La difícil comunión eclesial
Que todos sean uno… Será un clamor de Cristo al acercarse el final. Que todos sean uno para que el mundo crea…
Hoy, en vísperas del triduo pascual, es fácil constatar la realidad. No. No hay unidad. Que setenta obispos de los lugares más diversos hayan escrito una carta a los obispos alemanes poniendo de manifiesto que el sínodo alemán podría llevar a un cisma, es solo una muestra más de por dónde van las cosas.
Nos habíamos, desgraciadamente, acostumbrado a la falta de unidad en las cosas más simples, pero hasta ahora no dejaban de ser asunto de la parroquia de Tal, el padre Cual o los religiosos de santa Veneranda. Hoy la falta de unidad es notoria entre los mismos obispos. Lo vimos claramente en la interpretación de Amoris Laetitia, cuando obispos individualmente y hasta conferencias episcopales se colocaban en posturas, no solo diversas, sino claramente antagónicas.
Junto a la falta de unidad tenemos la falta de autoridad. Nunca pasa nada. Ya lo saben. Ciento cincuenta sacerdotes en Alemania, últimamente cuánto sale Alemania, recuerdan que desafiaron públicamente la prohibición desde Doctrina de la fe, o como se llame ahora, de bendecir públicamente parejas homosexuales, y lo hicieron con luz, taquígrafos y retransmisión en directo en redes sociales. No pasó nada. No quiero ni imaginar si ciento cincuenta sacerdotes hubieran celebrado con la misma publicidad con el misal de san Pio V.
Los fieles lo constatan, lo denuncian y reclaman constantemente unidad. Cuando hace unas semanas servidor pedía sugerencias para el sínodo, la llamada a la unidad de doctrina fue tema estrella.
La consecuencia de la pérdida de la unidad y la disciplina es el abandono de la fe. La gente lo expresa con toda claridad: total, dicen, si cada cura opina una cosa y aquí parece que da igual Juana que su hermana, pues haremos lo que buenamente nos parezca, y a ver si ustedes se ponen de acuerdo, porque lo que en un sitio es pecado mortal, en otro no es malo y en el de más allá hasta buenísimo.
Cristo lo pedía insistentemente: que todos sean uno para que el mundo crea. No hay unidad, se desmorona la fe.
Supongo que habrá quien al leer este post concluirá que con escritos así no se favorece la comunión eclesial. No se confundan, por favor. Se ha consentido lo de los sacerdotes alemanes y las bendiciones de parejas homosexuales, cada cual intepreta Amoris laetitia como quiere, el sínodo alemán podría ir camino del cisma, lo acaban de señalar por escrito setenta obispos. La falta de comunión búsquese en otro lugar, y, por ejemplo, de paso expliquen a los fieles por qué en la Iglesia toda discrepancia es admisible, tolerable y signo de madurez evangélica, excepto celebrar con el misal de san Pio V, el mismo misal con el que durante siglos se santificó la Iglesia.
En puertas de iniciar el triduo pascual, este año rezaré especialmente por la unidad en la Iglesia: “Padre, que todos seamos uno para que el mundo crea".
42 comentarios
El libre examen de la tradición, al margen del magisterio, como el libre examen de las Escrituras, como el libre examen de los concilios ecuménicos convocados y confirmados por papas, no llevan desde luego hacia la unidad de la doctrina ni la unidad de la Iglesia.
Paz y Bien
y Ave María.
¡Sí que pasa! Pero pasa a unos, no a otros.
Lo de la autoridad es como lo de la igualdad, que unos son más iguales que otros.
Y si no quiere ser responsable, que dé un paso al lado y deje el puesto a otro.
Así terminó Argentina con el peronismo, con una guerra civil en los 70 y a día de hoy todavía se habla de "la grieta" para referirse a la división entre peronistas y no peronistas. Es una pena, pero da la impresión de que en algunos países la Iglesia va por el mismo camino
Es culpable de la falta de comunión por la AL.
La comunión a los divorciados arrejuntados no era algo reclamado por los católicos, sino precisamente por los infiltrados.
Para mí, también es culpable de su propio ego que le ha llevado a pensar que sería capaz de integrar a los separados de la Iglesia mediante diálogo y chamarileo (lo disfrazaron con la palabra ecumenismo) y lógicamente lo mal concebido, mal acaba. Le ha salido el tiro por la culata. Y además de su personal enfado ha desprestigiado a la Iglesia con respecto al mundo, minando el indudable referente moral que siempre ha sido la palabra de La Iglesia.
Sobre la falta de unidad tiene una responsabilidad parcial porque hereda el tema de la falta de obediencia entre los religiosos desde la rebelión de Lefèbvre.
En mi opinión únicamente un Papa dispuesto a cercenar a todos los miembros gangrenados, aunque se disminuya drásticamente el número oficial de católicos, puede revertir esta situación caótica de casa de tócame el roque que parece haberse convertido La Iglesia.
¡Ave María, padre!
El problema, a mi modo de ver, es que la vara de medir para la derecha es muy corta, pero en sentido inverso (izquierda progre y globalista) es kilómetrica.
Le rezo su Ave María
No hay mas ciego que el que no quiere ver.
Resulta pueril su empecinamiento en ver gigantes donde solo hay molinos.
Dice usted que que se ha leido TODO el CV II, lo cual es sorprendente. Ok, aceptamos pulpo como animal de compañia. Pero entonces ¿como es posible que Ratzinger tenga que salir en defensa del CVII afirmando que solo es posible emplear una hermeneutica de continuidad? ¿De verdad que no se le enciende ninguna lucecita? ¿Sigue usted en los mundos de Yupi?
Si hace falta una hermeneutica es que algo ya de entrada no va bien, y si ademas es una hermeneutica no simple logica sino ademas de continuidad es que algo va muy mal, porque significa que hay otra de ruptura que es lo que sucede, salvo para usted que tapandose los ojos grita no oigo nada,no oigo nada.
Analizar errores en el CV II no es un cisma. Incluso llegar a pensar que pudiera ser necesario ignorarlo por sus errores tampoco. La clave no es pensar eso, sino si los errores son ciertos y existen.
Yo no puedo valorarlo porque me faltan conocimientos, pero es evidente que las criticas fundadas estan ahí, y que si Ratzinger tiene que salir a defenderlo es porque hay algo que no es correcto. Es muy facil de entender para cualqueira que este dispuesto a simplemente analizar los hechos.
No hace usted mas que dar la razón al Blogger al escribir este artículo.
"toda discrepancia es admisible, tolerable y signo de madurez evangélica, excepto celebrar con el misal de san Pio V, el mismo misal con el que durante siglos se santificó la Iglesia"
En mayor o menor medida, casi todos los textos pueden admitir varias lecturas o lecturas con matices, generalmente no buscadas por el autor, pero “Amoris laetitia” y buena parte de los documentos de este pontificado son calculada y deliberadamente ambiguos, para que puedan interpretarse a conveniencia de cada lector.
Quien quiera dar la comunión a los divorciados vueltos a casar, encontrará razones para ello, y dirá que no cambia la doctrina sobre la comunión y el matrimonio, sino que se abre la posibilidad de la comunión como medida pastoral tomada con discernimiento y misericordia. Quien no quiera dar la comunión a los divorciados vueltos a casar, también tiene argumentos. Dirá que los documentos real o aparentemente más o menos ambiguos se deben interpretar en continuidad doctrinal con el magisterio anterior, lo que permite ser fiel a la tradición y no poner en duda la ortodoxia doctrinal de Francisco.
La unidad es difícil, tal como están las cosas. Creo que Benedicto XVI intentó una cierta unidad con su “hermenéutica de la reforma, de la renovación dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia” y su propuesta de forma ordinaria y extraordinaria de un único rito romano de la misa, pero no logró convencer ni a los progresistas ni a los tradicionalistas más reacios a admitir el Concilio y la misa del novus ordo.
Quizás Benedicto XVI pase a la historia como Benedicto XV, del que tomó el nombre. El segundo queda un tanto oscurecido por los Píos y el primero por Juan Pablo II y Francisco, dos pontífices que, me lo van a permitir aunque sé que no me lo van a admitir. se parecen bastante como papas divisivos, con orientaciones ideológicas y eclesiásticas opuestas.
1- El problema no es la difícil unión eclesial sino el motivo por el cual el Papa no ha excomulgado a los obispos alemanes, ya se lo merecen......se quiere mantener una unidad ficticia, se quiere evitar un cisma que extraoficialmente ya se ha producido....no me parece correcto. Otro Papa ya hubiera anatemizado a varios obispos alemanes. Es para reflexionar sobre si está falta de comunión eclesial no es también culpa nuestra por tolerar demasiado los errores doctrinales.
2- Solo hay falta de unidad con los obispos alemanes??? Dentro de nuestra conferencia episcopal todos los obispos piensan igual??? Todos piensan como Monseñor Munilla o Reig Plan???
Debemos también reflexionar sobre nuestra unidad episcopal...
Ni uno.
Comparar eso con lo de los alemanes es como comparar un ligero resfriado con un cáncer con metástasis.
¡Ave María, padre!
Esto que pasa en altas jerarquías, ya empezó a pasar a nivel raso. Llevamos muchos años de curas que niegan la doctrina y la enseñan como tal sin que les pase nada. O no hay en su diócesis pastores que no creen en verdades fundamentales como la presencia real? Y nadie hace nada. Esta falta de virilidad defendiendo a la Iglesia y la doctrina durante décadas se fue metiendo como metástasis hasta el punto de que la Iglesia está en una de las peores crisis de su historia si no la peor. Somos una banda de acomplejados y pusilánimes que no saben donde está la mano izquierda. Yo creo que la situación pasa por mejorar la disciplina y formación del clero y siendo tajante con falsas doctrinas. Si hay que excomulgar se excomulga. Pero no están dispuestos, es demasiado carca y rígido. Y que el de blanco habla de una vez. Todavía no he escuchado nada suyo sobre los alemanes. Quiero escucharlo de su boca.
En la Iglesia hay (y dónde todavía queda) una unidad más o menos fraternal, de caerse bien y, a veces, incluso de caridad.
Sin embargo, doctrinalmente está deshecha.
En la Iglesia hay cientos de órdenes, grupos, movimientos y carismas de todo tipo. Cada uno va a lo suyo. Puede haber elementos coincidentes entre dos grupos escogidos al azar, pero habrá, en un porcentaje altísimo, serias divergencias doctrinales.
Esas divergencias doctrinales se han ido acumulando desde hace generaciones. Lo de los alemanes es una pequeña coma.
Reducir el problema de la unidad a una división entre progres y conservadores, lo encuentro bastante naif.
No deja de ser llamativo que, probablemente, la mayoría de católicos opine que, hoy, en la Iglesia, no se predica la doctrina auténtica. Curioso resulta también comprobar que la culpa la tienen los otros, porque en su grupo, en su casa, en su comunidad o el pequeño rincón donde predique, mantienen la doctrina pura y auténtica.
Sea como fuere, lo cierto es que la inmensa mayoría de los católicos desconoce totalmente cualquier planteamiento doctrinal de antes del siglo XX, en sus fuentes originales. Entre otras cosas porque la mayoría de esas obras, en la práctica, son inaccesibles. Por ejemplo, es imposible encontrar el tratado moral del moralista por excelencia de la Iglesia, San Alfonso de Ligorio. Si Ligorio no está, ¿qué unidad se espera en lo moral?
Así que, lo que casi todos defienden son cosas que han oído aquí y allí. No se puede esperar que de esa manera de aprender surja una unidad de nada.
El Cardenal Sarah recomendó explícitamente desde el Dicasterio de la Liturgia (con el Papa Francisco) insistentemente y con graves y profundas palabras que lo ideal y lo adecuado era celebrar Ad-Orientem (con una correcta catequesis previa para los feligreses), y dió una fecha concreta para que se empezara a hacer por parte de todos los sacerdotes, allá por el año 2018... ¿cuántos le hicieron caso? ¿nos atrevemos a aventurar un porcentaje? ¿un 1%?... no un 1% sería muchísimo. Tampoco un 0%, digamos que un número entre ambas cifras, según mi humilde opinión. Personalmente no he conocido estos años ni una sola Misa Novus Ordo Ad-Orientem, y he ido a muy diversos templos y parroquias. Si alguien ha sido testigo de una misa novus ordo Ad-Orientem que por favor lo diga, y felicitaré efusivamente al sacerdote que hizo caso obedientemente y catolicísimamente a Roma en este tema.
Sólo podemos estar unidos y en comunión en la Sana Doctrina, en los Sacramentos bien celebrados, en defender la Virtud y la Verdad, en los Mandamientos y en las Bienaventuranzas, en dar la vida por Cristo, en llevar nuestra Cruz con paciencia junto a Él, en amar a Dios sobre todas las cosas, en la Caridad Cristiana para con todos, en amarnos como Él nos amó, en el consuelo de Su misericordia pero pensando a menudo en los novísimos y en la necesidad de arrepentirse y cambiar de vida para ser perdonados, en la búsqueda de la santidad, en dar Gloria a Dios y en salvar cuantas más almas mejor.
Ahí sí que hay, hubo y habrá auténtica comunión eclesial, porque la verdadera Iglesia de Cristo está unida en el propio Cristo, y en Sus palabras de Vida eterna.
El estar unidos en el error ó en el caos de hacer y decir cada uno una cosa diferente no habrá nunca comunión eclesial. No es una pose, es una unión profunda sobrenatural en Cristo.
El problema para Roma, como bien señala don Jorge, son los sacerdotes que insisten en celebrar misa con el misal de San Pío V. Porque no son suficientemente conciliares, vale decir porque son anteconciliares, incluso anticonciliares. En medio del colapso general, el crecimiento de los católicos llamados tradicionales o tradicionalistas se hace insoportable.
El problema no es el exceso conciliar, el problema es su defecto. Toda una confesión de lo que verdaderamente importa a las autoridades romanas.
Como vuestros hermanos obispos que somos, os presentamos algunas de nuestras preocupaciones, sin ánimo de ser exhaustivos:
1. Desoyendo al Espíritu Santo y desatendiendo el Evangelio, las acciones del Camino Sinodal socavan la credibilidad de la autoridad de la Iglesia —incluyendo la del Papa Francisco—, la antropología cristiana y la moral sexual, y la verosimilitud de la Escritura.
2. A pesar de exhibir un barniz de vocabulario e ideas religiosas, los documentos del Camino Sinodal Alemán parecen mucho más inspirados por el análisis sociológico y la política contemporánea, incluyendo las ideologías de género, que por la Escritura y la Tradición, las cuales, para el Concilio Vaticano II, son un único depósito sagrado de la Palabra de Dios. Estos documentos miran a la Iglesia y a su misión más con los ojos del mundo que con los de las verdades reveladas en la Escritura y la Tradición autorizada de la Iglesia.
3. Además, el contenido del Camino Sinodal parece reinterpretar y menoscabar el significado de la libertad cristiana. Para el cristiano, la libertad es el conocimiento, la voluntad y la resuelta habilidad de hacer lo que está bien. La libertad no es “autonomía”. La auténtica libertad, tal y como enseña la Iglesia, está anclada en la verdad, ordenada al bien y, en última instancia, a la bienaventuranza. La conciencia no crea la verdad. Tampoco es un asunto de preferencias personales o autoafirmación. Una conciencia cristiana bien formada permanece sujeta tanto a la verdad sobre la naturaleza humana como a las normas de la vida justa reveladas por Dios y enseñadas por la Iglesia de Cristo. Jesús es la verdad que nos hace libres (Jn 8).
4. La alegría del Evangelio —esencial para la vida cristiana, tal y como el Papa Francisco subraya a menudo— parece completamente ausente de las discusiones y textos del Camino Sinodal. Este punto flaco es muy significativo para un esfuerzo que busca la renovación tanto personal como eclesial.
5. El proceso del Camino Sinodal, casi a cada paso, es un trabajo de expertos y comités que se manifiesta altamente burocratizado, obsesivamente crítico y encerrado en sí mismo. Precisamente este hecho refleja una forma extendida de esclerosis eclesial que, irónicamente, llega a ser antievangélica en su estilo. En su efecto, el Camino Sinodal muestra más sumisión y obediencia al mundo y a las ideologías que a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador.
6. La atención excesiva del Camino Sinodal sobre el “poder” en la Iglesia sugiere un espíritu fundamentalmente contrario a la naturaleza real de la vida cristiana. Al fin y al cabo, la Iglesia no es meramente una “institución”, sino una comunidad orgánica que no es igualitaria sino familiar, complementaria y jerárquica —un pueblo sellado en comunión por el amor de Cristo Jesús y el amor al prójimo en su nombre. La reforma de las estructuras no es, en absoluto, lo mismo que la conversión de los corazones. El encuentro con Jesús, como se ve en el Evangelio y en la vida de los santos a través de la historia, cambia los corazones y las mentes, trae la sanación, aparta de una vida de pecado e infelicidad, y acredita el poder del Evangelio.
7. Finalmente, el más lamentable y apremiante problema del Camino Sinodal Alemán es terriblemente irónico.
Por su ejemplo destructivo, el Camino Sinodal podría conducir a algunos obispos, y conducirá a muchos fieles laicos, a desconfiar de la misma idea de “sinodalidad”, impidiendo asimismo la necesaria conversación de la Iglesia sobre el cumplimiento de su misión de convertir y santificar el mundo.
Las cosas claras.
Solo la Verdad nos hace libres.
Espero q aunque con retraso publique mis comentarios anteriores, aunque creía haberlos escrito antes q los últimos q aparecen, pero supongo q sería más tarde y están pendientes.
¡Qué bello sería el sentirnos en comunión con los curas alemanes que bendicen a sodomitas!
¡Qué arte tendría yo tomando la alternativa en La Maestranza de Sevilla ante un Mihura o un Pablo Romero con una pierna escayolada!
-Oiga, usted está diciendo disparates.
-¡FASCISTA, CARCA , INFOCATÓLICO!
Las comunidades están formadas por personas, que no somos iguales aunque tengamos los mismos derechos y deberes. Por eso no es fácil que seamos uno con la Trinidad porque no somos perfectos.
No hay que desanimarse aunque nos parezca complicado, es porque no actuamos ni vivimos como Cristo nos enseña. El lo sabe y aún así nos lo pide porque es necesario para establecer Su Reino, es tarea Suya, El es el Pastor, nosotros tenemos que caminar con El, descansar y pastar donde nos lleve. Siempre hay aborregados que se desmandan, pero esos no son del Señor, no rompen Su Iglesia porque no pertenecen a ella, quienes no oyen Su voz no son suyos. Los obispos alemanes que van a lo suyo no rompen la unidad porque dejan de pertenecer a la comunidad de Cristo, dirán que son católicos pero no lo son aunque no les excomulguen, igual que tantos bautizados que van solo a bautizos, bodas, comuniones, funerales, no se confiesan y si se divorcian.
El Pastor conoce a sus ovejas y las ovejas conocen a su Pastor.
El deja crecer el trigo y la cizaña y El recoge el trigo y quema la cizaña, cada uno que mire por si mismo y su fidelidad, la Iglesia de Cristo es santa y santifica a quienes se acogen a ella, no a los que se enfrentan y la afrentan.
¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!
https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=43157
Esto es lo que hay, me temo, y muchos seguimos sin querer verlo.
Vuestros comentarios os ponen en evidencia, no solo son disidentes algunos obispos alemanes, en todas partes hay rebeldes sin causa.
Lo advirtió San Pío X en la encíclica Pascendi (1907): lo característico del modernismo, cloaca de todas las herejías, es que, a diferencia de los herejes de siglos pasados, los modernistas se han empeñado en permanecer en la Iglesia para transformarla progresivamente. En espiral, como dijo hace meses un obispo alemán, por etapas. Y con éxito, paso a paso, desde hace más de cincuenta años.
Una herejía de hierro, la suma de todas las herejías, en un cisma de terciopelo.
Benedicto XVI simplemente señala que los que, contra toda lógica, han interpretado previamente y erróneamente que esos textos no quieren decir lo que en realidad dicen, sino otra cosa, no solo tergiversan los textos, sino que lo hacen aplicando una hermenéutica de discontinuidad, en contra de lo que indica el magisterio de la Iglesia.
Poco importa que lo hagan los de un extremo o el otro, a pesar de lo que digan los anticonciliares a los que se suele dejar la última palabra, inexplicablemente.
Si hubieran sido católicos los "discontinuos", se les habría recordado que solo es lógica una hermenéutica de continuidad, algo que sí se les tiene que recordar a los que tergiversan concilios desde una hermenéutica de la discontinuidad, mientras se dicen católicos, sean de un extremo o del otro los coincidentes discontinuos.
Con toda la Tradición de la Iglesia, Pío XII reafirmó en las encíclicas Mystici Corporis (1947) y Humani generis (1950) que la Iglesia católica es la Iglesia de Cristo. Claro y preciso, sin necesidad de ninguna hermenéutica.
Pero poco más de diez años después, en la constitución conciliar Lumen gentium, se dijo que la Iglesia de Cristo "subsiste" en la Iglesia católica, y desde entonces no se ha salido del laberinto hermenéutico a pesar de los intentos fallidos como la declaración Dominus Iesus y las respuestas de Doctrina de la Fe. ¿Qué lógica hay en pasar de lo claro y preciso a lo confuso e impreciso?
Viernes Santo, miremos a la Cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo.
En cuanto a mí no es día para seguir esta disputa teológica. Paz y bien.
La Dominus Iesus es perfectamente clara. Que desde un extremo u otro se nieguen a comprender, es problema de ellos.
Yo tampoco quiero discutir.
Bendiciones.
Como se puede ver hay actuaciones a favor del perdón y la unidad
Me sumo a su oración por la Unidad de la Iglesia en Comunión con Cristo.
Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum...
"La Dominus Jesus es perfectamente clara".
¡Quizá ? no es usted, pero desde luego usted subsiste en ?!
Aunque haya sido Viernes Santo:
"El Señor domó al mundo no con el hierro sino con el leño" (San Agustín).
¡Oh dulce leño, dulces clavos los que sostuvieron tan dulce peso!
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