23.02.18

Cosas raras que hacemos los curas: llevarnos las velas a casa

¿Y eso? ¿es que se las roban? No, robar no. ¿Quién va a querer robar un par de velas de una parroquia de pueblo? ¿Entonces? Es por el frío… Me lo explique.

La explicación es sencilla. Cada vez es más común utilizar para la liturgia velas que funcionan a base de un aceite especial. Tienen un depósito que se va rellenando, su mecha, y son de lo más cómodo y limpio. El único problema es con el frío, porque entonces ese aceite se congela y no hay forma de encender los cirios. Así que el señor cura párroco ha decidido guardar las velas en casa y llevarlas al altar justo para el momento de la celebración.

¿Tanto frío hace en esa iglesia? Tanto, tanto que el párroco nos contaba a los compañeros que cuando se reviste para celebrar, se coloca el alba sobre el jersey y la cazadora, porque si no se hace la cosa imposible.

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21.02.18

Rematadamente locos. El cardenal Marx propone una bendición para parejas homosexuales

Se nos van haciendo normales las discrepancias entre obispos. En principio, nada que objetar, siempre han existido. Son muchos los temas que admiten libre discusión y es normal el debate. Lo malo es cuando la discusión puede afectar a cosas que uno entiende pertenecen al depósito de la fe o de la moral, en cuyo caso las discusiones deberían sobrar.

Esta última semana nos ha llegado lo que espero sea un simple globo sonda, que no lo será, según el cual el cardenal Marx propone algún tipo de bendición para parejas del mismo sexo. No solo propone, sino que parece ser, estamos siempre en el parece, que ya hay una comisión, un adelanto, un empezar a hacer.

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19.02.18

Creatividad pastoral y ocurrencias del señor cura párroco

Depende de cómo quieran entenderlo. Técnica y formalmente, queda mucho mejor hablar de creatividad pastoral –de la fetén, que un no olvida el foro- que de ocurrencias del señor cura párroco. Depende.

Hay que partir de mucho dolor. Justo el que los pastores debemos sentir al ver a tantas ovejas perdidas, descarriadas, errantes. Hoy cualquier barrio, cualquier ciudad, cualquier pueblo es abundante en gente alejada de Cristo y de la Iglesia. Estas cosas nos tienen que doler en el alma. Es una herida profunda verte en misa con una asistencia del todo exigua, los cuatro, o mejor las cuatro de siempre, la prácticamente inexistencia de la confesión, o tener el templo lleno porque ha habido un funeral de persona muy conocida, pero donde nadie responde ni al Señor ten piedad. Triste, muy triste.

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16.02.18

Se cumplen tres siglos del milagro de la Virgen del Buen Suceso en Braojos de la Sierra

Somos duros e insensibles de corazón y eso de los milagros nos cuesta. Las más de las veces nos quedamos en un “vete a saber” y “anda que después de tanto tiempo”. En definitiva, una forma de quedarnos en nuestra incredulidad y vivir tan panchos.

Mucho reticente ante los milagros de Nuestra Señora, como si creer en sus intervenciones extraordinarias para darse a conocer y aumentar la fe y el reconocimiento de los fieles fuese sinónimo de fe infantiloide, imperfecta y apenas tolerable. Una fe de esas que uno acepta condescendiente con una sonrisa de superioridad.

Hoy quiero hablar de un milagro mariano que podemos llamar reciente, tres siglos, y perfectamente documentado. Sucedió a unos vecinos de Braojos y de él se cumplirán tres siglos este próximo lunes. Lo recoge Jorge Sedano Sánchez en su libro “Iglesia parroquial de San Vicente mártir. Braojos de la Sierra".

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15.02.18

El enfado del arzobispo de Santiago, los polvos y los lodos

Del arzobispo y de quien no es el arzobispo. Porque que un tiparraco suelte en Santiago un pregón de carnaval metiéndose gravemente con el apóstol y hasta faltándole gravemente al respeto a la Virgen del Pilar es para que el personal, desde el arzobispo al último fiel medio decente, se indignen. Solo faltaba. Ya lo dijo en su día el papa Francisco: que no consentiría que nadie ofendiese a su madre.

No sé de qué nos asustamos. La política eclesial de los últimos años e incluso decenios es la de no molestar, callar, aguantar, perdonar y bajarse las calzas. La política podemita lleva, entre otras cosas, sacudir a los católicos todo lo que sea menester, sabiendo, constatando, que nunca pasará nada, y que los católicos, como mucho, convocarán un acto de desagravio. De aquellos polvos, estos lodos.

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