Hoy padrenuestro, avemaría y gloria. Tengo mis motivos
Este que ven en la foto, el segundo empezando por la izquierda, es un servidor, con gafas y hasta flequillo. Es mi ordenación sacerdotal, el 26 de diciembre de 1979.
Para los curiosos les diré que el obispo oficiante fue monseñor Nicolás Castellanos, agustino, hoy emérito en Bolivia, en el centro de la foto. A mi lado, concelebrando, D. Antonio Ruiz, párroco entonces de Miraflores de la Sierra, ya fallecido. Al otro lado del obispo, el P. Isaías Díez del Río, provincial entonces de los agustinos.
Hoy, pues, se cumplen nada más y nada menos que CUARENTA años del evento.
Fecha redonda. Cuarenta. Como los cuarenta días del diluvio universal, los cuarenta años del pueblo de Isarael por el desierto, los cuarenta días de ayuno de Cristo, los cuarenta de la cuaresma católica. Un año más, pero eso de que sean justamente CUARENTA, como que me ha tocado.
En una ocasión una persona se acercó a un venerable sacerdote para quejarse de su párroco. Ya pueden imaginarse: posiblemente no demasiado piadoso, quizá justo de celo apostólico, tal vez que no predicaba con la suficiente unción. Después de escuchar con atención y mucha paciencia, aquel venerable sacerdote preguntó a quien se quejaba: ¿pero usted reza por su párroco? ¿No? ¿Y entonces, de qué se queja?
Uno en estos cuarenta años de cura ha hecho un poco de todo. Me estrené como vicario parroquial en Santa María de la Esperanza, una parroquia media con un enorme colegio al lado y donde trabajé sobre todo con jóvenes y Cáritas y en la que permanecí seis años. Fui después párroco de Santa Ángela de la Cuz en Madrid en un momento en el que aquella zona, Peñachica, eran casitas bajas, inmigrantes, un poblado gitano y droga y mucha necesidad. Nueve años. De ahí, el salto a Guadalix y Navalafuente, pastoral rural, donde permanecí otros nueve. Doce en la Beata María Ana Mogas, de la que muchos han ido sabiendo historias a través del blog, y ahora algo más de dos años de párroco más rural, atendiendo Braojos, Gascones y La Serna.
He sido profesor de religión y profesor de teología pastoral en el estudio teológico de los agustinos. Responsable de pastoral en un colegio de 2.000 alumnos y capellán de colegio mayor. Arcipreste tres veces, miembro del consejo presbiteral de Madrid y del consejo diocesano de pastoral. La verdad es que pocas cosas me quedan por hacer como sacerdote.
Hoy, en mis cuarenta años de cura, toca dar gracias por tantas cosas y toca pedir padrenuestro, avemaría y gloria, porque aunque aparentemente uno haya hecho cosas, en el fondo sé que se pudo hacer más y mejor. Y estamos a tiempo de que así sea. Cuarenta años. Con ganas, con ilusión, feliz de ser sacerdote y muy necesitado del apoyo de sus oraciones.
Los jueves celebro en La Serna. Hoy es jueves, misa en La Serna. A las 18 h. como cada jueves. Acuérdense de este cura. Y allí donde se encuentren, recen por mí y que Dios se lo pague.
63 comentarios
Muchas gracias, pater por su ministerio.
Hoy Rosario y Misa van por Ud.
y.... Ave María, gratia plena.... que no falte.
Nuestra felicitación por esos 40 años celebrando la Eucaristía, sirviendo a los que fuimos, en nuestro caso (durante 9 años en la Parroquia Santa Ángela de la Cruz) y los que ahora son tus feligreses. Es motivo para dar gracias a Dios
¡Que ese ánimo no decaiga nunca! Rezamos por ti.
Cumplir esa "cuarentena" precisamente en jueves, eucarístico y sacerdotal, ¿no le parece una "diosidencia"?
Por mi parte tendrá todo lo que pide y mucho más. Los jueves, eucarísticos y sacerdotales, tengo mi turno de Adoración Eucarística Perpetua. Así que de 12 a 13, horas sepa que estaré encomendándole al Señor viéndoLe "cara a cara".
Cristo, Rey de España, ayúdanos.
Virgen Inmaculada, protégenos.
Laudetur Iesus Christus.
Y ahora reciba su "paga".
Poco comentados todavía, en aquellas épocas, las renuncias de Mons. Nicolás Castellanos, Mons. Buxarrais… Todo quedó como una pugna entre diversas tendencias y criterios de actuación episcopales.
Rezado Padrenuestro, Ave María y Gloria (en latín)
Que Dios le bendiga.
UIOGD.
Las oraciones las tiene más que ganadas, estas y las de todos los días.
G R A C I A S
Felicidades por serlo, por el aniversario y por la Navidad.
Oraciones garantizadas.
Felicidades Padre. Que el Señor le siga bendiciendo con su Gracia.
Felicidades por su aniversario.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Cuando se piensa que ni la Santísima Virgen puede hacer lo que un sacerdote.
Cuando se piensa que ni los ángeles ni los arcángeles, ni Miguel ni Gabriel ni Rafael, ni príncipe alguno de aquellos que vencieron a Lucifer pueden hacer lo que un sacerdote.
Cuando se piensa que Nuestro Señor Jesucristo en la última Cena realizó un milagro más grande que la creación del Universo con todos sus esplendores y fue el convertir el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre para alimentar al mundo, y que este portento, ante el cual se arrodillan los ángeles y los hombres, puede repetirlo cada día un sacerdote.
Cuando se piensa en el otro milagro que solamente un sacerdote puede realizar: perdonar los pecados y que lo que él ata en el fondo de su humilde confesionario, Dios obligado por su propia palabra, lo ata en el cielo, y lo que él desata, en el mismo instante lo desata Dios.
Cuando se piensa que la humanidad se ha redimido y que el mundo subsiste porque hay hombres y mujeres que se alimentan cada día de ese Cuerpo y de esa Sangre redentora que sólo un sacerdote puede realizar.
Cuando se piensa que el mundo moriría de la peor hambre si llegara a faltarle ese poquito de pan y ese poquito de vino.
Cuando se piensa que eso puede ocurrir, porque están faltando las vocaciones sacerdotales; y que cuando eso ocurra se conmoverán los cielos y estallará la Tierra, como si la mano de Dios hubiera dejado de sostenerla; y las gentes gritarán de hambre y de angustia, y pedirán ese pan, y no habrá quien se los dé; y pedirán la absolución de sus culpas, y no habrá quien las absuelva, y morirán con los ojos abiertos por el mayor de los espantos.
Cuando se piensa que un sacerdote hace más falta que un rey, más que un militar, más que un banquero, más que un médico, más que un maestro, porque él puede reemplazar a todos y ninguno puede reemplazarlo a él.
Cuando se piensa que un sacerdote cuando celebra en el altar tiene una dignidad infinitamente mayor que un rey; y que no es ni un símbolo, ni siquiera un embajador de Cristo, sino que es Cristo mismo que está allí repitiendo el mayor milagro de Dios.
Cuando se piensa todo esto, uno comprende la inmensa necesidad de fomentar las vocaciones sacerdotales.
Uno comprende el afán con que en tiempos antiguos, cada familia ansiaba que de su seno brotase, como una vara de nardo, una vocación sacerdotal.
Uno comprende el inmenso respeto que los pueblos tenían por los sacerdotes, lo que se refleja en las leyes.
Uno comprende que el peor crimen que puede cometer alguien es impedir o desalentar una vocación.
Uno comprende que provocar una apostasía es ser como Judas y vender a Cristo de nuevo.
Uno comprende que si un padre o una madre obstruyen la vocación sacerdotal de un hijo, es como si renunciaran a un título de nobleza incomparable.
Uno comprende que más que una Iglesia, y más que una escuela, y más que un hospital, es un seminario o un noviciado.
Uno comprende que dar para construir o mantener un seminario o un noviciado es multiplicar los nacimientos del Redentor.
Uno comprende que dar para costear los estudios de un joven seminarista o de un novicio, es allanar el camino por donde ha de llegar al altar un hombre que durante media hora, cada día, será mucho más que todas las dignidades de la tierra y que todos los santos del cielo, pues será Cristo mismo, sacrificando su Cuerpo y su Sangre, para alimentar al mundo.
Mis oraciones para los buenos sacerdotes, para que perseveren. Para los malos, para que cambien. Para los modernistas para que se conviertan.
Felicidades y que celebremos los 50 con 3.000 post más
La Virgen del Buen Suceso derrame todas sus bendiciones sobre Ud. por el Gran suceso de hoy
Brindando espiritualmente por otras decenas de años de servicio, sigo en comunión de oraciones.
Su fiel parroquiana de San José de la Sierra.
Ahora en serio ¡Muchas felicidades! y que cumpla muchos más en su ministerio dando gloria a Dios.
Querido P. Jorge:
Muchas felicidades en este día tan señalado y muchísima gracias por contarnos brevemente todo lo referente a su ordenación y sus años de pastoreo.
Antes de leer su artículo me preguntaba: “¿qué nos dirá hoy el P. Jorge para haberse visto empujado a encarecer tanto ‘el precio de la entrada’?”
De todas maneras, antes de entrar en su portal, claro está, he pagado la cuota “religiosamente”.
Después he comprobado que los motivos para la subida eran, desde luego, más que justificados.
Me quedo con esto: “Cuarenta años. Con ganas, con ilusión, feliz de ser sacerdote y muy necesitado del apoyo de sus oraciones”.
Pues, ¡cuente usted con las nuestras!
Una fidelidad viva al Dueño de la viña, durante 40 años, en un lugar u otro de esa viña, en un estado u otro, es una muestra de amor muy real al Señor y de amor muy real a los hombres.
Muchas gracias por su sacerdocio, querido P. Jorge, y un abrazo muy fuerte:
José Mari, franciscano
No deja de ser una hermosa coincidencia que su ordenación se produjera en plena Navidad. Junto con la Pascua de Resurrección, no hay mejor época para ello.
Un abrazo en el Señor.
Pater nostre, qui es in celi, Sanctifi cétur nomen Tuura...
Ave María, grátia plena, Dóminus tecum...
Gloria Ptri, et Fílio, et Spíritui Sancto...
Por eso he aquí mi aporte reflexivo de fin de año, esperando que sirva para clarear los temporales por venir. A ver si en este blog no desaparece, como ocurre usualmente con mis comentarios en otros...
HACER O NO HACER
El principio de no contradicción no es absoluto; por ende, todas las contradicciones son presuntas.
El único que escapa de esa presunción es Dios, pues él, siendo la verdad absoluta, principio y fin de todo, no admite contradicciones.
Desde esa certeza se gesta la tradición y se entreteje la doctrina; dotando de certidumbre plena a ciertas presunciones, mediante la fuerza de la fe, en contrapartida a la expresión que delata su cualidad: la duda.
Por ello, y como lo ha recordado el Papa recién; "la tradición no es estática", y por ende, tampoco la doctrina. Empero, tampoco responden a modas, ni pueden desnaturalizar la fuente de verdad de donde manan; ya que entonces carecerían razón de ser; sumiéndose en un inmediatismo perenne, tradición y doctrina de algo que no fue ni será.
Eso es más que obvio. El problema de la IC es el cómo actuar ante ese, que evidentemente es un problema a resolver.
Elemental, Watson, diría cierto personaje: plantearlo metodológicamente como lo que es: un problema.
Ese es el quid del asunto: actuar. Siempre he afirmado que la IC tiene un desfase de más de un siglo, con la exponencialmente cambiante realidad del mundo contemporáneo - de lo que se percató y anunció León XXIII-, ampliado por el Papa a doscientos años de retraso de la IC, en alusión de las palabras de extinto Cardenal Martini...
Empero, el actualizar implica cambio, y el cambio supone otro problema: ¿Cómo cambiar sin desnaturalizar la fe?'
El Papa lo ha precisado: "no estamos viviendo simplemente una época de cambios, sino un cambio de época" y "Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie". Dos verdades inobjetables que por enfocarse desde posturas aparentemente contradictorias acarrean divergencias falsamente irresolubles.
La contradicción es falsa, porque en atención a la fuente de verdad desde donde manan sus criterios, ambas fundamentalmente se complementan.
La solución también la puesto sobre la mesa el Papa - el que la coja primero se la queda-, rematando con el clavo que faltaba: "Nosotros debemos iniciar procesos y no ocupar espacios".
¿Cómo habrá de ser ese proceso? ¿Donde está la propuesta tradicionalista, cierta, concreta, pertinente y eficaz; que no sea la bucólica añoranza de un pasado que fue no lo quiso sino lo que pudo; así como es y habrá de ser, no lo que aspira sino lo que pueda ser?
Precisamente es la posibilitación en la mayor plenitud posible de ese poder ser, lo que debe ajetrear las neuronas de los pensadores católicos.
Ya basta de achacar al otro las torpezas propias.
Dentro de la IC existe una corriente muy poderosa de cambio y renovación; y la propia naturaleza de su tradición y doctrina, ínsitas a su ser, apela y espera por su contrapartida de resguardo y preservación.
Dice un principio de lucha en Grecia: " Si no puedes contra el adversario más fuerte, usa su propia fortalezas para someterlo...
A este respecto y a manera de conclusión, cabe repetir esta frase de implicaciones filosóficas profundísimas, de la que deberían hilar acertados procederes: ""Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie"
Con la mayor de la buena fe para mi Iglesia Católica. Atte.
¡¡ FELIZ NAVIDAD PARA TODOS !!
Tu vida, por gracia de Dios, confirma lo que dice San Pablo: "los dones y la vocación de Dios son irrevocables" (Rm 11,29). Ahí estás tú, firme tu vida y ministerio en la Roca.
Cuenta con mi próximo Rosario: en acción de gracias y en petición. Abrazo en Cristo.
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Que constituiste a tu Unigénito
pontífice de la alianza nueva y eterna
por la unción del Espíritu Santo,
y determinaste, en tu designio salvífico,
perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio.
Él no solo confiere el honor del sacerdocio real
a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano,
elige a hombres de este pueblo,
para que, por la imposición de las manos,
participen de su sagrada misión.
Ellos renuevan en nombre de Cristo
el sacrificio de la redención,
preparan a tus hijos el banquete pascual,
preceden a tu pueblo santo en el amor,
lo alimentan con tu palabra
y lo fortalecen con los sacramentos.
Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por ti
y por la salvación de los hermanos,
van configurándose a Cristo,
y han de darte testimonio constante de fidelidad y amor.
Las oraciones puede contar con ellas, sobretodo para dar gracias a Dios, por haberte elegido para difundir el Evangelio.
¡Qué poco nos pide, P. Jorge, a cambio de todo lo que nos da!. Yo sigo fiel al compromiso aquél diario que nos pedía (bueno, casi todos los días a fuer de ser sincero).
Bien traídas esas reflexiones, Manuel Morillo. Me han emocionado.
Y enhorabuena para sus feligreses y para todos los que, de una forma u otra, tenemos el gusto de compartir su buen hacer como sacerdote.
Benditos son los pies de los que llegan
para anunciar la paz que el mundo espera,
apóstoles de Dios que Cristo envía,
voceros de su voz, grito del Verbo.
De pie en la encrucijada del camino
del hombre peregrino y de los pueblos,
es el fuego de Dios el que los lleva
como cristos vivientes a su encuentro.
Abrid, pueblos, la puerta a su llamada,
la verdad y el amor son don que llevan;
no temáis, pecadores, acogedlos,
el perdón y la paz serán su gesto.
Gracias, Señor, que el pan de tu palabra
nos llega por tu amor, pan verdadero;
gracias, Señor, que el pan de vida nueva
nos llega por tu amor, partido y tierno. Amén.
Soy Adorador en la capilla de Adoración Permanente que Vd fundó Gracias. Le leo y rezo por Vd
Yo he celebrado el dia 23 mis 60 años de Matrimonio con 13 hijos, 62 nietos 12 biznietos.. y 3 en camino ... no hace falta que le pida oraciones ¿verdad? Además las oraciones siempre son de ida y vuelta
Saludos cordiales.
La cita que pone Manuel Morillo debería ser de obligada lectura al hablar del sacramento del Orden en catequesis y en clase de religión. Apenas se menciona la importancia (ni la naturaleza) del sacerdocio.
“estoy cansado”, hermano y compañero mío, del P. Jorge (¡con toda seguridad!) y también de muchos de sus amables lectores y comentaristas, hermano y compañero “en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús” (Apocalipsis 1, 9), muy feliz Navidad también para usted.
Al igual que usted, yo también me alegro de que el P. Jorge tenga tanta paciencia conmigo al acoger mis comentarios en su blog y, más en concreto, tenga paciencia con mis interminables y quisquillosos “tiquismiquis”.
Lo digo porque es así (en lo que se refiere al P. Jorge) y también lo digo porque, por “defecto profesional”, mi tendencia casi innata es la de ir por la vida “dando lecciones y corrigiendo a todo el mundo”.
Hermano “estoy cansado”: al escribirle esta carta, cuento también muy especialmente, claro está, con su benevolencia y comprensión, ya que, si no pudiese contar con ellas, yo no le diría nada, además de que, por otra parte, es muy probable que yo falsee sin quererlo algunas de sus afirmaciones.
Así pues, me permito señalarle a continuación algunos añadidos y correcciones que yo haría a su cariñoso y enriquecedora carta de anteayer.
Para mayor comodidad mía, iré comentando, de arriba abajo, las distintas partes de su carta que yo formularía de otra manera.
1) Yo diría que “evangelizar implica principalmente la preservación y la extensión de la fe”.
2) Deseando matizar un poco más el quid del asunto que usted plantea un poco más abajo, yo preferiría decir que “el quid del asunto (entre tradición, doctrina y fuente de verdad) es doble y consiste, primeramente, en pensar y luego en actuar”.
3) Por mi parte, yo no tengo costumbre de afirmar que la Iglesia católica tenga “ningún desfase”, sencillamente porque me parece que no lo tiene.
En este terreno, habría que distinguir, creo yo, “dos desfases” muy distintos: a) el de la Iglesia con respecto a la velocidad incomparable y la rapidez inagotable del Espíritu Santo (un desfase permanente que, afortunadamente, Él lo comprende y lo acepta del todo, ya que sabe de sobra que todos nosotros -al igual que los discípulos de Emaús- somos siempre (¡e incorregiblemente!) unos pobres discípulos suyos, siempre demasiado “necios y torpes para creer lo que dijeron los profetas” (Lucas 24, 25); b) el supuesto desfase (digo “supuesto” porque, como le he indicado, a mi parecer tal desfase no existe) de la Iglesia con el mundo contemporáneo.
Respecto a este segundo desfase, espero no faltarle a usted (¡ni al Santo Padre Francisco ni al cardenal Martini!) al decir que, a mi parecer, las afirmaciones que ustedes tres (y otros) hacen sobre este asunto son poco clarificadoras para el común de los mortales y son además bastante incompletas en sí mismas (al menos, en la medida en que yo las entiendo en su verdadero sentido).
Pero estoy de acuerdo con lo que usted señala en los tres párrafos siguientes, a saber:
Párrafo primero: “Empero, el actualizar implica cambio, y el cambio supone otro problema: ¿Cómo cambiar sin desnaturalizar la fe?”.
Párrafo segundo: “El Papa lo ha precisado: ‘no estamos viviendo simplemente una época de cambios, sino un cambio de época’ y ‘Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie’. Dos verdades inobjetables que por enfocarse desde posturas aparentemente contradictorias acarrean divergencias falsamente irresolubles”.
Párrafo tercero: “La contradicción es falsa, porque en atención a la fuente de verdad desde donde manan sus criterios, ambas fundamentalmente se complementan”.
4) Usted aprueba en su totalidad la frase del Papa: “nosotros debemos iniciar procesos y no ocupar espacios", pero yo la apruebo solo en parte.
A mi parecer, es mejor formular este asunto de otra manera. Yo elegiría, por ejemplo, esta otra formulación (que me parece más acertada y más católica): “nosotros, los católicos, debemos preocuparnos sobre todo de iniciar procesos, imitando así al humilde labrador que espera “con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía” (Santiago 5, 7), es decir, a los católicos nos toca esperar humildemente hasta que recibamos del Altísimo “los espacios tempranos y tardíos” que llegarán ciertamente en su momento, y llegarán, en concreto, porque nuestros hermanos, los hombres, van a querer otorgárnoslos y reconocérnoslos abiertamente, o bien en este mundo contemporáneo o bien en el mundo del mañana que todavía no ha llegado”.
5) Usted, después de preguntar “¿cómo habrá de ser ese proceso?”, añade otra pregunta que, a mi parecer, es incompleta y que convendría completar, creo, con una tercera pregunta que ampliase y permitiese apreciar mejor el amplio panorama que tenemos delante. Esta tercera pregunta sería, más o menos, la siguiente, u otra semejante o más apropiada: “¿Dónde está esa propuesta progresista, concreta, pertinente y eficaz; que no sea una bucólica utopía de un futuro sin pies ni cabeza, esa propuesta que será forzosamente no como los progresistas querían, sino lo que de hecho pudo ser, es decir, no lo que ellos aspiraron sino lo que de hecho llegó a ser?”.
6) De nuevo, querido hermano, estoy totalmente de acuerdo con lo que usted dice a continuación: “Precisamente es la posibilitación en la mayor plenitud posible de ese poder ser, lo que debe ajetrear las neuronas de los pensadores católicos. Ya basta de achacar al otro las torpezas propias”.
7) En cambio, nuevamente formularía de otra manera y completaría eso de que “dentro de la IC existe una corriente muy poderosa de cambio y renovación; y la propia naturaleza de su tradición y doctrina, ínsitas a su ser, apela y espera por su contrapartida de resguardo y preservación”.
En lugar de esta afirmación, yo pondría la siguiente: “Dentro de la Iglesia católica hay, por lo menos, dos corrientes muy poderosas de cambio y renovación, la una “muy necia” y la otra, por gracia de Dios, “al menos un poco prudente”, al estilo de los dos grupos de vírgenes que hay en la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25, 1-13), aunque a la vez hay que decir que, para bien sobre todo de las vírgenes prudentes, por el momento ellas son inseparables de las necias, y esto ocurre así por voluntad divina, según el consejo que Dios mismo da en el caso del trigo y la cizaña: “Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero” (Mateo 13, 30).
Pero aceptaría por completo la segunda parte de su frase: “y la propia naturaleza de su tradición y doctrina, ínsitas a su ser, apela y espera por su contrapartida de resguardo y preservación”.
8) Igualmente, suscribo con gozo sus dos últimas frases, en las que usted afirma: “Dice un principio de lucha en Grecia: "Si no puedes contra el adversario más fuerte, usa su propia fortalezas para someterlo...”
“A este respecto y a manera de conclusión, cabe repetir esta frase de implicaciones filosóficas profundísimas, de la que deberían hilar acertados procederes: ""Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie"”.
Su despedida, querido hermano, es una maravilla y le abrazo con todas mis fuerzas.
Gracias por todo y gracias por esta carta.
Un fuerte abrazo:
José Mari, franciscano
Posdata dirigida a Martinna:
Queridísima Martinna: El P. Jorge cabalga “a galope”, y a duras penas consigo seguirle en cada uno de sus artículos. Pero vi que usted, muy cariñosamente, se refería a mí en el del día 23, y, al darme cuenta de ello, le respondí lo mejor que pude y el P. Jorge tuvo, una vez más, la amabilidad de publicar mi comentario a su carta.
Le digo esto, querida Martinna, por una razón que, a mi parecer, es excelente y muy buena: sería muy importante, creo, que, a ser posible, usted se haga con el librito “Buenos días” de san Pío de Pietrelcina. En ese comentario le digo cómo podría adquirirlo.
Martinna, un fuerte abrazo también para usted:
José Mari, franciscano
Con su réplica asumo por cumplido el propósito de mi comentario. Algunas ideas las comparto y otras no. Usted nos ha dado una clase magistral de cómo deben rebatirse las ideas, en procura de un fin en común...; éticamente a años luz de las torpes argumentaciones ad hominem ad verecundiam, tan usuales en algunos comentaristas y blogueros...
Queda de usted, atte.
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