Es su hora, no la mía
Estoy muy agradecido por sus palabras de ánimo. Cuántos son los que me dicen que voces o escritos como los míos hacen falta en la Iglesia. Quizás no.
Las cosas en la Iglesia parece que van bien. Muy bien. Tan bien que los obispos, incluyendo cardenales por supuesto, no tienen nada que decir. Apenas alguna voz disonante que por ser aislada es ahogada rápidamente. Algunos me dicen que agradecen mi libertad y mi testimonio. En privado, claro. Si los señores obispos no tienen nada que decir, ni sobre la situación actual de la Iglesia ni en apoyo a sus hermanos que sí se atreven, yo menos.

Hace unos días saltó a todos los medios que el cura de Basardillo y Torrecaballeros, siguiendo las normas de la Iglesia, había negado la comunión a una pareja gay conviviente.
Ustedes lo tienen muy fácil. Es suficiente con consultar el calendario litúrgico de la conferencia episcopal española y todo está claro: solemnidades, fiestas, memorias, tablas y lo que se puede celebrar o no según el día. Así cualquiera. Luego viene la cruda realidad y uno hace lo que buenamente puede.





