Lo que adorna y lo adornado
Lo que adorna jamás debe superar a lo adornado. Es uno de esos principios que cualquiera debería tener en su casa en letra destacada y en los termplos católicos en letras de oro.
Los adornos, y me da igual hablar de protocolo, liturgia o saber estar común, tienen como finalidad ayudar a que algo destaque, se presente con mayor viveza o sea visto con mayor profundidad. Jamás el adorno puede convertirse en el, involuntario o no, protagonista. Parece mentira que cualquier chef, el camarerito más apañado o el maitre del restaurante de fama tengan esto más sabido que el responsable de liturgia de muchos templos.