Libertad de expresión, prudencia y comunión eclesial
Hace unos días me hacía eco del silencio impuesto a D. José Luis Aberasturi. Me duele y me preocupa, pero solo hasta cierto punto. Es un sacerdote con años y con la fortaleza de la experiencia y una dilatada vida sacerdotal. Más me duelen los silencios impuestos a otros sacerdotes, en ocasiones muy jóvenes, porque están mucho más indefensos. Las razones que se esgrimen para los silencios impuestos o recomendados, algo sé, son razones de prudencia y de comunión eclesial.
Nadie va a estar en contra de tales recomendaciones. La prudencia es virtud reconocida y la comunión eclesial a todos nos preocupa. Dicho esto, tendrán que reconocerme que cuanto más arriba esté uno en el estamento eclesial, más debe cuidar estos dos puntos. Vamos a un ejemplo.
Estos días de atrás hemos sido muchos los que hemos mostrado nuestro desacuerdo con la entrevista al cardenal Hollerich, publicada nada menos que en L’Osservatore Romano, ojo al dato, en la que, entre otras lindezas, afirma que en el Reino de Dios entramos todos, independientemente de la vida que llevemos, y se muestra partidario de otorgar bendiciones a las parejas homosexuales que mantienen relaciones íntimas, a pesar de que Doctrina de la fe haya declarado expresamente lo contrario. Pues bien, aquí quienes se ha cargado la comunión eclesial y se han saltado a la torera la prudencia han sido el cardenal y L’Osservatore Romano. Que nadie nos acuse de imprudentes a los demás por hacernos eco. Y entiendo que cuanto más arriba, más hay que vigilar lo que se dice y lo que se hace. Evidentemente es más sencillo reconvenir a un sacerdote que exigir prudencia y comunión a todo un cardenal.
Hijo de san Agustín soy. Me sé muy bien eso de “en lo necesario unidad, el lo dudoso libertad y en todo caridad”. Si hay que hacer caso a san Agustín, que quizá ese sea el problema, no pasa nada porque un sacerdote afirme que echa en falta la unidad en cosas que deberían estar claras, como la valoración moral de las relaciones homosexuales, la doctrina sobre el matrimonio, la relación con otras iglesias no católicas, la valoración de la liturgia, el aborto, la eutanasia o los experimentos dentro del campo de la biología. Que un sacerdote reivindique claridad debe ser algo para tener en cuenta en sus méritos. La cosa es que mientras encuentras que el jesuita P. James Martin, por ejemplo, o el cardenal Hollerich reivindican la bendición para las parejas homosexuales o que más de cien sacerdotes y obispos alemanes la imparten con luz y redes sociales, oponiéndose abiertamente a Doctrina de la fe, y nadie dice nada, si tú escribes o manifiestas en público tu estupor puedes tener un aviso en el que se te diga que prudencia… No confundamos, por favor, prudencia con cobardía, pusilanimidad o meter las cosas por la puerta de atrás, y nunca mejor dicho en el ejemplo que nos ocupa.
Es normal, obligación de todo sacerdote, exigir unidad en lo necesario. Callar ante ciertas cosas podría ser pecado grave de omisión. Alguna vez me han dicho: “sé prudente, que eres un sacerdote”. Porque soy sacerdote me siento en la obligación de no callar.
San Agustín dice que “en lo dudoso, libertad”. Hay muchas cosas de nuestra Iglesia que son perfectamente opinables, las diga el papa, el cardenal A o el obispo B. La conveniencia del sínodo de la sinodalidad es del todo opinable, por ejemplo. Los últimos nombramientos para la Academia de la vida no son dogmas de fe, y uno puede decir que le parecen equivocados. Opinable es el nombramiento de un obispo o de un cargo curial, la aplicación de los fondos del Óbolo de san Pedro, el protocolo sobre abusos en el clero, la distribución de fondos diocesanos o la primacía de lo psicológico en el acompañamiento a los seminaristas. Opinable la programación de la catequesis, la edad para recibir la confirmación o la confesionalidad de Cáritas.
Uno tiene la impresión de que, mientras en lo necesario se permite todo tipo de discrepancia, en lo opinable se nos pide una inquebrantable adhesión, al punto de que disentir de cualquier cosa que diga el santo padre o el obispo diocesano sea causa de linchamiento moral.
Insisto. En lo necesario, unidad. Exíjase a todos, del papa hasta abajo. Libertad en lo opinable. ¿Por qué no? ¿Cuál es el problema? ¿La obediencia? La obediencia me obliga en lo que exige el código de derecho canónico, no en las ocurrencias del pastor. Entiendo que los que nos exponemos de manera habitual en las redes, y expresamos lo que muchos compañeros comparten pero callan, en una dejación de su ser sacerdotes, debemos ser fidelísimos a la doctrina de la Iglesia, es decir, a lo necesario, respetuosos con el papa, obispos y sacerdotes, y todo el pueblo de Dios y expresar libremente nuestras opiniones desde la caridad.
Caridad. Eso.
29 comentarios
pues sí, pero también hay pastores ciegos, y otros que debajo de la piel de oveja llevan la suya, bien distinta.
Que de todo hay en la viña del Señor.
Y además de rezar por ellos, hay que ser claro, deber de todos, Sacerdotes y laicos.
Ejemplo (prueben a buscar en la red social Facebook): L'Osservatore: 39.000 seguidores. Infocatólica: 330.000 seguidores.
Editori, giornalisti e cardinali de L'Osservatore. Non si rendono conto che stanno facendo qualcosa di sbagliato?
Su Ave Maria, y otra por todos los que abusan de su cargo.
Pero, en relación con la célebre fórmula “en lo necesario unidad, en lo dudoso libertad y en todo caridad”, siempre atribuida a San Agustín, recuerdo haber leído que, en realidad, no se encuentra en las voluminosas obras del santo.
Quizá algún lector erudito pudiera ayudarnos con la cita exacta, si es que existe.
Si estos callan las piedras hablan.
Wikipedia dice que la frase aparece en el siglo XVII, y (entre otros lugares) en la enciclica Ad Petri Cathedram de San Juan XXIII.
No significa que no sea cierta, ni que el artículo falle por eso.
Lo que me inquieta es que haya proporcionado su nombramiento alegría y algazara en esa fosa séptica llamada Religión Digital, que ha publicado que ese nombramiento "levantará ampollas entre los rigoristas", que se diga que es muy cercano al Papa y que sea muy amiguete del Padre Ángel.
He recuperado el artículo del jesuita Salvador González Benítez, titulado precisamente “Unidad, libertad, caridad” (revista "Proyección: teología y mundo actual" nº 35 (1962), págs. 309-312), más fiable que Wikipedia.
La cita de la encíclica Ad Petri Cathedram (1959) de Juan XXIII es la siguiente:
“Siempre hay que retener y aprobar aquel dicho expresado de diversas formas y atribuido a varios autores: In necessariis unitas, in dubiis libertas, et in omnibus caritas.”
Y las observaciones del docto jesuita, autor del citado artículo, se resumen en lo siguiente:
“La máxima citada en la encíclica ha sido con frecuencia atribuida a San Agustín … Sin embargo, eminentes especialistas como Odilon Rottmanner y Germain Morin concluyen después de serios estudios que la famosa máxima no aparece en ninguna de las obras auténticas del obispo de Hipona.
Friedrich Lücke en su estudio sobre la discutida sentencia llega a descubrir su origen.
Aparece por primera vez en un tratado teológico protestante: “Paraenesis votiva pro pace Ecclesiae ad Theologos Augustanae Confessionis” (Exhortación y voto por la paz de la Iglesia a los teólogos de la Confesión de Augusto) publicado en 1526. Su autor es Petrus Meiderlin.
La identidad y prioridad de Meiderlin ha sido aceptada sin discusión por los recientes investigadores: G. Krüger y A. Eekhof.
[...]
En el siglo XVII la máxima se extiende entre los protestantes por Alemania, Francia, Países Bajos e Inglaterra. Luego cae en el anonimato para aparecer de nuevo en el siglo XIX. Son protestantes y católicos los que la sacan a luz, pero como sentencia anónima o de San Agustín. Y ahora de nuevo a las puertas del Concilio aparece en un documento transcendente.”
Siglo XVI, por lo tanto, en concreto 1526, y no siglo XVII como se dice en la Wikipedia. Teólogo protestante, por lo tanto, y no San Agustín.
En realidad, lo necesario se opone a lo contingente, y no a lo dudoso. A lo dudoso se opone lo cierto o seguro. Necesidad y contingencia nos remiten al ser. Cierto o seguro y dudoso, como falso, nos remiten a la verdad. ¡Mal filósofo y teólogo el protestante Meiderlin!
Lo cual no quita nada al acierto sustancia del muy oportuno artículo de don Jorge.
Un prelado dijo que España se había convertido en un campo de exterminio, y salieron disparados hacia el Vaticano los gobernantes ofendidos: justo cumplir los 75 años, le despacharon de mala manera. Eso pasa por ser un Estado criptoconfesional católico.
Recuerdas que Cristo dijo que cuando los conduzcan a los Tribunales por su causa lo que digan será del Espíritu.
En esto de las prohibiciones estamos más que viejos, Hechos 5.40 "Llamaron a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron terminantemente hablar más de Jesús y los soltaron. 41.Ellos salieron del tribunal muy contentos por haber sido dignos de ser ultrajados por tal nombre. 42. No dejaban un día de enseñar, en el templo y en las casas, y de anunciar la buena noticia de que Jesús es el mesías."
Si eso es considerado imprudencia bien por ella, arriba con la imprudencia.
Y si la unidad es renegar de la Fe y de Los Mandamientos y de Cristo, que la unidad se vaya a hacer puñetas.
Consultado Monseñor Casalotodo sostiene que hay que preguntar a los prohibicionistas prudentísimos si lo aconsejado es hacerlo con prudencia o hacerlo con Prudencia.
En la Iglesia, es otra cosa, es no meterse el clero en lo "opinable" porque puede ser fuente de confusión de los fieles y tener la facultad de expresar la Verdad, eso sí. El prelado que dijo que España se había convertido en un campo de exterminio expresó la Verdad, pero cuando no se opone a la propaganda de COPE y 13TV a favor del PP de un modo contundente, yerra de cabo a rabo.
La jerarquía, en este caso el Sr. Osoro, debe estar midiendo si es mejor dejarle hablar o callarle. Para mi haga lo que haga Osoro me da igual, sólo espero que se arrepienta antes de rendir cuentas al Altisimo, pues de lo contrario se condenará.
Rezo la preceptiva Ave María.
Es muy necesario que seamos conscientes de la necesidad de que cada poco tiempo nos recuerden esto. Somos barro de dudosa calidad...
Por favor, no dejen de hacerlo....
Por caridad, oremos por los laicos, sacerdotes, obispos, cardenales y resto de la jerarquía que son herejes, cobardes y pusilánimes, si los hubiera.
Tenemos que ponernos en la presencia de Dios, y cumplir con nuestro deber de siervos Suyos. El que manda es Dios, y aunque en la prueba tengamos que arreglarnos aparentemente solos, hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, porque Él está siempre presente y nos mira.
Un sacerdote amigo me decía hace tiempo que el voto de obediencia era, con mucho, el más difícil de cumplir de los tres. A mí me parecía extraño, pero cada vez me doy cuenta de lo acertado de esa afirmación. Hay que obedecer y no equivocarse, pero a la vez hay una responsabilidad ante el Señor de serle fieles.
No es fácil, y nadie dijo que lo fuera. Los seglares por nuestra parte también tenemos que someternos a la obediencia de la Iglesia, aunque sea ciertamente distinto y mucho menos complicado.
Al padre Pío se le prohibió confesar y decir misa públicamente durante 10 años (por falsas acusaciones), ¡y eran los tiempos de Pío XI...!. Eso sí es paciencia. El santo lloraba al conocer el castigo impuesto, pero le dijo a su ayudante que no lloraba por la prohibición (ya que al obedecer al superior obedecía a Dios), sino por todas las almas que se perderían (e irían al infierno) al no tener su dirección en la confesión.
Por otro lado San Pablo recriminó públicamente a San Pedro por sus costumbres judaizantes, así como San Atanasio luchó perseverantemente contra la herejía arriana, que había llegado hasta el Papa y a la mayoría de los obispos. Fue excomulgado, expulsado de su diócesis, perseguido., pero finalmente la Iglesia volvió a la sana Doctrina.
San Pedro desobedeció al jefe del Sanedrín que le exigía no predicar públicamente en el nombre de Jesucristo... "porque hay que obedecer a Dios antes que a los hombres". Sus latigazos por causa de Cristo le dieron una enorme felicidad.
Es un tema de conciencia... creo que tal como está la Iglesia hoy en día (y por ende el mundo entero) lo que conviene es HABLAR. Tal como nos dijo Santa Catalina de Siena: "¡Basta de silencios! ¡Gritad con cien mil lenguas porque, por haber callado, el mundo está podrido!."
...todos rendiremos cuentas de nuestros silencios, así que por difícil que sea, adelante y siempre con nuestro Señor Jesucristo, con Su Santísima Madre la Virgen María y con la santa Madre Iglesia, católica, apostólica y romana.
Que no nos roben la Redención. Y que podamos seguir ofreciéndola, en vez de aplausos a todo tipo de conductas. Eso de la bendición de pecados no es caridad. Personalmente no consiento que aplaudan ni bendigan mis pecados. Y mucho menos que me obliguen. Es increíble, pero pretenden obligar a muchas cosas. Pretenden negarnos los caminos de purificación que Dios #regala# a cada uno para salvarnos. Quiero poder seguir luchando contra el pecado con la ayuda de Dios y poniendo mi suciedad a los pies de Jesús para que Él la limpie. Que no quede ningún pecado retenido. Quiero que la Iglesia siga siendo de Cristo. Por supuesto lo seguirá siendo por negro que se vea el horizonte hoy día.
Un par de Ave Marías. Por el firmante y por el censurado.
Simplemente se trata de cancelar al que dice cosas políticamente incorrectas. Da igual si se dice una verdad o una mentira, lo que importa ese que sea políticamente correcto, y si esto va en contra del Magisterio de la Iglesia, peor para el Magisterio.
Mi opinión es que todo abuso de poder debe ser denunciado y no acatado. ¿o es que el Derecho canónico es papel mojado?
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