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16.08.12

Pues yo te digo que lo que Cristo haría...

Me parece una frase que denota más que una enorme soberbia, una solemne estupidez. Tratar de solucionar una cuestión o aclarar sus términos apelando a lo que Jesucristo hubiera dicho o hecho se convierte en una mezcla de incultura, vagancia, prepotencia y falta del sentido del ridículo. Hay que estar muy sobrado para saber exactamente lo que Cristo diría, haría, condenaría o recibiría con aplausos en cada momento existencial.

Además es que volveríamos a lo de siempre. Imaginemos situaciones diversas de hoy mismo. Por ejemplo el problema de los lefevrianos, las religiosas “rebeldes” de USA, el sedevacantismo, el aborto, la familia, la crisis económica… ¿Es necesario seguir? Me apuesto un duro de los de antes que a cinco que pregunte, cinco respuestas diferentes a lo que Cristo haría. ¿Quién tiene la razón? Pues el que diga la Iglesia. Vamos, que lo de toda la vida.

No obstante sí creo que es bueno tener alguna referencia más cercana. Yo la he encontrado hace mucho tiempo en la beata Teresa de Calcuta, en la que se reúnen las mejores condiciones: servidora de los pobres y fidelísima a la iglesia. Tanto, que ya ha sido proclamada beata.

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15.08.12

Cuidemos la religiosidad popular

Virgen de la Asunción. Miraflores de la Sierra¡Cuán denostada ha sido en los pasados años la religiosidad popular! Lo que se nos había enseñado es que vaya religiosidad, que va un día a la procesión, a la novena o a la fiesta del santo patrón y hasta el año que viene sin pisar una iglesia. No es fácil de explicar. Gente que no tiene relación con la vida ordinaria de la iglesia pero que acude generosamente llena de fe al encuentro con el Señor, con la Virgen, con los santos. ¿Tiene esto sentido, nos hemos preguntado mil veces?

Mis años de cura de pueblo me hicieron comprender muchas cosas. Viví y conocí una fortísima devoción a la patrona que se traducía en muchas cosas positivas. Por ejemplo, una novena celebrada cada día a las doce de la mañana sobre todo para gente mayor y familias de luto y que congregaba no me nos de doscientas personas en un pueblo que apenas pasaba de los tres mil habitantes. Una novena solemnísima cada noche a las 22:30 con una iglesia abarrotada y gente de pie, y la asistencia TODA LA NOVENA de la corporación municipal en pleno. Dos procesiones multitudinarias y en absoluto respeto. Una tarde entera para las ofrendas a la Virgen a la que no dejaba de acudir gente como un rosario casi eterno. Y la imagen de la Virgen en cada casa, en cada hogar, en cada rinconcito. Siendo párroco un servidor levantamos la ermita por suscripción popular donde tantos vecinos fueron a trabajar completamente gratis.

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14.08.12

Me devuelva los 1.200 € (cosas de la señora Rafaela)

Nota previa: Esta entrada fue publicada en mi blog “Jorge. De profesión, cura”, va a hacer dos años. Quizá alguna vez publique aquí cosas tomadas de este blog, advirtiendo siempre que ya fueron publicadas en su momento. Gracias.

Menuda es la señora Rafaela. Hace no mucho estaba ella tan tranquila escuchando la homilía de su cura. Porque ella es de su parroquia, aunque con el párroco de cuando en cuando se las tenga tiesas.

Hablaba el sacerdote del final de la vida. Y su teoría, demasiada extendida por cierto, es que cuando uno se muere se va derechito al cielo. Automático. No importa cómo hayas vivido, ni lo que hayas hecho, ni tu fe o la falta de ella, ser honrado o sinvergüenza. Todos al cielo. El razonamiento simplísimo: si Dios es bueno y es misericordia está claro. No hay purgatorio, no hay pecados que expiar, no hay pena, no hay necesidad de nada. Todo es gratuito de parte de Dios. Por tanto, era la conclusión, no nos agobiemos por los difuntos porque todos sin excepción están en el cielo desde el mismo momento de su muerte.

Rafaela no tiene estudios especiales, pero sí su formación con un catecismo muy bien aprendido. Y de tonta ni un pelo.

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13.08.12

Medugorje: ¿frikilandia?

Mucho había oído hablar de Medugorje. Tengo amigos que acuden allá con cierta frecuencia y algún compañero sacerdote también me había contado cosas. También he leído artículos varios y me he dado alguna vuelta por la página web. Por eso me hacía ilusión pasar por el lugar. Sé que es poco tiempo, apenas un día, pero quisiera transmitiros la misma reflexión que hice a la gente que me acompañaba al final de la tarde mientras tomábamos unos refrescos.

1. Me atengo a lo que diga la Iglesia sobre esto. Lo que yo aporto son simplemente opiniones muy particulares por si a alguien le pueden servir.

2. Tan evidente es que la Virgen puede aparecerse, apariciones hay aprobadas oficialmente por la Iglesia, como decir que las apariciones no son en absoluto necesarias para la salvación.

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12.08.12

Aquí está sor María Luz (obediencia y religiosas de la LCWR)

Sor María Luz tuvo que pedir permiso con poco más de cuarenta años para vivir fuera del convento y atender a sus ancianos padres muy limitados por la enfermedad. Más de veinte años en el pueblo, durante los cuales pudo hacer de todo: profesora de religión, catequista, colaboradora de la parroquia, clases particulares a niños con problemas. Lo mismo dirigía el coro parroquial que visitaba enfermos.

Por supuesto la atención a los padres lo primero. La madre, en silla de ruedas. El padre, cascadillo por los muchos años. Pero si tenía un rato, era para los demás.

Más de veinte años hasta que fallecieron los dos. Y cuando su padre dejó este mundo recuerdo que tuvimos una preciosa charla en su casita del pueblo. Me confesó que mucha gente del pueblo le pedía que no regresara al convento y siguiera con la enorme labor que había estado haciendo.

Le dije: mira, después de más de veinte años viviendo fuera del convento, no te va a ser fácil el regreso. Y si deseas quedarte en el pueblo, todos lo vamos a entender. Ahora bien, si vuelves, sólo puedes hacerlo de una manera, que es presentarte a la provincial y decirle: aquí esta sor María Luz. Sin condiciones. Sin pedir nada. Ir donde vea conveniente. Hacer lo que ella disponga. Obedecer con alegría. Si no es así, no vuelvas.

Volvió. Unos años más tarde, con los setenta cumplidos, me contó llena de gozo que marchaba destinada a Chile. Sus palabras fueron estas: “qué grande es Dios, mira que acordarse de mí, a mis años, para cruzar el charco…”

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