Las cinco magníficas
Tiene su mérito. Son las cinco magníficas de Gandullas. Tienen su mérito, porque en una localidad que apenas llega a los 80 habitantes, es todo un lujo que un jueves cualquiera, a la adoración, el rosario y la misa acudan cinco buenas mujeres.
El primer día que celebré en Gandullas en una misa de diario, les dije que mi intención era acudir un día por semana, además de la misa dominical, para que pudiéramos rezar y dar testimonio de que la parroquia estaba viva. Su respuesta, contundente: pues nosotras aquí estaremos. Y están. No fallan.
Humanamente, son lo último de la Iglesia católica. Cuatro o cinco mujeres mayores, alguna hasta con su sordera aceptada con alegre resignación. No se puede contar con ellas para el sínodo sinodal vaticano, serían elemento despreciable en el camino sinodal alemán, no se han hecho jamás problema con el celibato de los curas y el sacerdocio de la mujer. Eso sí, el rosario, la exposición del Santísimo y la misa lo saben aprovechar si lo tienen.

Llevamos sesenta años de retorcimiento del Vaticano II con la única justificación posible: no lo dicen los documentos, no lo apoya ningina reflexión, no hay magisterio posterior… Es igual. Basta afirmar que cualquier barbaridad, cualquier ocurrencia, sostener la idea más peregrina, celebrar de forma creativa… ni están en los documentos conciliares ni en el desarrollo posterior, pero todo es posible porque en realidad lo único que vale es que es conforme con el espíritu del concilio.
Que el cura de Braojos y aledaños no haya sido un entusiasta del sínodo pueden entenderlo desde la simpleza de los curas de pueblo y nuestra ancestral resistencia a todo lo que supongo novedad. El asunto es que los que apostaron por el sínodo a muerte, o directamente y sin tapujos proclaman su decepción o intentan seguir manteniendo el entusiasmo pero con unos argumentos que mejor se los guardaran.
Acaba de llegar a casa. Macho, cuatro meses, raza jack russell, pero no es un perro, es un torbellino. En las primeras horas ha decidido chuparme los pies, mordisquear una sandalia, probar el sabor de los cables, sacar papeles de la estantería, morder la mesa, atacar un disco duro externo, saborear un libro y robarme la alfombrilla del baño mientras estaba en la ducha.