Ayer domingo hacía calorcito. Así que pusimos en marcha el aire acondicionado, porque yo creo que para vivir la celebración también hay que estar cómodos en lo material.
Una misa creo que sin nada que reprochar. Un monaguillo perfectamente educado, las cosas en su punto y hasta nos acompañó la coral parroquial. Acaba la misa y una señora que llega a la sacristía hacha una fiera: “Vaya misa, heladita estoy, con lo que yo padezco de cervicales y encima este frío, si es que no sé ni cómo viene la gente a misa. Y encima hale, con coral y todo, para que sea la misa más larga. Desde luego, yo no vuelvo”.
No estaba aún repuesto cuando entra otra señora. Los hombres generalmente no decimos nada, ni a favor ni en contra. O al menos en mi parroquia suelen ser mucho más expresivas las señoras. Pues eso, que otra señora: “No sabe cómo le agradezco lo del aire, porque mire, una anda con sus sofocos, y la verdad es que alivia mucho. Y la coral, qué belleza, qué gusto, cómo ayuda a vivir la misa”.
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