Yo sí tengo un perrito que me ladre
Me van a perdonar mis lectores por un post tan poco piadoso en estos días navideños, pero es que me ha salido del alma dar hoy gracias a Dios por la compañía de Socio.
Por si acaso aún hay alguien que no sepa a qué me estoy refiriendo, recordar que Socio es un encantador perro de raza Westy que llegó a mi casa va para doce años. Simpático, cabezón como su raza exige, alegre, aficionado a jugar y con dotes especiales para el fútbol, incluyendo un espectacular remate de cabeza. Sí, dar muchas gracias a Dios por Socio.
Muchas soledades en la noche de la Nochebuena. Cuántas personas cenando en el yermo de su hogar. Quizá los planes eran otros, pero las circunstancias mandaban. Una mujer mayor, una Rafaela cualquiera de mis pueblos, me decía el día de Navidad recordando un viejo dicho tantas veces repetido: ya ve usted, sola, ya sin padre y sin madre, imagínese, y sin perrito que me ladre. Era ya el grito del que vivía en el más absoluto abandono: “sin padre, sin madre y sin perrito que me ladre”. Sí, tan pobre, tan pobre, que ni perrito.
La soledad es algo inherente a la vida sacerdotal y en la medida en que pasan los años aún más. Faltan los padres, vamos cumpliendo años, la familia de carne y sangre se va dispersando. Cuántos días como y ceno solo, como es natural. También cuántos comparto mesa con amigos y feligreses. Pero lo cierto es que las horas de soledad son muchas también.
Cené solo en la noche de Nochebuena por propia elección. No faltaron invitaciones para compartir mesa y mantel en esa noche. La prudencia por el coronavirus me hizo optar por quedarme en casa. Eso sí, yo tuve un perrito que me ladrase.
No es para nada igual. Tras más de once años juntos nos entendemos sin hablar muchas veces. Nos sabemos las costumbres y nos entendemos a las mil maravillas. Cené con Socio a mi lado. Era nochebuena y algo especial le tocó, dulce no, por supuesto, pero sí otras exquisiteces. El no sabe por qué. Yo sí, y me apetecía compartir con él alguna cosa. Todo le gusta, menos el pan solo. Es perro, pero no tonto.
Es un perro, lo sé. Pero la soledad no es la misma. El 24 por la mañana le dije: “Socio, es Nochebuena. Estás guarro”. No hizo falta más. Se dio media vuelta, solito se largó al cuarto de baño y me lo encontré ya dentro de la ducha. Comprende perfectamente otras cosas: “Socio, pipi” y sale al jardín para sus necesidades y estarse un rato hasta que oye las palabras mágicas: “a comer” y entra corriendo en la cocina.
La telesiesta es de los dos. Servidor sentado en la butaca y Socio que brinca para colocarse cómodamente sobre mis piernas. Así nos dormimos. Le encanta estar a mi lado. Ahora mismo, mientras escribo, a mis pies.
Quizá algún lector siga pensando que vaya historia de Navidad, que a ver que cuenta Rafaela del portal. Ya vendrá, que creo tienen problemas con los vuelos. Hoy, cuando recuerdo lo de esa viejecita que “ni perrito que me ladre”, me apetecía contaros la suerte que he tenido con Socio.
30 comentarios
Pero, sin duda, en algún lugar de la fila de los "amigos" están los perros. Que Socio le acompañe muchas veces más en esas soledades sentidas.
Muy Feliz Navidad.
Quizás sería bueno P.Jorge que se juntaran dos o tres sacerdotes, vivan juntos y formen pequeñas comunidades.
Lo del tema de la soledad del sacerdote es algo que siempre he pensado. Al que se le une la edad media de los sacerdotes, por encima de los 65 años y con mucho trabajo y sin ningún tipo de ayuda por la crisis de vocaciones y porque los laicos quiera uno o no, bastante tienen con sus trabajos y pasar tiempo con su familia.
La verdad que siempre pensé en ordenarme diácono permanente para irme a una diócesis sin sacerdotes y ayudar a sacerdotes muy mayores. El problema es que los diáconos no deben convertirse en pseudosustitutos de los sacerdotes y lo segundo sería que no pueden depender de estos sacerdotes para vivir. Pues habría que buscar alguna manera de ser autosuficiente.
También los sacerdotes mayores tienen sus manías y que muchos quedrán seguir viviendo solos.
Yo creo que había alguna congregación religiosa femenina que se dedicaba a ayudar a los sacerdotes en las parroquias, dar catequesis, animar grupo de jóvenes, atender cáritas, etcétera. Y vivían en la parroquia y demás.
Estaría bien algo así pero en una congregación masculina de hombres que se ordenaran diáconos permanentes. Podrían bautizar, casar, celebrar matrimonios, celebración de la palabra, exponer al Santísimo...
El problema de todo esto es como llevarlo a cabo y lo que comento con anterioridad.
Un abrazo.
Dios te salve María...
Creo que es buen momento para recordar qué es la Navidad.
Con su permiso, padre.
https://s3-eu-west-1.amazonaws.com/gardendal/Videos/DVDG/389_01+Lo+que+es+y+no+es+la+Navidad.mp4
¡Ave María!
Feliz año a todos.
"Quizá algún lector siga pensando que vaya historia de Navidad..."
Pues la historia de Navidad que siempre me han contado y que me parece muy entrañable tiene animales: el buey y la mula, los más próximos y le daban calor al Niño Jesus.
Luego estaban los corderitos de los pastores y si había pastores, necesariamente tenía que haber perritos.
Cuando hay soledad como era el caso de José y María, se agradece mucho la compañía de los animales, porque a su manera entienden y sienten la situacion de las personas y comparten.
A veces pienso que cuando los humanos se deshumanizan, los animales los suplen humaninandose.
También hay personas muy rodeados de gente que se sienten muy solos y además sin libertad para tener un perrito que los ladre.
Hay mucha soledad, poca comprensión, casi nada de respeto y cuando esto pasa...
No digo que mejor sólo que mal acompañado...pero...
Sí, sólo Dios basta. Pero nos hizo seres sociales y tenemos que seguir siéndolo, aún cuando nos sintamos solos.
Mucho animo y salud, sobre todo para el nuevo año, D. Jorge.
Dios te salve María......
Me alegra leer que tenga tan buen pilar en Socio (y viceversa). Por otro lado, recuerdo que hay un documento vaticano (¿puede del último Concilio?) que recomienda que los sacerdotes vivan en común. En algunos sitios se distribuyen por los pisos de una casa con varios niveles, como probablemente sabrá. Eso no quita que cada cual haga su vida, y tenga una mascota si quiere.
He tenido un perro pequeñito y blanco , caniche, listo y cariñoso y se lo que es.
Bendito sea Dios que nos regala su cariño y que nunca nos discuten ,
Son las muletas emocionales que suplen en nuestra soleda la ausencia de compañia.
Feliz Navidad , y sepa que nunca esta solo , que somos muchos los que le brindamos nuestra compañia , aunque solo sea por internet.
Contaré la historia de mi abuela viuda, que viene algo a cuento. A medida que se hacía mayor iba viendo que no podía estar sola, así que se fue a casa de los hijos. No quiso ir con ninguno en concreto, así que se turnaba unos meses con cada uno. Uno de esos hijos tenía una perrita. Pero mi abuela no la quería ni ver ni la dejaba subir al sofá si estaba ella. En cuanto se conocieron mejor, mi abuela se ablandó y empezaron a dormir la siesta juntas, compartiendo sofá. Y hasta veían la tv. Vaya cariño se cogieron...
Criaturas también de Dios, no a su imagen y semejanza, pero parte de la Creación. Y Dios vio que todo lo creado era bueno.
Feliz Navidad D.Jorge.
El documento es el CIC. Tres sacerdotes mínimo por vivienda, que está muy bien, pero es algo impensable en las aldeas de las sierra.
Luego están las residencias sacerdotales que están muy bien para que los sacerdotes estén bien atendidos en todos los aspectos.
Les deseo a todos una feliz Navidad, incluyendo a Socio, por supuesto.
El otro, berrendo en blanco, creo que está un poco loco y se nos sube al cuello y no nos deja en paz. También nos resulta más simpático.
Esto es como en la vida humana: Los solemnes, los hieráticos, los cargantes que acaban sus discursos elevando la barbilla, aburren hasta al lucero del alba.
Incluso sé de dos parejas que han convivido en casas separadas y durante varios años y ahora, a los cincuentaitantos, se han casado, siquiera para no morir solos.
Pues sí P. Jorge.
Un sacerdote que alguna vez iba por la Beata Sor Ángela, trabajaba en la Biblioteca Nacional, como me pillaba de paso le llevaba todos los días.
Me hablaba de que el celibato lo llevaba bien, pero peor no tener hijos.
Él pensaba en hijos idílicos y con una relación perfecta. Yo le hacía ver los graves problemas y quebraderos de cabeza que algúnos matrimonios que conocíamos tenían. No tener hijos debe costar, pero los desprecios e ingratitudes de los hijos también requiere su saber llevarlo. Se casan, se van, los cónyuges... a tu madre no la aguanto...
Antes se compraba la casa con una habitación para los abuelos; ahora como hay residencia...
Y los viudos... es muy duro. Me lo decía uno de la parroquia, casi con culpabilidad porque "no tiene la alegría que debería tener, que ve a su lado y en los suyos, en la Navidad"
Y cuando llega la soledad y falla el ánimo, nos damos cuenta de que se fueron los padres. Y los hermanos... si viven, también tienen lo suyo.
Y la realidad personal. Necesitamos más ayuda y vemos que va a más. La salud y las fuerzas no son la misma.
No es que todo sea así, ni mucho menos. Lo contrario, lo positivo abunda mucho más.
Pero de esto también hay y lo empeora, eso que dicen que nunca hay que sentirse mayor, que todos tenemos que tener un corazón joven. Algo parecido a que sentirse mal o sólo, es por la propia culpa.
Y hablando con frailes mayores tampoco parece que la cosa sea como debería ser en los conventos, o el menos se siente que pudiera ser mejor. Pocis frailes jóvenes y en otra órbita... como en la vida misma.
La soledad es propio de los curas sí. Pero no exclusiva. No, señor.
En todos los sitios cuecen habas.
Un fuerte abrazo, pater.
Aunque no le comprendan el cuento ejemplar que ha compartido, sí le puedo decir que rezo por los curas conocidos que no soportan la soledad, y que seguro su experiencia les ayude, y tal vez también a sus jefes terrenos, que los celestiales nunca abandonan a los consagrados.
QDLB.
Un abrazo y mil gracias por todos sus escritos. Y también a todos los comentarios.
Los católicos tenemos la suerte de no estar nunca solos, primero por luchar día a día por tener familias fuertes, con mucho amor, y segundo porque intentamos estar cerquita de Dios (los Sacramentos son lo más grande que existe en el mundo), aunque no sea fácil, dada nuestra debilidad y rodeados de mundo, demonio y carne.
Yo soy "perrero" (me gustan los perros, pero por la "asfáltica" vida de ciudad no tengo uno), y creo que son uno de los regalos más increíbles que nos ha dado Dios a través de Su creación y de Sus criaturas. Son animales, eso hay que tenerlo claro, no tienen alma y se mueven por instinto, pero el hombre ha logrado perjeñarles a su imagen y semejanza, y son una companía y muchas veces una ayuda maravillosas (también un trabajo y una responsabilidad).
...no se olvide que los perros acaban pareciéndose a sus amos (ya que los amoldamos a nuestro modo de ser, y adaptamos sus instintos a nosotros, aunque tengan a su vez su carácter individual), así que si socio es buena gente ó cascarrabias, ó futbolista ó CABEZÓN, pues ya sabemos a quién se parece!!!!!!!!!
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