La chinita de cada cual
Como confesor y como penitente me sé muy bien eso de que “siempre caigo en lo mismo”, cada cual en lo suyo. Es lo que suelo llamar la “chinita en el zapato” que tenemos cada cual.
Unos han recibido la del mal genio. Otros la soberbia, otros la imprudencia, este tienen el demonio de la carne, aquél la indolencia, estotra el pasotismo, aquí uno con la murmuración y allá otra con sus pecados de omisión incluso en cosas graves.
A cada cual nos parece que lo realmente grave es lo del otro. El imprudente no soporta al excesivamente pacato por sus omisiones, el dado a las omisiones se escandaliza por el atrevido y lenguaraz, el murmurador cree que lo grave es la carne, y el más carnal dice que lo grave es la calumnia.
Unos y otros necesitamos ver lo positivo de cada hermano. Es verdad que Fulanito es murmurador, pero a la vez tiene unas cualidades enormes para empatizar con mucha gente. El de genio fuerte es jorobado para el trato diario, aunque gracias a su genio es capaz de pelear y sacar adelante cosas justas. El atrevido puede hacer daño con su imprudencia, pero tal vez es quien dice cosas que otros pòr miedo o prudenca callan, pero que deben decirse. El pacato es cansino, pero a la vez enseña la necesidad de callar por caridad.
Cada chinita que Dios permiite en nuestro zapato es de gran utilidad. Es, me atrevo a decir, un regalo para confiar constantemente en su gracia. Más aún, cuando uno cree que lleva una temporada siendo capaz de comntrolar la china, justo ene se momento se produce la hecatmbre para que no nos confiemos y aprendamos a fiarnos de la gracia. Y por otra parte, conocer nuestro punto más débil nos hace ser más comprensivos con los demás y encauzar nuestro peculiar modo de ser haia objetivos de caridad y santidad.
Yo tengo no una china, que ya quisiera, sino alguna más. A veces me creo que conntroladas y es entonces cuando, justamente, el batacazo suele ser mayor y uno se da cuenta de que se ha confiado. Es como si desde el cielo te dijeran: “ojo, no te confíes que mira lo que pasa".
19 comentarios
le Seigneur est avec toi.
Tu es bénie entre toutes les femmes,
et Jésus, le fruit de tes entrailles, est béni.
Sainte Marie, Mère de Dieu,
prie pour nous, pauvres pécheurs,
maintenant et à l'heure de notre mort.
Amen.
"La mula patea el estribo,
pero es segura en la sierra".
Las blanduras y las memeces para los buenistas que creen que porque alguien hable bajito, no tenga sangre en las venas y se la coja con papel de fumar es bueno. ¿Y qué haces cuando necesitas un brazo fuerte? Las personas de genio no guardan rencor y están siempre donde deben estar porque suelen ser pétreos en sus convicciones, hay que combatirlos a diario con el apagafuegos, es cuestión de habilidad. Yo no cambiaría a los dos espontáneos iracundos que me han tocado en la familia por todo el oro del mundo, ni por todos los buenistas hipócritas.
El uno fue y el otro es adorable...cuando no nublan el día y cae el pedrisco.
Jesús era muy bueno en psicología, por algo es Dios, y no se le ocurrió rechazar a los hijos del Zebedeo porque tronaran, seguramente Judas Iscariote tronaba menos, pero no era de fíar.
Hoy en día somos tolerantes con los pecados e intransigentes con los defectos y así nos va.
"Si te sientes triste, deprimido, ves que no levantas cabeza,... ¡Abraza un zapato!... "CON/SUELA""
Alguien debería decir que, para contrarrestar el chismorreo que tanto le molesta, lo mejor es ver a la persona en su realidad (cosa muy cristiana) y esa realidad incluye defectos y virtudes: ver en el lento a una persona paciente; en el colérico a una persona no rencorosa; en el desordenado a una persona simpática, etc...
La descripción de una persona no es chismorreo porque lo que no se nos puede pedir es que pasemos por este mundo sin saber cómo son las personas con las que convivimos. El ejercicio de conocer a esas personas ayuda mucho a conocerse uno mismo.
Este mundo tan buenista en el que vivimos está especializado en ver defectos, pero ya no reconoce las virtudes y así no vamos a ninguna parte.
Esto es una mera anécdota, porque aunque renqueantes y desde lejos, nos esforzamos en seguirle.
Aunque nos parezca extraño hay personas que no sienten apetencia de dinero y suelen orientar su vida hacia profesiones en las que no ganan mucho y, encima, no juegan a la lotería. Tal cosa hace improbable que esa persona se confiese de pecados relacionados con la avaricia, el robo, la envidia hacia los ricos, etc..., pero puede ser lujurioso, de manera que sus pecados se relacionarán con esa cuestión; otros serán mentirosos compulsivos pero no lujuriosos, etc...
No es que no haya propósito de enmienda en el momento de la confesión es que somos tentados por el Maligno siempre en el mismo sentido. Es inútil que Pedro Botero se empeñe en tentar a un vago con la codicia, a un lujurioso con la envidia o a un envidioso con la lujuria y por eso no lo hace.
Incluso ésta, me refiero a la lujuria, que tal vez sea el pecado más generalizado, no afecta a todos por igual porque hay gente que puede tener baja la pulsión sexual y no siente la misma apetencia que otros por el sexo. Los avaros esos de libro cambiaban sexo por dinero y Hitler, por ejemplo, lo cambió casi todo por el ansia de poder: ni bebía, ni fumaba, ni le hacía mucho caso a su Evita, ni se ha dicho que tuviera montañas de dinero acumuladas en ninguna parte. Era un hombre obsesivo en un solo sentido con un ego monstruoso y su pecado tal vez fuera solo uno de proporciones homéricas: la soberbia.
Así que si el cura quiere que el pecador le presente variedad, como en un self-service, la cosa no va a ser así seguramente. Si basándose en eso suprime la confesión no ha entendido lo que significa setenta veces siete.
Les recomiendo la guía para el examen de conciencia que presenta un sitio web muy completo sobre la vida contemplativa para los seglares en medio del mundo contemplativos.com/espiritualidad/sugerencias-para-el-examen-de-conciencia/
Bendiciones en el Amor de los Dos Corazones.
Gracias por saber representar mi situación espiritual tantas veces.
Que el Señor Jesús Resucitado le auspicie.
Y abundo: lo uno va unido a lo otro, esa tolerancia a esa intransigencia, en lo que se está convirtiendo esta Nueva Iglesia. Y por una razón muy sencilla: el pecado rinde en términos de poder, y la Iglesia hoy tiende a postrarse ante ese poder mundano (lo que considera forma de pagar el supuesto pecado de haber dictado en otros tiempos la moralidad al poder, cosa que ahora rechaza, negándose porque niega la tarea que le encomendó el Señor, ser ciudad en lo alto, luz del mundo). De ahí su tolerancia. La tolerancia con el pecado es tolerancia con el poderoso de una manera u otra (no seas un pobre pecador en esos ambientes eclesiales porque entonces no te querrán ni confesar, como en su parroquia y en tantas otras donde hay que coger al cura a lazo para que te confiese). Y el poderoso (y muchos hombres de Iglesia convertidos, no en acusadores o confesores de ese poderoso, sino en sus risueños cómplices, que no se enfrentarán jamás con él pero no dejarán de fustigar el mal carácter de uno que le planta cara por su abandono de los sacramentos o que lo hace contra el dueño del cortijo por su desfachatez) lo que no tolera, precisamente, son los defectos, ese terreno pantanoso en el que se presiente, como dicen el padre González Guadalix y Palas, la virtud que ese defecto no llega a oscurecer del todo y, por lo tanto, el poder de la gracia que la sostiene contra la humana debilidad, que nos recuerda que no todo acaba aquí y que no es igual lo que hagamos y qué guíe nuestra acción, si nuestro yo o el deseo de servir a Dios.
No obstante lo cual, dicha actitud tiene preparada su coartada para presentarse como virtuosa, ojo: su desprecio de los mandamientos va en pos, dice, del cumplimiento de los consejos evangélicos. Aunque en lo que termina es en algo mucho más burdo y tramposo (como el celibato... en la promiscuidad).
En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Esta frase sacada del evangelio de hoy, contiene tal vez la clave del asunto. El que cree tiene vida eterna, dice Jesucristo. No dice que tendrá vida eterna cuando muera y vaya al cielo, no. Dice que tiene vida eterna, ahora. En este mismo momento (¿En qué otro momento podría ser?), tiene ya vida eterna. Solo hace falta creer. Y ahí es donde se plantea una cuestión esencial: ¿Qué es creer?
Si creer fuese simplemente un ejercicio intelectual (decir, "creo"), sería fácil tener vida eterna. Hoy me levanto y me digo, "creo", y tengo vida eterna. ¿Es eso así? No. Tengo la impresión de que creer no es eso. Es otra cosa. Es, sin duda algo que tiene que ver más con la experiencia profunda, que con un mero ejercicio intelectual. La etimología de la palabra "creer", contiene al parecer la raíz indoeuropea Kerd, que significa Corazón, y de la que deriva la palabra "recordar". Recordar significa etimológicamente "volver a poner en el corazón". Creer parece por tanto, más un ejercicio de recuerdo, que una cuestión intelectual. Y eso es precisamente la oración contemplativa: recordar.
El que cree, tiene vida eterna, viene a ser por tanto, "el que me pone en el corazón, tiene vida eterna". El que me pone Ahora, en este momento, en su corazón, tiene vida eterna. Tal vez esté ahí la clave de lo que se llama la oración continua: tener a Jesucristo en el corazón, en cada momento: En este momento. La cuestión a considerar es doble: Quién es Jesucristo, y qué hacer para tenerlo presente en cada momento en el corazón. Tal vez la respuesta a ambas sea la misma y saber quien es Jesucristo, implique "per se" tenerlo presente en el corazón.
Saludos.
Creo, D. Jorge, que cuanto más avancemos en amor a Dios, en santidad, más fácilmente aceptaremos las faltas y defectos de nuestros próximos, ya que el nivel lo marcó Cristo en la Últoma Cena: "Amaos los unos a otros como yo os he amado". Ese es el nivel que nos pide Cristo: " Cómo yo os he amado". Y además lo enunció como mandamiento nuevo.
¿Y con los prójimos? Pues también nos lo dejó dicho: Haced a los demás lo que deseáis que los demás hagan con vosotros ( Parábola del buen samaritano) Aquí el nivel lo marcamos nosotros mismos. Pero no hay que equivocarse: "Cómo os gustarían que os trataran a vosotros".
Quién aplique ambos niveles adecuadamente será más feliz él y hará más felices a los demás.
Se me olvidaba:
Respecto de mi defecto dominante, la mejor ayuda que recibí fue la de una seglar:
- No se trata de que dediques tu vida a hacer desaparecer ese defecto dominante/ pecado capital. Se trata de que lo domines, de que se haga pequeño, para que cuando mueras, porque vas a morir con él, sea minúsculo, inapreciable y no te haya hecho desdichado ni a ti, ni a los demás.
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