Que echen humo el teléfono y las redes
Acabo de hablar con B. y C., catequistas de mis tiempos de párroco en Santa Ángela de la Cruz en Madrid. Presidí el matrimonio de una de ellas años después y ya ni me acuerdo el tiempo que hacía que no teníamos noticias unos de otros, hasta que hace unos días me llegó la noticia del fallecimiento del padre por coronavirus y de que la madre estaba en cuarentena.
Están siendo días horribles para muchas familias. El padre ingresa en el hospital y fallece a los dos días. A partir de ahí, se llevan el cuerpo y a los cuatro días un familiar -uno solo, evidentemente- pudo acercarse a por sus cenizas. Ni duelo, velatorio o misa. Ni un abrazo. La madre sola en casa. Me dicen que llevan quince días sin más contacto que el teléfono.
Es lo que estamos viendo y viviendo en estos días. Además del dolor de la muerte de esa persona a la que tanto se ha querido, se añade el sufrimiento de no poder estar con ella en el momento de la muerte, acompañar sus restos unas horas al menos, abrazarte y llorar con los tuyos y ofrecer una misa por su eterno descanso.
Son varias ya las familias que me piden llorando que esa misa que celebro cada tarde y se puede seguir a través de mi Facebook la aplique por un difunto al que no han podido ni velar. Es una forma de ofrecer consuelo y estar cerca, ya que otras están siendo imposibles.
Lo siento si sobrecargamos las líneas telefónicas o si internet está soportando un tráfico excesivo, porque quiero pedir que las redes y los teléfonos ardan en estos días. La verdad es que habitualmente quien más y quien menos está suficientemente entretenido y arropado si llegan a la vida momentos duros.
Hoy nos faltan el abrazo, las risas o las lágrimas. Y las lágrimas, especialmente, necesitan un hombro al que empapar. No hay hombro. No hay abrazo. No hay duelo. No me refiero únicamente al caso de que se produzca un fallecimiento. Los abuelos echan de menos a los nietos, los padres a los hijos. Los niños quisieran ver a los mayores. La abuela, en la residencia, no puede recibir visitas. El abuelo, ingresado, tampoco. Las familias viven esta situación en angustia y soledad.
Las prescripciones que nos llegan me exigen estar en casa, pero estar en casa no significa dejar de ser sacerdote y dejar de ser cura párroco. Tengo la inmensa suerte de vivir justo enfrente de la iglesia parroquial, lo que me permite acudir al templo para la oración y la celebración diaria de la santa misa. En casa tengo todo el tiempo del mundo para leer, estudiar, las tareas domésticas y jugar con Socio.
¿Y lo de ser párroco? Lo de ser párroco toca ejercerlo de forma nueva. Una de ellas, además de la celebración diaria de la misa y el rezo del ángelus, así como la formación católica que pueden seguir en directo a través de Facebook, es el que ordenador y teléfono echen humo. Una llamada para consolar, otra para preguntar cómo está tal familia, para interesarse por un problema, seguir las vicisitudes en las tres parroquias.
Ser párroco y ser miembro de la parroquia. Pido que, perdón a las empresas de telecomunicación, utilicemos el teléfono y las redes sociales, que no nos dejemos solos unos a otros, que aprendamos a querernos y preocuparnos de corazón. Todos esos saludos que compartimos en la calle es hora de que sigan llegando por teléfono. Es hora de seguir sintiéndonos hermanos en la comunidad, especialmente cercanos con esas familias que en estos momentos más sufren.
No podemos permitirnos el lujo de quedarnos solos ni de dejar solos a otros. Lo siento por las compañías de telecomunicación y a la vez les agradezco el esfuerzo que están haciendo estos días.
14 comentarios
Un abrazo a todos los que han sufrido la pérdida de un ser querido.
Vienen bien los comentarios reenviados por wasap, pero ahora mismo estamos sobresaturados de ellos.
Pero un wasap en el que un familiar o amigo te pregunta cómo estás viene de maravilla y levanta el ánimo hasta límites increíbles.
Ayer tuve un breve diálogo por wasap con el Padre Jorge, a cuenta del fallecimiento de un conocido común. que luego derivó en un intercambio de noticias intrascendentes entre los dos, y reconozco que me llenó de alegría y de ánimo, lo mismo que otras conversaciones. por teléfono o wasap, que tengo con otras personas. Aplaudo el artículo de hoy, y animo a todos a ponerlo en práctica.
Pero por la pandemia de la descristianización, «que mata el alma», ¿cuál ha sido, y es, la movilización de la Iglesia? ¿No se han visto ni abrazos ni consuelo ni lágrimas por los descristianizados ni por sus familias.
Por la vida terrena, todo preocupaciones; por la vida eterna... ¿nada? Es lo que pasa por cambiar el orden de las cosas (del resumen de los Mandamientos): el segundo (según Evangelio) a pasado a primar y el primero (según Evangelio) ha pasado no ya a segundo sino a desaparecer de la lista.
Las líneas no se colapsan por ello
Lo que está colapsando las líneas es la descarga de películas en 4K y el uso de videojuegos de altísima resolución delegación de educación
Ahora bien, que desde la Santa Madre Iglesia algunos sacerdotes, religiosos y medios de comunicación infiltrados alentaran el 8M y su versión criptocatólica llamada "Revuelta de Mujeres" no tiene nombre.
Sí, el jesuita José María Rodríguez Olaizola no tuvo mejor ocurrencia que alentar el 8M y su versión criptocatólica llamada "Revuelta de Mujeres" . Así, con un par.
pastoralsj.org/vivir/2578-tambien-en-la-iglesia
Esto no es de recibo, la verdad.
Ojalá que este "desierto" que atravesamos nos lleve a profundizar en nuestra vida espiritual y a practicar la comunión de los santos.
Y mandemos esos mensajes de ánimo a todos los que los necesitan.
Dedicar la vida y asumir tan grande cruz evangelizadora,, no es para cualquiera
Y no se trata sólo de la actitud ante circunstancias extraordinarias, como la actual, sino del dia a dia, de la humildad, prestancia, solidaridad y responsabilidad con los que cumplen sus apostolados.
Sanitarios, sacerdotes y transportistas son los héroes de nuestro tiempo.
Nuestros políticos, no.
No lo han sido ni lo serán en su p. vida.
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