Me parece que está creciendo la desconfianza hacia el clero
Hay un dato que nos tiene que hacer pensar alguna vez. Y es la cantidad de gente sin más formación religiosa que lo que Fulanito decía en mi casa o lo que comenta Menganita tomando café.
Pregunten, pregunten. No digo a los más habituales, y hasta ahí nos llevaríamos sorpresas, digo a toda esa gente que se ve por la parroquia alguna vez, a los papás que apuntan a los niños a catequesis, a los que traen sus retoños a bautizar, los que encargan una misa por el abuelo. A esos digo. En muchas de estas personas descubro dos cosas: formación inexistente y sospecha ante el cura.
Comienzo por la segunda afirmación. Sospecha ante el cura (y de ahí para arriba), porque es el origen de todos los males posteriores.
La sospecha viene determinada a su vez por dos asuntos. El primero, la falta de santidad de muchos clérigos que ha devenido más de lo que quisiéramos en escándalos y gordos que además todo el anticlericalismo y especialmente los anticatólicos aprovechan y difunden por todos los medios. Hoy no hay forma de ocultar digamos casi nada. El cura que se queda con la colecta en Ohio es noticia inmediata en Ratisbona, los abusos a un menor en Tananarive se conocen de inmediato en Villaburros de Arriba y las supuestas inversiones vaticanas no del todo limpias o sucias sin paliativos son conocidas en el último telediario. No sé si hoy habrá más escándalos que en otras épocas o menos, lo que es cierto es que hoy todo se difunde más.
Tenemos luego otro asunto que me parece ahonda en el daño y el descrédito, y es la sensación que tiene la gente, y creo que no gratuita, de que cada cura piensa una cosa, hace otra y determina según su parecer. Te lo dicen a diario: “no sé por qué no puedo comulgar aunque no esté casado por la Iglesia… el cura de Tal no pone pegas", “no entiendo eso de no poder soltar un espich en mi boda, en el funeral, en algunas parroquias lo hacen", “si ya no hace fata confesarse, te dan una bendición y es lo mismo", “a mí me dijo el P. Fulánez que lo de faltar a misa el domingo no es importante", “pues a mí que no pasa nada porque los chicos se hayan ido a vivir juntos"… ¿Sigo?
Al final la gente acaba concluyendo que de nosotros no pueden fiarse. Insisto. No digo nuestros fieles habituales, gente sensata, formada y con criterio, que sigue acudiendo a su director espiritual, a su cura de confianza. Me refiero a esos medio alejados que, no digo que por su propia conveniencia, entre escándalos bien servidos todos los días en los medios y que tienen la experiencia de que en esta parroquia y la de al lado se dicen cosas contradictorias, han decidido hacer lo que les da la gana, entre otras cosas siguiendo los comodísimos dictámenes de don Benigno que les tiene dicho muchas veces que el infierno no existe y que de existir seguro que está vacío.
Así que han decidido en la práctica que no necesitan ni formación ni consejo. Hacen lo que les da la gana y así lo exigen. Y si D. Fulano no se pliega a sus caprichos, lo critican en las redes, le llenan de improperios y acaban llamando a la sexta. Esto es lo que hay.
42 comentarios
Hoy en día" lo ha dicho un cura" parece que sería sinónimo de información dudosa liante liosa y demás.
Ahora, no estoy seguro de que si es a propósito.
Los mediopelo son muy mentirosos:
Dicen que otro cura les ha dicho...
Y resulta que no les ha dicho eso, sino que ellos han interpretado lo que les convenía.
En cualquier caso que se vayan con el cura tal.
Más vale pocos, pero auténticos que muchos de aquella manera.
¡Ave María, padre!
Bueno, pues no pongo enlace porque el sistema no me deja. Ustedes se lo pierden, con su ridícula desconfianza hacia lo que puedan enlazar los lectores. (¿He dicho desconfianza? ¿No estaba usted hablando de eso precisamente?)
Es cierto que los católicos tenemos la impresión de que nada está definido, que todo puede ser de varias formas, pero hay cuestiones que no pueden ser nada más que de una forma, lo diga quien lo diga, pues el cómo han de ser está en la Sagrada Escritura.
Necesitamos una intervención rápida y eficaz del Espíritu Santo sobre la jerarquía eclesiástica y ante todo en la persona de Francisco, que con sus intervenciones crea una gran confusión entre los creyentes.
Rezo el Ave María correspondiente.
«Las masas españolas han abandonado a su Iglesia, no porque hayan perdido el fervor religioso tradicional de su raza, sino porque esa misma Iglesia española lo ha perdido.»
Y otras dos del P. Castellani, aportadas por lectores en los comentarios:
«Pero yo tengo también una certeza: que toda esa sangre de cristianas venas (porque también marxistas españoles tienen sangre -y quizás algunos alma- de bautizados) ha sido reclamada ante Dios por una gran pirámide de pecados previos contra el pobre, de pecados contra el hermano, de pecados contra el débil, de pecados contra el niño, de pecados contra Dios. De pecados desos que dice la Escritura claman al cielo. Y no me parece imposible que en esa mole de pecados que ahora se lava en sangre estuviesen representados algunos de los que ahora más vociferando: «¡Cruzada, cruzada, cruzada!».
«Y mucho menos las muelas de molino que según Jesucristo Nuestro Señor están colgadas al cuello de los que escandalizan pequeños. Miren que Cristo no hablaba en broma. El problema social es un hecho, la división en clases (opulenta y mísera) es un hecho, la injusticia social legalizada es un hecho, la apostasía creciente de las masas es un hecho.»
"El que no está conmigo está contra mi, y el que conmigo no recoge desparrama".
Por eso andan tantos desparramados.
2. Los curas también son responsables de este desastre, además de la hecatombe doctrinal de Francisco y Amoris laetitia y de cientos de cosas más: son hombres de poder y callan, como callan obispos y cardenales. No lo dejaré pasar tampoco.
3. En Internet crece más y más el mundo de esoterismo, el misterio, la Nueva Era, y que la disponibilidad de tiempo durante la pandemia ha elevado los suscriptores a cientos de miles. Puedo dar una lista si alguien no lo sabe, duda o niega.
4. También ustedes los clérigos cosechan a paletadas los nefastos efectos de la teología modernista y progresista, que inyectó e inyectó a miles de curas y obispos la falsedad de que toda o parte de la Biblia, incluidos los Evangelios, sólo son símbolos (milagros, exorcismos, prodigios...), y que el catolicismo es un invento de San Pablo y luego de Constantino.
5. Francisco, los cardenales, los obispos y los curas en general, están totalmente desfasados, su mentalidad es arqueológica conciliar propia de los ya caducos años 1960 (¡han pasado 60 años!), y viven su vida muelle absolutamente alejada y desconectada de la realidad, además de no hacer proselitismo, no enseñar toda la verdad de Fé y moral catolicas y enredarse en bobadas y tonterías solemnes como la ecología, la economía, la educación, la emigración y cualquier viento de ideología que sople progre y lleve el sello de la ONU.
6. ¿Desconfianza en los curas y la Iglesia? Sí, elevada, creciente y extendida, y en progresión debido a las redes sociales, expandido por la pandemia (deserción de los clérigos en su fin prioritario: la salvación de las almas).
7. Y les auguró un pésimo 2021 como siga así el Vaticano y todos ustedes, que son hombres de poder divino y no hacen nada en general. Las redes sociales y el cambio social que generan aceleran las transformaciones. Luego serán lloros y penas... Avisados están... Y les advierto que no discuto, no voy a cambiar, sólo les aviso de que todos ustedes están montados en el Titanic con rumbo al desastre completo...
Frente a los letrados, porque esos mismos que predican el evangelio podemita o algo similar (acobardados ante ellos cuando los tienen delante y dolidos cuando otro hermano les señala cómo atacan a la Iglesia), son los más propensos a pasarse las normas ya no morales o de más simple educación y trato, sino las litúrgicas, por el arco del triunfo, cosa a la que suele reaccionar quien busca al menos una confesión digna, una misa digna, un cuidado digno de iglesias y lugares sagrados, un cierto respeto por las cosas de Dios... En cuyo caso se hacen (por la misma soberbia que muestran ante los humildes) los sabidillos que con displicencia e incluso con malas formas rechazan cualquier advertencia para que hagan las cosas bien según lo que manda la Iglesia.
O sea, que la desconfianza viene porque en su soberbia, desprecian al hermano y a Dios. Pero siempre quedan, como dice Tulkas, los sacerdotes buenos y esforzados (¿quién hay perfecto, fuera de Dios?) en la santidad, a los que no falta el amor de sus fieles.
Y otra, más generalizada: la falta de unidad y disciplina eclesial (un mal muy de estos tiempos), que da la impresión de que el funcionamiento de la Iglesia está sujeto a poderes y arbitrariedades.
Así como, en un canasto de fruta, podemos encontrar piezas mejores y peores, pasa exactamente lo mismo con la Iglesia. Un cura no es bueno simplemente por ser cura, "el hábito no hace al monje" que dice el refranero español. Hay muchas razones por las que se puede desconfiar merecidamente de un cura y, esos curas, son los que peor favor le hacen a la Iglesia. Otro flaco favor es no reconocer que hay curas que se equivocan o que no son, precisamente, "santos". Transparencia, honestidad y humildad. El único infalible es Dios, los curas no lo son y tienen que aceptarlo y reconocerlo cuando sus faltas sean tan evidentes que, los feligreses, desconfíen de ellos.
Y de tejas abajo. La mayoría de los curas desertan de sus funciones. Otra prueba: busque usted esta tarde por Madrid (y eso que es la capital de España aún) una iglesia donde confesarse. Por no hablar de la lucha por la comunión en la boca. Detallitos. En doctrina, la mayoría están a cero.
FERMINA
¿Y por qué se lo dio usted, tonto? ¡Si en este mundo no se puede dar nada! Bien claro lo dice el verso: que...
«El cura del Pilar de la Horadada,
como todo lo dio, murió sin nada».
PADRE IGNACIO
¡Y qué importa morir en la pobreza, si el amor de mi pueblo es mi riqueza! No, hija mía, yo pienso de este modo: con mi fe y vuestro amor, lo tengo todo.
(Música. Algazara, alegría, y telón)
Canon 521 El Párroco: § 2. Debe destacar además por su sana doctrina y probidad moral, estar dotado de celo por las almas y de otras virtudes, y tener las cualidades que se requieren tanto por derecho universal como particular, para la cura de la parroquia de que se trate.
528 § 1. El párroco está obligado a procurar que la palabra de Dios se anuncie en su integridad a quienes viven en la parroquia; cuide por tanto de que los fieles laicos sean adoctrinados en las verdades de la fe, sobre todo mediante la homilía, que ha de hacerse los domingos y fiestas de precepto, y la formación catequética; ha de fomentar las iniciativas con las que se promueva el espíritu evangélico, también por lo que se refiere a la justicia social; debe procurar de manera particular la formación católica de los niños y de los jóvenes y esforzarse con todos los medios posibles, también con la colaboración de los fieles, para que el mensaje evangélico llegue igualmente a quienes hayan dejado de practicar o no profesen la verdadera fe.
§ 2. Esfuércese el párroco para que la santísima Eucaristía sea el centro de la comunidad parroquial de fieles; trabaje para que los fieles se alimenten con la celebración piadosa de los sacramentos, de modo peculiar con la recepción frecuente de la santísima Eucaristía y de la penitencia; procure moverles a la oración, también en el seno de las familias, y a la participación consciente y activa en la sagrada liturgia, que, bajo la autoridad del Obispo diocesano, debe moderar el párroco en su parroquia, con la obligación de vigilar para que no se introduzcan abusos.
529 § 1. Para cumplir diligentemente su función pastoral, procure el párroco conocer a los fieles que se le encomiendan; para ello, visitará las familias, participando de modo particular en las preocupaciones, angustias y dolor de los fieles por el fallecimiento de seres queridos, consolándoles en el Señor y corrigiéndoles prudentemente si se apartan de la buena conducta; ha de ayudar con pródiga caridad a los enfermos, especialmente a los moribundos, fortaleciéndoles solícitamente con la administración de los sacramentos y encomendando su alma a Dios; debe dedicarse con particular diligencia a los pobres, a los afligidos, a quienes se encuentran solos, a los emigrantes o que sufren especiales dificultades; y ha de poner también los medios para que los cónyuges y padres sean ayudados en el cumplimiento de sus propios deberes y se fomente la vida cristiana en el seno de las familias.
La división de los cristianos es deplorable a todas luces. El esfuerzo del sano ecumenismo intenta reparar las heridas que produce, con poco éxito hasta ahora.
Al parecer, los medios de comunicación principales del país han ignorado casi por completo la publicación de la última encíclica del papa Francisco. Más allá de su valor objetivo en cuanto a sus contenidos y la calidad argumental y expositiva, esa indiferencia, se diría espontánea, no estudiada, resulta enormemente reveladora de la debilidad de la Iglesia como referente siquiera moral para el hombre de hoy. El hecho de que exista también divisiones a nivel parroquial, al menos de estilo y de énfasis, en las realidades cotidianas de las comunidades cristianas de base, valga la enojosa expresión, abunda en la misma debilidad más importante de los niveles superiores. La batalla, para mí ridícula, sobre el cumplimiento de las normas sanitarias por la pandemia referido al tema de la comunión en la boca o en las manos, es una buena muestra de ello.
Vivimos tiempos de debilidad, de crisis de fe, de falta de percepción de la verdad, de hipertrofia de lo subjetivo, del yo, de la opinión como guía de acción y referente moral. Es el tiempo de dominio absoluto de la división. Que cualquier ignorante que se diga católico discuta la autoridad de un sacerdote por la menor desavenencia, no me parece extraño. Si además, cada sacerdote muestra algo más que opiniones divergentes con el sacerdote que tiene al lado, va de suyo que el sacerdocio irá perdiendo autoridad a vista de todos.
En fin, pidamos a Dios que nos conceda la luz de ver en todo lo sustancial, lo verdaderamente importante, y tratar como irrelevante lo que lo sea. Será, en cualquier caso, una labor lenta, pues la división y la debilidad consiguiente han ganado muchísimo terreno desde hace demasiadas generaciones.
Pero las personas que, por la gracia de Dios, saben distinguir la verdad allí donde se encuentra, son un faro de luz poderosísima que sigue alumbrándonos a todos con una potencia atemporal e inextinguible. Que el Señor nos conceda estas luminarias.
"... Suponiendo que el obispo sea católico"
Es decir, dando por hecho lo obvio.
Ahora, ya eso no es ni obvio;la cosa es para llorar
Hay de todo: Grandísimos profesionales, torpes chapuceros y mediopensionistas. En este caso que comenta usted, te puedes topar con un traidor a su vocación o con un santo (conozco ambos casos).
Me parece infantilismo intelectual el resumir el Ministerio Sagrado en una frase apoyado en la barra de un bar.
Es como intentar guardar el mundo en una caja de zapatos.
No tengo claro si uno sabe muy bien donde se mete cuando se ordena de presbítero, y si en los seminarios se habla del ministerio real , no de idealismos y proyecciones teologicas, que chocan con la realidad con frecuencia. No se como lo veis.
No me malinterprete don Jorge, que le deseo la mejor salud del mundo.
Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo. Le rezo su Ave María
Nunca, jamás, hagáis caso de lo que diga un cura, sin antes consultarlo con los libros de la Iglesia, sencillamente con el Catecismo.
Los clérigos que hoy padecemos, desde el Papa, hasta la mayoría de los sacerdotes, pasando por la práctica totalidad de los obispos, son herejes modernistas, y de ahí, para abajo.
Y conste que yo no he tenido malas experiencias con curas pervertidos, ni tan siquiera de vida desordenada. Mi estupor con tanto desmán es puramente doctrinal.
¿Qué vamos a contar que no hayamos oído mil veces en Infocatolica?
La gente pretende que la Iglesia sea una instituciòn perfecta, cuando la realidad es diferente. Al final entre nosotros existen diferencias, envidias, crìticas y siempre está la posibilidad de hacer el mal en vez del bien.
No deja de repetirse la historia del Antiguo Testamento.
Para terminar hay mucha gente que cree en Dios, pero no en la Iglesia. Esto lo resume todo.
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Tal cual. Pero eso no es lo peor; lo que más genera desconfianza es el silencio cómplice; por ejemplo: desde el mismo vértice de la Iglesia, se dice una cosa, se hace otra, se determina según sus gustos políticos que no religiosos (para guinda, la última encíclica que contiene algunas expresiones que desafían directamente las enseñanzas de Nuestro Señor)
¿Están la inmensa mayoría de cardenales, obispos y sacerdotes, alzando la voz en defensa de las enseñanzas de Nuestro Señor, de la doctrina, de las almas de los fieles? NO, están callados como muertos.
Y no digo nada de lo que está pasando en España. Hasta que algún obispo les sacó los colores a los españoles, no abrieron la boca con respecto al Valle de los Caídos. Sobre tantos abusos de autoridad (de dentro y de fuera) siguen sin abrirla.
Gracias a Dios, a los sufridos fieles nos queda el consuelo de algunos pastores como D. Jorge.
A lo mejor no te deja poner el enlace porque no lo pones bien.
No pongas http, solo desde www, etc.
La situación es muy grave en su conjunto, y va a peor. Particularmente, la situación en la Iglesia, en mi opinión, ya no tiene arreglo humano. Hay cientos de problemas y todos de mucho calado.
Cada uno que mire por si y por su responsabilidad cercana, encarando con valentía que lo que viene de fuera.
Demos gracias a Dios, porque todavía algunos podemos ir a misa a diario y recibir más o menos los sacramentos. Hay mucha gente en las residencias que ya no puede, y nunca sabremos cuando nos lo negaran a los demás.
Por cierto, Curro, intente poner ese enlace de nuevo sin el encabezamiento (www.), parece interesante.
Dice usted que "acaban llamando a la Sexta (canal de televisión)".
Noticia de la Cadena SER (emisora de radio)
5 de noviembre de 2016
El Obispado de Albacete se desmarca del cartel de la Iglesia de Viveros.
Asegura que la lona con la que el cura de esta localidad condicionaba la comunión a no cometer una serie de actos y pecados no forman parte del estilo de la diócesis.
El Obispado de Albacete ha afirmado que desconocía la colocación del cartel en la iglesia de Viveros, que prevenía de la lista de pecados mortales que impiden recibir la comunión. El cartel fue retirado tras la polémica.
José Joaquín Tárraga, miembro de la Delegación de Medios de la Diócesis de Albacete, ha remarcado que "el cartel ya está quitado" y que ese tipo de mensajes no forman parte "del estilo de la Diócesis".
El polémico cartel señalaba los pecados mortales que "quitan el derecho a comulgar", donde en ocho epígrafes se incluían cuestiones como "darse a la brujería, espiritismo o adivinación", "elegir faltar a misa sin causa justa" o "difundir noticias falsas, chismes y calumnias".
"Matar injustamente", "vivir en pareja sin estar casado" o "no pagar sueldos, impuestos y cargas sociales" han sido otros de los pecados mortales que se recogían en el cartel.
El Obispado albacetense ha reiterado que los mensajes que lanza la Diócesis son "todo lo contrario" a los incluidos en el cartel, pues ha defendido que el Obispado de Albacete sigue las propuestas del papa Francisco, que aboga por "una iglesia que sale a la calle".
Con su larga experiencia profesional, con sus vastos conocimientos sobre el clericato hispano y forastero, debería dejar el "me parece que..." y titular su próximo artículo con la frase "Por qué, siempre y en todo lugar, se ha de desconfiar del clero y su jerarquía".
Pero es cierto que se encuentra uno mamíferos que se dicen católicos y que no creen uno o varios dogmas y practican una moral "a la carta". Menos mal que aún hay muchísimos buenos y santos sacerdotes ¡e incluso obispos y cardenales!; sí, sí, por increíble que parezca, también hay santos entre los obispos. Yo que no oculto mi desagrado y aversión hacia el hematoma de Madrid, confieso que tengo, en cambio, una suerte enorme con mi parroquia, pues en ella hay 5 curas fijos y alguno que otro esporádico y todos ellos, cada uno en su estilo y a su manera, son verdaderos hombres de Dios, entregados a su ministerio.
Bueno, Pater, dejo ya de dar la tabarra y le rezo su Avemaría.
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