Lo que le gusta a la gente como criterio pastoral
Mal negocio. Mal negocio en el que se cae con demasiada frecuencia. Lo podemos contemplar sobre todo en la liturgia. Cuántas misas disparatadas, cuantas morcillas en cualquier momento, qué celebraciones tan improvisadas y supuestamente tan maravillosas, campechanotas y chachi guay. Es que, sabes, a le gente no le gustan esas misas tan serias, lo que a la gente le gusta son misas más cercanas, más participadas, más alegres… Ya. Tan participadas que dice el celebrante “El Señor esté con vosotros” y no responde nadie.
Mal negocio ese de dejarse llevar por lo que gusta. Supongo que los papás que llevan a sus niños a misas más divertidas porque les gustan, también les dejarán después comer todo el día a base de comida rápida, bollería industrial y refrescos con gas, ver la televisión hasta que quieran y dejar todo tirado por casa. ¿No es eso lo que gusta a los niños?
En las cosas de la fe, donde se supone que nos jugamos vivir desde hoy con dignidad de hijos de Dios y llegar un día al cielo, uno no puede tener como único criterio que “gusta”. No. Ni mucho menos.
El criterio no es lo que “me gusta” o “gusta a los niños”. Es otro: es lo que quiere Dios. Claro que te llega cualquier cantamañanas y te dice que lo que Dios quiere, que él lo sabe perfectamente, es que los niños se lo pasen pipa como sea, y que todas esas zarandajas de documentos y tal no sirven para nada. Es lo que tiene la humildad.
El gran criterio en la fe católica es hacer lo que tenemos que hacer porque así nos lo pide Dios a través de su Iglesia, aunque a veces me cueste o no siempre lo comprenda. Posiblemente lo primero que haya que explicar es la obediencia con la humildad del que no comprende todo, pero se fía de su madre la Iglesia. Es el primer punto. Hacemos no lo que nos gusta, sino lo que debemos hacer. ¿Y qué es lo que debemos hacer? Lo que nos pide la Iglesia, que tampoco es tan complicado. Esto es lo mínimo.
¿Y lo máximo? Lo máximo es descubrir la fe con tal profundidad que consigamos que lo que nos gusta coincida exactamente con lo que Dios quiere que nos guste.
Es facilito entretener niños. No es especialmente complicado hacer que la gente se sienta cómoda en la Iglesia a base de escamotear los principios esenciales de nuestra fe. Lo complicado es conseguir, y esto es mucho trabajo, mucha oración, mucha catequesis y mucho estudio, que los fieles aprendan a gustar la buena liturgia, la oración constante, la adoración ante el Santísimo, los textos de los santos padres.
Hay que educar. Educar para saber valorar a Velázquez, disfrutar con Cervantes, emocionarse con Bach y aprender que la dieta mediterránea es infinitamente superior a la grasienta bollería industrial. Claro que educar es un esfuerzo, y los niños se lo pasan mejor con el tío Manolo que los compra hamburguesas, los pone ciegos de helados y los deja quedarse viendo la tele hasta las tantas, que con unos padres estrictos que marcan y enseñan.
La liturgia guay del Paraguay y del Uruguay es vacuna que no falla. Vacuna contra la Iglesia para siempre. Normal. A las pruebas me remito. Años y años guays y los templos vacíos. No aprendemos. Sostenella y enmendalla. Lo que a la gente le gusta.
No. Lo que quiere Dios. Y a ver si tenemos el prurito de conseguir que a la gente le llegue a gustar lo que le gusta a Dios. Pero entiendo que es mucho trabajo.
21 comentarios
¿Como lo consigue?
Respetando la liturgia, dando el esplendor necesario en la medida de nuestras posibilidades.
No metiendo morcillas y añadidos que alarguen la celebración
Y preparando muy bien la homilía para llevar el mensaje del evangelio a la realidad diaria de la comunidad.
Dire que es un cura "recién ordenado", creo que se están haciendo las cosas bien ultimamente en los seminarios.
Tal cual. Debe ser por eso que los niños hacen la comunión y no vuelven más. Y cuando llega vacaciones de verano y demás esa misa se suele suprimir porque se sabe de sobra que si la dejarían no iba acudir nadie, ya que si acuden a misa es porque les obligan para poder hacer la comunión.
Y así como a mayor tiempo -de tragedia histórica- se corresponde menor espacio -vital de poder en paz vivir; Así a menor espacio temporal de poder vivir. se corresponde mayor angustia de vivir.
El tiempo es nuestro mundo de oscuridad y de muerte en continua muerte, mientras éste siga siendo; el espacio de luz y de vida apenas cabe ya dentro de nuestro tiempo mundo.
Menos mal que Uno dijo: El cielo y la Tierra -dentro del tiempo mundo-, pasará pero mis palabras no pasarán; seguirán siendo espacio vital.
La democracia parlamentaria es un amortiguador de tensiones de todo tipo y "fabrica" a una serie de personajes que se involucran y participan activamente en las cosas político-sociales y ponen su alma en ello (debaten, votan, se afilian, sienten las decisiones de sus líderes como suyas...); luego, si las cosas se tuercen, estos personajes o se esconden para no reconocer su error o perseveran en él.
Este es el caso de los agricultores españoles que tan alterados están estos días, partidarios en su día mayoritariamente de la entrada en el Mercado Común (algunos no ya ellos mismos por la edad, sino sus adorados padres), y que han tenido que pasar 30 años para que se diesen cuenta del engaño de que los precios de sus productos agrarios no se movían apenas y los que ellos necesitaban para su labor se encarecían lo que tocaba y mucho más.
También es el caso de la Iglesia, donde sacerdotes y religiosos, camelados por consignas y lenguajes interesados de la jerarquía, se metieron de lleno en quehaceres novedosos y modernos y no se han dado cuenta del vacío de sus iglesias y que en sus bancos sólo se sientan ya católicos de piedra picada tan odiosos, sin ver apenas a los de cartón-piedra tan apreciados que sólo acuden en los grandes festejos tradicionales y a los entierros como puro convencionalismo; perseverar en el error es su divisa hasta la muerte o por ignorancia o por testarudez.
Admiro a las personas que han dado grandes cambios radicales a sus vidas en positivo, dándose cuenta de engaños, fraudes y mala fe de los que les han influenciado, gentes a los que les tenían cierto ascendente. Errar es humano, perseverar en el error es diabólico.
La llamada segunda Elevación pasa más que desapercibida, hay una espera ya de la "Paz" darse la Paz toma una dimensión en algunos lugares que se prolongaría si alguien muy atinado no comienza a cantar Cordero de Dios.
Comulgamos todos y todas y la reconciliación que es tan valiosa al sentir que Dios nos perdona de verdad es cada vez más escasa, qué digo de la dirección espiritual.
Hemos convertido a la Misa en un espectáculo y en ese camino surge la necesidad de hacerlo divertido,
Donde hay Sagrario Cristo permanece solo la mayor parte del tiempo y el cumplimiento del precepto Dominical es muchas veces solamente eso "el cumplimiento de la ley en el mejor sentido de los Doctores de la Ley".
Lo que demuestra que "lo que gusta a la gente" en realidad no le gusta tanto.
Sin duda que hay que educar (¿quién tiene una mínima formación en liturgia entre los laicos?: casi nadie, empezando por mí), pero también hay que saber vivir lo que se celebra. Quien vive la Eucaristía, atrae al alma humana, aunque nada sepa de liturgia o su motivación fuera convencional e inerte. Han habido muchos sacerdotes canonizados que lloraban mientras celebraban. Lo importante, claro, no es la pura emocionalidad en sí misma, sino lo que ella significa: contemplar a un ministro de Dios lleno de Dios. Quizá sea pedir demasiado, pero qué menos que el ministro vibre cuando alza el Cuerpo de Cristo en el momento de la consagración, de la renovación de su santísimo sacrificio. En el mejor de los casos, he encontrado sacerdotes que han celebrado con mucha dignidad y respeto, con la solemnidad debida. Pero santos..., santos no. Y es época de que aparezcan santos, de conocerlos, para comenzar a salir de la mediocridad en la que todos estamos instalados.
La misa fue oficiada por un fraile que llevaba destinado pocos días en el templo, como aclaró, y que buscaba desesperadamente ¿agradar? al pueblo con incontables morcillas, improvisaciones, cuchicheos comentando la faena con un señor que estuvo toda la celebración en el ambón y una neomisa impresa en unos trípticos a disposición de todos los sufrientes. Al terminar, tras una bendición extraña, dijo expresamente "no me gusta la rutina en la misa ni la rigidez".
Ir a misa a un templo distinto al que asistes habitualmente es una lotería. O más bien una ruleta rusa.
Ven pronto, Señor Jesús.
Con una homilía bien preparada no son necesarias las morcillas. Y es que una buena homilía podría ser la mejor catequesis para todo tipo de fieles. Y no creo que para alguien con la formación que se le supone a un sacerdote debiera resultarle difícil "glosar" el mensaje de las lecturas. Si acaso con su pizca de meditación, su porción de oración, su pavesa de adoración, su parte de preparación...¡y menos llevarlo al terreno de lo pragmático, que los oyentes no somos tontos del todo! (el domingo pasado al celebrante sólo le faltó decir que los que habíamos acudido a misa éramos todos un hatajo de hipócritas) -¡y uno que para colmo se estaba perdiendo el partido de la tele...!-.
A mí con sólo la lectura no me basta, debo ser un poco tardo de entendederas, o es que estoy acostumbrado a la lectura propia, lo que me permite subir y bajar, ir adelante y atrás si quiero hacerlo propio, vamos. Y eso es lo que entiendo por "glosar" en una homilía.
El problema es que no hay parroquianos sino feligreses ricos que siempre han tenido capellán (es ironía).
El sábado en mi parroquia se celebró un boda después de una de las Misas; me tocó ayudar a prepararla. La cara de los invitados mirándome al no ir yo de gala marichalar-oro, es para una película de Buñuel.
Así que a la santificación y a la vida eterna, que los cartujos no tienen nuestras preocupaciones y se salvarán también.
Su avemaría rezada.
QDLB.
En la parroquia a la que pertenezco los domingos salvo en verano se celebra una Misa para niños que se preparan para la Primera Comunión, en donde he asistido alguna vez por estar en la misma uno de mis nietos. En ellas he podido comprobar la falta de formación salvo excepciónes de las catequistas, las cuales ni se arrodillan ni enseñan a arrodillarse a los niños en la consagración, es más, el mismo párroco relativamente joven, llama para que le ayude a dar la comunión a feligreses conocidos que no son ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión. Conocedor de la liturgia no ignoro que ad casum puede el celebrante llamar a un seglar conocido para que le ayude por la gran afluencia de fieles, uno de los que siempre le ayuda de acólito que fue seminarista y que siempre asiste a las mismas revestido de alba, ve bastante mal, tanto que como consecuencia de ello se le ha caído al suelo alguna vez la Sagrada Hostia. Uno de estos domingos (yo no estaba), mi nieto que se prepara para la Primera Comunión, sin que nadie lo advirtiera se puso en la fila donde el ex seminarista daba la comunión y comulgó. Para colmo el último domingo que me acerqué antes de la Misa para ver a mi nieto, una feligresa ensañaba una danza llamada danza contemplativa seguida por el párroco desde el ambón al unísono mientras hablaba con catequistas, en la misma hacían gestos cruzando los brazos en cruz por delante del pecho, haciendo varias señales, entre ellas una hacia el presbiterio, supongo que sería hacia el Sagrario. En fin Padre Jorge, por mi edad y experiencia ya he dejado de escandalizarme pero ni de enfadarme, por cuanto acontece actualmente, en el seno de nuestra Santa Iglesia Católica.
Paz y bien en el Señor.
Precisamente eso hago yo en los bautismos. Acomodo algún "El Señor esté con vosotros" al principio, que no toca, para sondear por dónde va la cosa. Y efectivamente, muchas veces poquísimos responden.
Lo he repetido muchas veces, porque así me lo enseñaron.
Los estrambotes son para el teatro cómico y la gente no suele repetir por más de dos funciones.
Las personas deseamos lo auténtico y la Misa no es una excepción.
El ambiente que crea el sacerdote con su respeto y reverencia ante el Milagro que va a ocurrir a través de sus manos en la Consagración ayuda a los feligreses a ser conscientes del Misterio y en su relación con Dios.
¡Dios le bendiga, padre!
Y si el sacerdote no lo es, mal lo va a trasmitir a los feligreses.
Hay que transmitir a los niños el respeto maximo en la Iglesia, a la persona de Cristo, y a lo sagrado en general aunque no hubiera un sagrario con formas.
La liturgia es esencial, para nosotros los fieles, para ayudarnos a comprender la trascendencia de la Fe. La liturgia con mayusculas, que consiste en seguir con absoluta voluntad y precisión lo que mandan la normas y las rubricas, conscientes de la inmensidad del acto en que se nos permite participar.
Cualquier deformación de la liturgia, es una deformación aparejada de la Fe, y tarde o temprano conduce a una trivialización de la misa. Se esta en misa como el que va a un partido o a una conferencia. Y claro al final si se pierde la transcendencia y la conciencia de lo sobrenatural, cualquier cosa es posible, y sobre todo la perdida o adulteracion de la fe.
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