InfoCatólica / De profesión, cura / Categoría: Señora Rafaela

2.03.15

R.A.F.A.E.L.A.: "Podemos" (de podar)

Noticias frescas de la señora Rafaela. Asombrada y a la vez tan contenta al verse como presidenta nada menos que de R.A.F.A.E.L.A. Nunca aspiró a cargo alguno, incluso rechazó en su momento el de presidenta de las Hijas de María cuando existían aquellas cosas. Pero como ella dice, si este medio juego que te has inventado tú, demonio de cura, puede servir para bien de la Iglesia y de las almas, pues nada, cuenta conmigo.

He de decir que la señora presidenta aprueba y acepta con sumo agrado la sugerencia de que el lema de R.A.F.A.E.L.A. sea “Podemos”, siempre y cuando se le añada la clarificadora coletilla “de podar”, por la cosa de marcar distancias con quien no ve conveniente ajuntarse, y por expresar mejor lo que se busca y pretende.

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24.02.15

Apuntate a R.A.F.A.E.L.A.

Como nota previa, decir que por favor se abstengan personas carentes de al menos una mínima dosis de sentido del humor.

Pues bien, vistos los resultados, habida cuenta de que doña Rafaela es mucha Rafaela, que sus fans se acrecen por momentos, que los gritos de “yo también soy Rafaela” se escuchan en más de una parroquia, sin descartar más altas instancias, y que han ido apareciendo sugerencias de asociarse en torno al tan olvidado sentido común eclesial, después de hablar con la interfecta, que aceptaría el puesto de presidenta de honor pero sin que se le complique excesivamente la vida, por la presente decretamos la fundación de la asociación R.A.F.A.E.L.A., que como sus siglas indican, quiere decir:

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24.10.14

Hay que respetar... me. No hay que juzgar... me.

Jamás me ha fallado la apreciación. En cuanto alguien me habla de no juzgar y respetar, en realidad lo que quiere decir es que yo no puedo juzgar a nadie, pero que él, o ella, están en su perfecto derecho de llamarme absolutamente de todo menos bonito.

Hace unos días recibo un correo que venía a decir más o menos esto: “a ver si aprendes a respetar, a no juzgar a los demás, a ser un poco más tolerante con los otros. ¿Quién eres tú para juzgar a nadie? Eres un fascista, un mal sacerdote, un escándalo, un parásito, un sin alma. Conviértete”. Agradezco lo del conviértete, pero no me negarán que el resto no tiene su miga.

Algo así me sucedió con sor Lucía Caram, seguro que recuerdan. Si se dan una vuelta por sus escritos, entrevistas, twitter, su idea estrella pasa siempre por el respeto y la tolerancia. Hasta que se sienten rozados. Mucha tolerancia, mucho no juzgar, mucho hay que respetar, pero lo más bonito que me dijo fueron cosas tan amables y caritativas, tan comprensivas y tolerantes como que “es un pobre hombre, un amargado, su deporte favorito la falta de caridad”.

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22.09.14

Rafaela: huelga de escobas caídas

No había visto D. Jesús en los días de su vida de cura una iglesita más limpia y organizada que la de su pequeño pueblo. Rafaela, Joaquina, María y las demás serían a veces un tanto incordiantes, pero la verdad es que el templo parroquial era una envidia de aseo y ornato. Ya saben cómo son estas mujeres cuando se lo proponen: manteles impecables, ni una mota de polvo, las flores justas y perfectas…

Por eso le extrañó a D. Jesús encontrarse un día con unas flores medio chuchurrías en un florero. Bah, pensó, algún despiste. Más le hizo empezar a cavilar cuando vio que se amontonaban los purificadores sin lavar y planchar, los manteles no se cambiaban a pesar de alguna marcha de cera y las vinajeras se quedaban pegadas en el platillo.

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11.07.14

Rafaela y la censura de don Jesús

Decidió don Jesús aprovechar el verano para ofrecer a los fieles de su pequeña parroquia unas sencillas charlas de formación. Decía el buen cura que en cuaresma había cuatro en el pueblo, pero que ahora, con la cosa de los veraneantes, siempre se llegaba a más gente. Así que lo tenía como costumbre.

El caso es que el reverendo tenía buenos amigos sacerdotes que acudían a la parroquia sin demasiadas dificultades y aprovechaban para pasar un día en el campo y comer productos de la tierra.

El primer día acudió D. Francisco, aunque les dijo que le llamaran mejor Paco, por lo visto teólogo de campanillas y profesor de una prestigiosa universidad católica con sede en Madrid. Qué bien hablaba el profesor. Les explicó lo que era la Iglesia y cómo entenderla dese el Vaticano II. Una Iglesia de todos, donde todos fueran escuchados, nada de seguir dependiendo de los clérigos, abierta, participativa, donde fuera posible la libertad de expresión y de pensamiento, con un clarísimo protagonismo de los laicos y opción preferencial por los pobres.

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