Redes sociales. Uno llega a donde llega
- Usted es un grosero y un maleducado, porque le he mandado ya dos mensajes y no me ha respondido.
No se hacen idea de lo que puede llegar a ser esto, porque el personal se empeña en contactar con un servidor por todos los medios que se le ocurren, con las cuestiones más insólitas y peticiones de lo más original. Uno llega a donde llega. Me explico.
Comenzamos por las peticiones de dirección espiritual. Creo que no es conveniente que la señora X de Montevideo o el joven Y de Cochabamba se dirijan con un servidor. Estoy seguro de que en sus diócesis respectivas encontrarán sacerdotes que puedan orientarles de una manera adecuada. Más complicado recibir mensajes de personas que, o bien se están planteando una vocación de especial consagración, o se sienten rechazadas en un seminario o convento. Tampoco sé muy bien la altura espiritual de las Társilas de Villariba del Monte o si los Padres Gundisalvos de Villabajo del Llano están más o menos contaminados de modernismo.

Eso del chismorreo y de la gente chismosa es cosa que de siempre ha preocupado al papa Francisco. No pierde ocasión de denunciarlo y afear esa conducta. Es verdad que en la Iglesia se da mucho eso del rumor, del qué sabes de esto, qué se dice, parece ser… Sería bueno que nos preguntásemos por qué.
La pastoral parroquial no es tan complicada. Mi idea fundamental de par qué estoy en una parroquia y cómo estar es muy simple. Creo que la gran misión del sacerdote es que sus fieles puedan vivir en este mundo con dignidad material y moral y lleguen después a la vida eterna.
Me maravillan esas personas que hacen gala de un equilibrio y una estabilidad a prueba de bombas, dicasterios, información politica y cansancio personal. Las hay que, efectivamente, mantienen impasible el ademán pase lo que pase. Quizá es que han sido educadas en el más puro estoicismo, en la impasibilidad absoluta. Luego están los que se sienten afectados por las cosas pero se lo tragan y disimulan, tal vez por aparentar una fortaleza de la que realmente carecen y vivir de una imagen que tape o al menos disimule la fragilidad de cada cual.