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2.01.25

La vacaburra

Lo de la vacaburra de fin de año enseñando una imagen del Sagrado Corazón de Jesús con cabeza de simpática vaca, hasta ahora podríamos decir que era de juzgado de guardia. Hasta ahora, porque con la nueva ley que elimina del código civil las ofensas a los sentimientos religiosos, me temo que la querella poco iba a prosperar. 

Vivimos en un pais con unas leyes que, so capa de facilitar la libertad de expresión, te conceden patente de corso, literalmente, para ciscarte con cagalera salpicá en todo lo que les parezca oportuno mientras que cuidadito con tocar lo suyo porque te llevan a galeras. 

Acabamos de iniciar en España un año declarado por el gobierno como el año de la conmemoración de los cincuenta años de la muerte de Franco. Cualquiera de ustedes puede referirse a Franco como dictador, genocida, asesino, malaje, el  mayor depredador de la historia. El código civil les ampara en su libertad de expresión. 

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28.12.24

El párroco omnisciente

Son muchas las cualidades que nuestros fieles nos tribuyen a los sacerdotes, especialmente a los párrocos. Yo creo que como nos ven en el altar y, nos sienten así como hombres de Dios, se piensan que nuestros son todos los atributos del mismo Dios.

Santidad. Por tanto nos exigen perfección absolutísima en todo lo que hacemos, decimos o, incluso, pensamos. El cura no se enoja, no duda, reza siempre, no se permite en su vida el fallo más mínimo. Es perfecto, aunque lo de la perfección no todo el mundo lo entiende igual. 

Eternidad. El cura, y eso es así, no puede cansarse ni jubilarse. Punto. Y pobre de ti si te quejas de estar cansado.

Omnipotencia. Todo lo puedes. Incluyendo la recomendación para el trabajo del nieto, la plaza para la residencia de ancianos Tal, conseguir fondos para arreglar la iglesia, llamar a un conocido para lo del médico de Fulano. Todo lo puede el cura.

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26.12.24

Villancicos: teología popular de la buena en píldoras

Los textos tanto de la Escritura como de la liturgia en estos días de Navidad tienen su profundidad. Quizá los teólogos y los sacerdotes pesquemos la mayoría, pero para la gente del pueblo hay cosas que no son fáciles de entender. Es verdad que uno pone todo su empeño en explicar las lecturas, aunque ese lector que decidió cambiar lo de “habló Dios antiguamente a los padres por los profetas", por un “habló Dios antiguamente a los padres de los profetas” no te lo facilite.

Mucha gente, seamos claros, desconecta en el sermón. Hay que ser muy bueno para acaparar la atención de todos y todo el tiempo. Es igual. La tradición popular se convirtió en teólogo de campanillas capaz de expresar en frases muy cortas la esencia del miisterio de la encarnación. Pura teología popular, fetén, de la buena. 

Ayer lo pensaba escuchando una vez más los cantos de la pastorela de Braojos: “Venid pastores, venid a ver, al niño hermoso que hay en Belén…” Y cómo resuenan el cante y el baile al llegar eso de “con el nacimiento del Hijo de Dios…”

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24.12.24

Allá que te va la Juana...

Me lo contó el domingo por la mañana:

- No sé ni cómo estoy aquí.

El caso es que el sábado por la mañana se fueron su hija y ella a arreglar la iglesia para estos días. Como siempre. Es su costumbre. Y mira por donde que si agarra esta caja, que si cuidado con eso… un pie por aqui y otro por alla… que allá que te va la Juana. Cayó todo lo larga que es. Noventa años por los suelos. Milagros de la Virgen del Socorro y san Andrés, los ángeles que andaban rondando. Alguna magulladura sin mucha importancia, algún moratón, pero los huesos nada. 

- Creí que me había abierto la cabeza, pero ya sabe que la tengo dura…

- No, mujer… 

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18.12.24

Si oviesse buen señor

No es ni mucho menos la primera vez. Ayer, en una columna publicada en el diario The New York Times, el papa Francisco ha vuelto a hablar de los sacerdotes para soltar unas cuantas lindezas: «por desgracia», los sacerdotes parecen a veces amargados y tristes, más solterones que casados con la Iglesia, más funcionarios que pastores y más soberbios que alegres».

Ya sé que la Iglesia es otra cosa, pero me voy a tomar la libertad de hacer una quizá no demasiado acertada comparación, pero si el presidente de una empresa afirma con cierta frecuencia que sus empleados son tristes, amargados, demasiado rígidos, soberbios y más funcionarios que cercanos a la gente, el problema no lo tienen los empleados, lo tiene la empresa, incapaz de motivar a los suyos para que sean y vivan otra cosa.

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