Ortodoxia y ortopraxis: un mal cuento chino
Siempre hay un espabilado que, con voz de suficiencia, y como si acabara de descubrir la cuadratura del círculo proclama con una medio sonrisa de conmiseración ante los pobres mortales que tienen la paciencia de escucharle, eso tan poco original de que “es preferible un sacerdote comprometido con los pobres, que uno puntilloso en la liturgia o la doctrina”.
Hay que andar despistado (voy a ser bueno) para soltar una cosa así, porque esto en el fondo lo que quiere decir es que aquí una de dos: o estás con los pobres o estás con la liturgia y la doctrina de la Iglesia. Más aún, llevando al extremo el razonamiento, se llega con facilidad a que para estar con los pobres hay que hacer mangas y capirotes con la doctrina, y que los cuidadosos con la doctrina, de los pobres no quieren ni la vista.