Un fantasma en Piñuécar
Quizá lo más impotante que estoy descubriendo en mi vida de cura rural sea valorar mi sacerdocio por sí mismo. Me explico.
Cuando uno es párroco de parroquia grande, y sé muy bien lo que es eso, es fácil entender el sacerdocio desde todo lo que haces. Cómo no vas a experimentar el valor y la grandeza de tu sacerdocio cuando tienes delante cientos de personas en las misas dominicales, abundan los niños, te encuentras con los jóvenes, Cáritas funciona al máximo, viene gente a confesarse y cualquier iniciativa tiene su respuesta. Uno ve respuesta y eso siempre anima y congratula.