No es el cómo, es el qué
Se nos van los días y los años en reuniones tan tediosas como inútiles pero que seguimos manteniendo porque no se nos ocurren otras cosas. La mayor parte de estas reuniones son un poner en común lo que hacemos, básicamente echarnos flores y contar nuestras respectivas ocurencias tan ocurrentes, y tal vez apuntar alguna sugerente posibilidad por supuesto desde el absolutísimo respeto a cada cual, sabiendo que, mientras no te signifiques por la liturgia tradicional, ancha es Castilla.
Estas reuniones no salen del cómo: cómo organizar la catequesis, horarios de misas, despachos, Cáritas, papeles, cuentas. No queda más remedio. Hay que dialogar sobre cómo llevar las parroquias, ponerse de acuerdo en requisitos para sacramentos, la JMJ de Lisboa. Perfecto. Pero sigo.
¿Y con todo esto, de verdad, pero de verdad, qué es lo que queremos conseguir?
Estar cerca de la gente, que los jóvenes se animen, ayudar a reflexionar a los matrimonios, que los niños acudan a misa, atender a los posibles usuarios de Cáritas.
¿Y nada más? Y nada menos, me podrían decir.