Me meten el dedo en la boca con lo de los Heraldos
Si algo tiene este su seguro servidor es su rara costumbre de afeitarse la lengua de manera constante, a la que se une otra también constante de limpieza de cristales en su labor pastoral. Lo que hago, lo cuento. Lo que pienso, también.
En cuanto a lo que hago, todos saben, entre otras cosas, que hace años vengo manteniendo contacto con los Heraldos del Evangelio. Creo que fue hace tres años cuando los conocí más directamente a través de un concierto que ofrecieron en la parroquia de la Beata Mogas de la que un servidor entonces era párroco. Me impresionaron su disponibilidad, seriedad en la liturgia, y la novedad de un concierto navideño catequético en el que, además de una belleza increíble en lo musical, se regaló a los fieles una espléndida catequesis sobre el misterio de la Navidad.