joyamen correspondiente. En un círculo próximo, con unos pantalones chinos, camisa de sport a cuadritos y rebeca beige, el reverendo P. García, que presidió la celebración. Pues muy mal, padre. O usted se va de uniforme clerical al uso, sotana o traje oscuro con camisa de tirilla, o si decide ir de seglar, se presenta como se presentan los laicos en tales eventos: traje y corbata. Y no me venga con el cuento de la pobreza porque un trajecito oscuro cuesta poco y dura mucho. Ni le cuento una camisa de clergyman. Quizá bastante menos que la rebequita beige.  

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